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El páramo del réquiem

Un devoto guerrero ejecuta herejes en nombre de un dios vengativo, pero su fe tambalea al presenciar brutalidades. Finalmente, atrapado en un ciclo de muerte y renacimiento, enfrenta un infierno personal eterno.
El páramo del réquiem

La voz que clama venganza divina resuena en mis venas como un cáncer palpitante. Debo purgar este mundo de su corrupción, por más que sus gritos desgarren mi cordura en jirones ensangrentados. Mis hermanos y yo somos la hoz implacable de un Dios sediento de sacrificios. Con cada vida que siega mi daga, siento que cumplo con la sentencia divina. El aliento de los impíos se apaga con estertores ahogados mientras su sangre salpica mi rostro inexpresivo.

Deambulo por los claustros, el eco de mis pasos resonando junto al doblar furioso de las campanas. En el patio, contemplo una figura encapuchada arrastrándose sobre sus propias visceras, suplicando clemencia al borde de la pila bautismal. Pero nuestro Dios es un Dios celoso que exige devoción absoluta. Los débiles de fe deben ser expurgados sin piedad para salvar sus almas de la condenación eterna. Algún día comprenderán, cuando sólo los dignos traspasen las puertas del Paraíso.

En las mazmorras, los lamentos de los herejes son apenas audibles. “¿Por qué me has abandonado?”, gime una anciana de ojos opacos, su voz quebrándose con cada golpe de la vara de acero contra sus costillas. El guardia le escupe con desdén, recordándole que su Dios no tiene poder aquí. Yo observo en silencio, convencido de que mi cruzada está más allá de los conceptos terrenales del bien y del mal.

Pero la semilla de la duda comienza a germinar en mi interior cuando presencio al maestro Sebastián, el escriba, consumiendo textos prohibidos. Sentado entre los rescoldos de las hogueras, su mirada vidriosa se pierde en las páginas de un manuscrito recién encuadernado. Las llamas proyectan sombras espectrales en los muros, como si los mismos demonios danzaran regocijándose.

Mi fe se tambalea definitivamente cuando soy testigo de la iniciación de un aprendiz. Sus ojos desorbitados contemplan cómo el maestro degüella con precisión meticulosa a un hereje atado al potro. “Purga la carne del pecado”, susurra al oído del muchacho, que se estremece de horror. Mientras la sangre gotea por el filo de la espada, un escalofrío recorre mi espalda. ¿Es esta realmente la voluntad de Dios?

Las dudas me corroen como un ácido cuando me encuentro a mí mismo en la celda, bebiendo un brebaje amargo. Visiones alucinantes deforman la realidad: los barrotes se retuercen como serpientes, las paredes respiran y susurran promesas de iluminación. Pero al final, sólo encuentro oscuridad y un silencio ensordecedor.

Y entonces, el momento de mi propia ejecución llega. Los cánticos litúrgicos y el crepitar de las antorchas se confunden con los latidos frenéticos de mi corazón mientras me arrastran al patíbulo. Cuando la hoja de la espada se hunde en mi carne, un último grito desgarra mi garganta. En ese instante, todas las certezas se desmoronan. La sangre inunda mi boca con el sabor amargo de la duda.

Pero en lugar del abrazo de la muerte, me encuentro expulsado a través de un canal palpitante hacia un nuevo mundo de pesadilla. Un infierno de roca fundida y alaridos de condenados. Sodoma arde a mi alrededor mientras soy obligado a contempar las consecuencias de mis actos. Este es el infierno que juré destruir, y ahora soy yo quien sufre sus torturas.

Atrapado en un ciclo interminable de muerte y renacimiento, mi mente se fragmenta un poco más con cada iteración. ¿Fue todo una mentira? ¿Condené almas inocentes en nombre de un Dios falso? La duda se convierte en mi único compañero en esta eternidad de sufrimiento.

Al final, sólo me queda el terror paralizante a la aniquilación total de mi ser. Despojado de toda certeza, me hundo en un abismo donde ninguna luz puede alcanzarme. Quizás este sea mi verdadero castigo: enfrentar la nada absoluta, sabiendo que mis convicciones no eran más que espejismos en un desierto de locura.

*******

En una sala de conferencias, un grupo de psiquiatras se reúne alrededor de una mesa, sus rostros iluminados por la tenue luz de una lámpara. El más anciano de ellos, con gafas de montura gruesa y barba cana, presiona el botón de stop en la grabadora. El último cassette de las cintas de audio ha terminado de reproducirse, dejando un silencio pesado en el ambiente.

—Este es, sin duda, uno de los casos más perturbadores que he presenciado en mis décadas de carrera —comenta el anciano, su voz teñida de asombro y preocupación—. El paciente, un ex soldado islamita, parece estar atrapado en un laberinto de delirios y alucinaciones extremadamente vívidas.

Los demás asienten, hojeando las notas que han tomado durante las horas de grabación.

—Su psique parece haber colapsado bajo el peso de los actos atroces que presenció y cometió durante su tiempo como combatiente —añade una mujer de mediana edad con un traje impecable—. El trauma se ha manifestado en esta narrativa fragmentada, donde realidad y pesadilla se fusionan sin distinción.

—¿Creen que haya esperanza de recuperación? —pregunta el más joven del grupo, su rostro reflejando una mezcla de fascinación y horror.

El anciano suspira, quitándose las gafas y masajeando el puente de su nariz.

—Difícil de decir. El daño psicológico es profundo y arraigado. Desentrañar las capas de delirio y culpa requerirá un esfuerzo intensivo y prolongado. Y aun así, es posible que nunca pueda escapar por completo de su infierno personal.

Mientras los psiquiatras continúan debatiendo posibles enfoques terapéuticos, la grabadora yace silenciosa sobre la mesa, sus cintas albergando los ecos de una mente atormentada. Un testimonio sombrío de cómo la exposición a los horrores de la guerra y el fanatismo pueden destruir incluso al más devoto de los creyentes, sumiéndolo en un abismo de locura del que quizás nunca pueda emerger.

El último suspiro de la cordura
¿Sientes que te observan desde las sombras? ¿Escuchas susurros inquietantes en la oscuridad? Prepárate para una experiencia aterradora... Descubre el escalofriante desenlace en este reel de terror psicológico que te mantendrá al borde del abismo.

Saga de terror psicológico


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