El corredor infinito

El Corredor Infinito

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Una novela de ciencia ficción y terror cósmico en colaboración con Mario Alberto Beas.
Un viaje más allá de los límites del espacio-tiempo

Corredor Infinito nació de una chispa creativa en un reto literario llamado Historias Creativas, donde las ideas y la imaginación de sus participantes desafiaban los límites de lo conocido. Inspirados por la atmósfera de la película La Niebla, Mario me invitó a colaborar en un relato, y juntos empezamos a trazar una historia que al principio parecía un ejercicio sencillo, pero que pronto nos sorprendió con su propio potencial para crecer y transformarse.

Lo que comenzó como un relato breve tomó vida propia, y dejamos que nuestras plumas danzaran en el tintero de la creatividad. Así, página tras página, Corredor Infinito se expandió hasta convertirse en una obra que explora los recovecos del horror cósmico y las complejidades del espacio-tiempo. Pero esto no es solo una historia cerrada, sino una puerta abierta hacia un lore en el que, con cada lectura, nuevas dimensiones y secretos pueden ser descubiertos.

Esta novela es solo el inicio. Queremos invitarte a ti, lector, y a aquellos escritores que deseen sumarse, a explorar y expandir este multiverso de historias. El Corredor Infinito es vasto y espera nuevas voces que deseen adentrarse en sus misterios.

Bienvenidos al comienzo de esta travesía cósmica. Que la curiosidad y la valentía sean sus guías.

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Capítulo 1

Suiza, 7 de junio de 2024 “Átomos. Pequeños trozos que resguardaban celosamente más que simples secretos, en su interior alojaban la misma creación”

Me encontraba frente al monitor, unas supercomputadoras analizaban los datos que se iban acumulando, eran miles y miles de estos, la precisión era elemental para seguir adelante en nuestro proyecto. 

Estábamos bajo tierra a una profundidad de 100 metros, en la maquina más grande construida por el ser humano, una de 27 kilómetros de longitud, el Gran Colisionador de Hadrones, el LHC entre Francia y Suiza cerca de Ginebra. 

Trabajaba en el CERN por sus siglas en francés (Consen Europeen pour la Recherche Nucleaire), aquí una maquina aceleraba protones a una energía de 99.9999 de la velocidad de la luz, energía que hacía dar 11 mil vueltas al anillo por segundo.

¿Con que finalidad? 

Comprender y saber cómo se originó el universo, el Big Bang hace 13,800 millones de años, en el cual el orbe era solo una amalgama de partículas. 

Ya habían pasado más de 10 años desde el descubrimiento del bosón de Higgs, esa partícula que nos ayudaba a comprender el por qué y cómo los átomos tenían masa. La habían titulado la “partícula de Dios”, al final el vacío no estaba completamente vacío, sino que estaba impregnado con el campo de Higgs, imponiendo cierta resistencia al movimiento de las partículas. Esto se traducía a masa y sin la masa de los electrones no habría materia.

El proyecto en el cual laboraba era muy celoso y por ende ambicioso, se llamaba “El Alma de Metatrón“ y constataba en encontrar esa efímera partícula que uniera la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica, intentábamos descubrir la mística partícula «Gravitrón».

—¡Hey, despierta parece que estas en otro planeta! 

Escuché como una voz me saco de mi ensoñación, me hizo reaccionar y volví a teclear. 

—Disculpa algo me cautivo —mencioné haciendo un ademán de cabeza y regresando a la realidad. 

—Eso de estar en otro planeta déjamelo a mí —agregó aquella persona, mientras seguía trabajando. 

Asentí y seguí en mis labores, ella era mi compañera Dafne, una joven morena clara de pelo corto que de su piel sobresalían unos misteriosos tatuajes. Era alegre se reía de todo, pero a la par también era muy ansiosa y movía constantemente su pie. 

—¡Vamos equipo, que este descubrimiento no se va a hacer solo! —agrego otra persona con euforia que estaba a mi lado derecho.

Ella era rubia también muy alegre, ordenada y dedicada, amaba la libertad y por tal motivo no le gustaba estar bajo tierra, se sentía como si tuviera claustrofobia y era muy espiritual. 

Escuché como la morena clara le respondió y comenzamos a trabajar en conjunto, y no lejos de donde estaba, alguien me entrego un folder con datos para este nuevo proyecto. Menciono con una amable sonrisa; 

—Si vamos como hoy no dudo que pronto encontremos eso que tanto anhelamos.

—Espero que así sea Sara, espero que así sea —respondí analizando un poco los datos. 

Ella era joven de pelo chino con algunas pecas, le gustaba mucho indagar en cualquier tema que fuera de su interés, y también le gustaba comer, para ella la hora de la comida era sagrada. Bueno para quien no lo era. 

En una gran pantalla se encontraban nuestras dos supervisoras, una de pelo rojo, fuego como si fuera un fénix, llena de magia y otra de pelo morado con lentes que le encantaba la madre naturaleza y el sentir de la tierra. 

Discutían unos puntos, todos teníamos que estar sincronizados para estos experimentos, si alguien cometía un error todo se desmoronaría, éramos una máquina de engranaje que caminaba a la perfección. 

—¡Esperen, esperen creo que tenemos algo! 

—Sí, tenemos algo… 

Profirieron casi al unísono ambas supervisoras, nosotros estuvimos atentos a nuestros datos y a la gran pantalla dónde ellas se encontraban. 

—¿Qué es lo que tenemos? —preguntó enseguida la morena clara moviendo las manos por querer saber más. 

—Tranquila Dafne no seas tan intensa. —respondió Lucero intentando calmar su ansiedad. 

Yo enseguida analice cada dato, el proyecto “El alma de Metatrón” iba más allá de encontrar una simple partícula, conoceríamos esas preguntas que nadie nos había contestado. 

¿Qué era la gravedad y cómo interactuaba con nuestro entorno? 

“Estudiando lo infinitamente pequeño intentamos comprender la infinitamente grande, esto se traduce al origen del universo, al origen del todo” 

Trague saliva al ver cómo algo cambiaba en las gráficas y cómo arrojaban nuevos datos. 

—¡Es momento que le hables a nuestro líder, él tiene que ver esto de inmediato!

Capítulo 2

“Ahora me he convertido en la Muerte [Shiva], el destructor de mundos…”

Encaramos el camino de regreso al bar ya bien entrada la madrugada. Meyrin estaba envuelta en una neblina urgente, ansiosa. Los adoquines transpiraban, exhaustos, tras el incesante tráfico diurno.

El ruido de nuestros pasos era lo único que se escuchaba en la oscuridad.

—Sería fascinante aprender a viajar en el tiempo. —dijo Eleanor, tal vez por temor al silencio casi sagrado de la noche.

—Lo que sería realmente fascinante es encontrar a alguien que no haya viajado en el tiempo —dijo el Profesor, su líder.

Antes de que pudiéramos interrogar al líder vimos que una silueta, un hombre, emergía de la niebla y las sombras. Era un señor grande de camisa roja, que caminaba lentamente apoyado en un bastón.

Silbaba. Nos sonó como arena y tiempo en los oídos.

—Al igual que las pirámides, el CERN que algunos comparan a la Torre de Babel, es una "Puerta de Dios" y, presumiblemente, sólo los iniciados conocen los secretos codificados —murmuraba, se oyó como el rugido de los tigres y los dragones. 

Al pasar junto a nosotros saludó cordialmente al Profesor y luego se perdió en la noche. Sus pasos repiquetearon a lo lejos. Como en un laberinto... 

—Profesor, ¿ese hombre era...? —cuestionó Val anonadada. 

—No hace falta pronunciar su nombre. Pero sí, era —aseguró el Profesor.

—¡Pero está muerto desde hace casi treinta años! —reclamó Eleanor rascando su cabellera.

—Para nosotros, efectivamente, está muerto —admitió el Profesor—. Pero el tiempo es una cosa muy extraña. Se dobla, se estira, se repite, se fragmenta. Una noche cualquiera, en cualquier tiempo y lugar, puede encontrarse con otra que aún no ha ocurrido y, según mi teoría, todo está conectado a El alma de Metatrón; la gravedad.

—¿Entonces cree en la posibilidad de realizar viajes en el tiempo? —cuestionó nuevamente Val, con el singular ímpetu y respeto que le tiene al Profesor.

—Por supuesto. Lo hacemos constantemente —respondió con una dulce sonrisa-

—Profesor, yo jamás he viaj... —afirmó Val dubitativa.

—Claro que sí. Salvo que pienses que la realidad está ahí afuera, por ejemplo, en esa rata que corretea entre la basura o en esa flor que se asoma desde aquel balcón, y no en sus pensamientos.

—¿Entonces? —Eleanor estaba muy confundida.

—Entonces la cuestión se resume en un problema, o para ser más precisos en una elección: la mayoría de las personas se extravían alegremente en su pequeño vértice del tiempo. Los más sensatos no advierten que el mundo, una mujer, una melodía, un verso, los distraen hacia el aquí y ahora. Los más inteligentes, los que se entregan al sueño, caminan por la eternidad. 

¡Riiin, riiin! —el Profesor vio su móvil, desvió la llamada y continuó.

»Ellos susurran conocimiento cósmico, extra-dimensional y misterioso, justo por debajo del umbral de la realidad. Esos susurros son lo suficientemente altos como para insinuar que los secretos están ahí, pero lo suficientemente tranquilos para asegurarse de que depende de nosotros actuar en nuestra conciencia subconsciente y decidir seguir El alma de Metatrón donde quiera que vaya.

¡Riiin, riiin! —volvió a desviar la llamada y prosiguió.

»Necesitamos saber cómo pensar, con el corazón y la mente, y no qué pensar, lo que cualquier máquina programable puede hacer. Sólo entonces empezaremos a escuchar con mayor claridad los susurros que el LHC nos dice en dónde excavar en busca del «Gravitrón». El conocimiento cósmico nos espera... nuestro equipo ya ha empezado a cavar. 

¡Riiin, riiin!, ¡riiin, riiin!, ¡riiin, riiin!, ¡riiin, riiin!

—¿Por qué molestas en un sábado por la madru…? —el Profesor atendió la llamada. No terminó de cuestionar a su inlocutor. Su rostro se puso pálido. Sus pupilas se dilataron tanto que por un momento parecían agujeros negros.

El Profesor tardó alrededor de 5 minutos al teléfono. Una atmósfera de misterio se dejó caer en el entorno. ¿Con quién estaba hablando? ¿Por qué de pronto todo era tan misterioso? ¿Habrán encontrado el «Gravitrón»? Tras colgar nos dijo:

—La máquina de Dios ha revelado resultados inquietantes. ¡Tenemos que ir con urgencia al CERN!

Capítulo 3

«Cada día se sabe más del universo, pero comprendemos menos»

Observé cómo arribó el profesor con sus dos alumnas, se veía ansioso, enseguida fue a los monitores y nuestras dos supervisoras le entregaron unas hojas que observó detenidamente. 

Todo se traducía a eso. 

—¡Con esto vamos a cambiar la historia! —profirió eufórico empuñando su mano con fuerza al cielo.

—¿Acaso los datos son correctos? —cuestionó su alumna Eleanor aproximándose a los monitores viendo detenidamente cada resultado arrojado por las colisiones de hadrones. 

—Parece ser que si… —dijo con cierta timidez su Val viendo con orgullo al profesor. 

—Lo ha logrado. —agrego Violeta. 

—No, yo digo que todos nosotros lo hemos logrado.

Estas últimas palabras las dijo el profesor extendiendo los brazos y dando un fuerte abrazo a Val. En ese momento todo era euforia, todo era alegría, todo era celebración. 

Si estábamos en lo correcto este descubrimiento reescribiríamos los libros, las fórmulas serian obsoletas, la visión se modificaría, y un premio Nobel estaba en puerta. 

Uno para la persona que había sacrificado todo por ese preciso momento, noches en vela esperando ese evento, tiempo de calidad en el cual estaba sumido en formular sin lamento, esa persona era él, nuestro líder, el profesor. 

—¡Ahora que podemos unificar la teoría de la relatividad con la mecánica cuántica nada nos impedirá viajar en el tiempo! 

Escuché atento sus palabras, pero algo me dijo que siguiera viendo el monitor, era un sentimiento que no podía expresar… 

¿Qué era eso que intentaba discernir sin saberlo? 

—Esto es fascinante siento que mi cabeza me va a explotar. —comentó la morena clara con una gran sonrisa mientras iba al encuentro con Lucero. 

Ambas se fusionaron en un gran abrazo. 

—Dos quarks up y un quark down forman un protón, dos quarks down y un quark up forman un neutrón, cualquier grupo de la tabla periódica está formado por una sutil combinación de quarks up o quarks down unidos por medio de gluones. Y ahora con esta partícula, con el Gravitrón tenemos todo unificado. 

Desde los astros hasta los átomos, un viaje en la etéreo con sabor a eterno. 

Un día había leído que lo más grande era el universo observable con sus imponentes 93.016 miles de millones de años luz y lo más pequeño era longitud de Planck 10-35, si tomábamos esas dos referencias y quisiéramos saber que era lo que estaba a la mitad de esa distancia uno podría pensar que sería un sistema solar o inclusive una galaxia, pero lo curioso era que la respuesta escapaba de esa lógica. Lo que estaba en medio era el tamaño de una hormiga. 

Eso me hacía pensar que el mundo microscopio era otro universo. 

Una voz me saco de aquel pensamiento en el que estaba… 

—Todo este descubrimiento es muy grato, pero antes de esto queremos contarles algo. —interrumpió seriamente la celebración Eleanor dando unos pasos hacia el frente. 

En ese momento todos guardamos silencio.

—¿A qué te refieres? —cuestione dejando a un lado los datos del monitor. 

—Me refiero…—quedó en silencio mientras observaba al profesor, él sin perder tiempo tomó la palabra. 

—Gracias Eleanor, y antes que llegáramos aquí observamos algo extraño. 

—¿A qué te refieres con extraño? —indagó la supervisora de pelo rojo Scarlet cruzándose de brazos. 

—Me refiero a que…—no terminó de articular el profesor, observó al techo por unos instantes y se llevó la mano a la barbilla mientras la acariciaba. Soltó una larga exhalación y retomó la palabra. —Antes de llegar aquí vimos al Doctor. 

–¡¡Que!!

La cacofonía no se hizo esperar en ese momento, toda la oficina era un caos de preguntas sin respuestas, algunos sacaban sus conjeturas, otros decían que eran una locura, era una cuestión sin precedentes. ¿Cómo podían a ver visto a una persona que simplemente ya no estaba en este plano terrenal? 

Fantasmas, viajes en el tiempo, alucinación… 

Él había sido una persona, un gran elemento en la construcción de la máquina de Dios como él la había apodado, su muerte fue todo un enigma y hasta la fecha no se sabe a ciencia cierta cuál fue la causa. 

El profesor estaba por tomar la palabra cuando giré de nuevo para ver el monitor y percatarme de algo… 

—¡Que mierda es eso! 

Consternado no pude decir algo más, aunque mi cabeza era una barahúnda, escuché como alguien me preguntaba y me cuestionaba yo solo pude articular; 

—El Gravitron ha rasgado la tela del espacio… 

Capítulo 4

«Existen tantos átomos en una sola molécula de tu ADN como existen estrellas en una galaxia promedio. Somos, cada uno de nosotros, un pequeño universo» 

Un día antes…

—Por fin hemos conseguido estabilizar el colisionador de hadrones. La energía suministrada al orbe es cien por cien estable. Mañana comenzaremos con las pruebas para la creación del Gravitrón —dijo el Profesor a sus camaradas. 

—¿Considera posible la existencia de universos paralelos, Profesor? —pregunté mientras me acomodaba mi corbata.

—No solo posible, sino inevitable.

—¿Inevitable? —irrumpió Scarlet con un cuestionamiento de tono escéptico. 

—Sí. Hemos dominado la tierra, las estrellas y a nosotros mismos. Ahora también seremos los poseedores del Alma de Metatrón. ¿No estamos entonces más próximos a los dioses que a un mero ser terrenal? Eso lo hace inevitable. Solo espero haber hecho bien todos los cálculos. Nadie sabe realmente lo que estoy haciendo. Si alguien se enterase de lo que he conseguido descubrir acerca del entrelazamiento de Higgs con el Gravitrón, me tacharían de psicópata sin aprecio por la vida humana. No, no, no puede ser, soy un genio. Ningún ser humano hubiera concebido jamás que algo así pudiera llevarse a cabo. Es solo que… no saben ver más allá de los riesgos. Son riesgos altos, sí, nunca nadie había generado una singularidad, mucho menos una de este tipo que nos acerque al Alma de Metatrón. Si el agujero no se estabiliza, o no consigo contenerlo, rasgaría el débil velo que protege la realidad en este universo. No, no puedo pensar en el fracaso. Esto va a ser un éxito. Los cálculos son exactos y las simulaciones no registran ningún error superior a uno elevado a la menos dieciocho por ciento», pensó el Profesor. 

[Tiempo presente]

—El Gravitron ha rasgado la tela del espacio… —ocurrió algo que me dejó sin aliento—. A pesar de lo certero que era la fisión cuántica de protones y gluones dentro del orbe del colisionador, su iridiscencia traspasó los imanes dipolares... se produjo un efecto espectacular. El núcleo entro en un estado plasmático. 

El modelo estándar de la física de partículas, todos mis conocimientos académicos sobre física de partículas se estaban desmoronando. 

Lo que antes parecía un frío laboratorio de colores sobrios se convirtió de pronto en una enorme superficie al rojo vivo. Los tanques de Helio parecían crepitar con unas llamas fantasmales que iluminaban todo a su alrededor cubriéndolo de un tono carmesí; reventó y expulsó esquirlas que nos causaron heridas graves. Boquiabierto, no supe definir si estaba pasmado por su belleza o por lo perturbador del efecto. Aquello no parecía demasiado natural.

Sin analizar mucho más la escena que se desplegaba ante mis ojos, anonadado, con el corazón desbocado y los ojos desorbitados por el terror, intenté salir corriendo del laboratorio. A pesar de la adrenalina que circulaba por mi torrente sanguíneo, los temblores fruto de la desesperación me hicieron tropezar y caer de bruces contra el suelo a escasos metros de mis colegas. 

Sin prestarles ningún tipo de atención a ellos empecé a palparme el cuerpo, comprobando la gravedad de las heridas producidas por aquellas esquirlas oscuras que se habían clavado en mi carne. Pero no encontré nada. Mi cuerpo estaba intacto. No tenía heridas, ni sangre, ni desgarros en la ropa. Nada. Estaba en las mismas condiciones en las que había accedido al CERN. 

Mi visión era borrosa. Pero vi como un anciano de camisa roja emergió de aquella singularidad… al vernos allí tendidos, temblando y farfullando frases inconexas, demostró una falta total de empatía y comprensión de la realidad. 

—Alquimista, esto no es más que la punta del iceberg, ya lo verán… 

¿Alquimista? Solo una persona me decía alquimista, pero él estaba muerto desde hace 30 años en el primer experimento del LHC.

—¿Y a mí qué coño me importa? ¿Quién te has creído que eres, anciano de mierda? —cuestionó Dafne al tiempo que una sombra de duda cruzó su cara—. ¿De dónde cojones saliste? 

Él no se dignó a contestar aquellas absurdas preguntas. Ni siquiera las escuchó. Estaba concentrado en recordar. En recordar quién era. En recordar quién había sido. Ya no era el Doctor, porque Ocurrente había muerto, Ocurrente ya no existía…

Capítulo 5 

“Es curioso ver como los planetas giran alrededor del sol, y también saber que los electrones giran alrededor del núcleo” 

Aquella persona, aquel Doctor ahora estaba frente a nosotros. 

Alquimista. 

Alquimista. 

Alquimista. 

Retumbaba en mi cabeza una y otra vez. ¿Acaso eran ciertas esas palabras que había dicho hace poco y ahora él estaba aquí? 

Y si es… 

—No soy una puta alucinación. —me interrumpió abruptamente cuando algo en mi mente se estaba formulando. —Y ni tampoco soy un psíquico de mierda, solo veo el tiempo y el espacio de otra forma… 

Sus palabras quedaron a la deriva con asombro mientras tomé a una de mis compañeras para ayudarla a incorporar, ella solo dijo unas palabras y vimos con asombro como brazo, pierna, pecho y parte de la cara del Doctor estaban fusionados con partes… 

Orgánico, mecánico. Células con metal. 

—¿Qué fue lo que te paso después de esa primera prueba del LHC? ¿Por qué nunca encontramos tu cuerpo? ¿Por qué estás aquí? 

El profesor con un movimiento dejó atrás a Val, ahora había algo que lo cautivaba, las preguntas estaban llenas de fuerza y vehemencia por querer saber más, por dilucidar y escudriñar en el pasado. 

Remembranza. 

Hubo un corto silencio que a todos nos embargó, el tiempo parecía que se detenía, que se deformaba, que se fragmentaba.

Vi como el fuego aminoraba, los tanques de Helio, esas llamas quedaron en vilo, una de nuestras supervisoras parecía hipnotizada por esa lumbre perpetua que estaba frente a ella, ella era Scarlet parecía que estaba en completo shock. Por otra parte, Sara ayudaba a Lucero a incorporarse parecía que había tenido un esguince en el tobillo. La morena clara seguía viendo con desdén a esa persona que estaba frente a nosotros, tenía los brazos cruzados, fruncía el ceño y movía el pie constantemente. Nuestra otra supervisora Violeta estaba haciendo una plegaria. Eleanor la otra alumna del profesor estaba analizando todo nuestro entorno, mientras que Val estaba un poco consternada por todo lo que estaba pasando. El profesor estaba a un lado mío, nos encontrábamos al frente. 

Al frente de su proyecto, al frente del alma de Metatrón.

Después de unos segundos retomó la palabra. 

—Esto es una efímera parte de los viajes en el tiempo. —la voz parecía que se distorsionaba, era como metálica. —Esto es el resultado del Gravitrón… 

—¿¡Qué es todo esto!?

Mierda no podía hilvanar todo eso que estaba aconteciendo, ¿acaso era nuestro inevitable final?, ¿En nuestro fuero interno por descubrir más sobre el universo nos llevaría a la total destrucción?

Los viajes en el tiempo eran la fuente de todo esto, pero de igual forma el origen de nuestro pasado… 

—Profesor estuvimos mal desde el principio en las ecuaciones. 

Una tenue voz nos saco de aquel estupor, giré para ver de quien provenía esas palabras, era Eleanor que veía exaltada las pantallas. 

—¿En qué nos equivocamos si todo estaba en completo orden? Las ecuaciones eran estables en su totalidad. —respondió incrédulo el profesor mientras se llevaba ambas manos a la cabeza, no creía en todo ese caos que estaba a su alrededor.

—No había fallas, todo estaba calculado, todo estaba calculado a la perfección. 

—Si, todo, pero esto no. —respondió el Doctor viendo esa masa amorfa iridiscente de la cual había emergido.

Después una voz, o mejor dicho su voz estaba en cada uno de nosotros porque el silencio nos embargó mientras lo escuchábamos en nuestra mente. 

—El tiempo nosotros lo concebimos como si fuera una línea recta, esta de esa forma en las ecuaciones, en las leyes, en nuestras teorías. Pero estamos equivocados, no es una línea recta, tampoco se puede fragmentar o doblar como usted había pensado Profesor. El tiempo es una maldita espiral una que va desde antes del Big Bang de este universo, una espiral que nos consume y que somos presa de ella, una espiral que en determinado punto uno se traslapa y forma un círculo perfecto, uno en el cual uno puede acceder a diferentes tiempos. El presente, pasado y futuro están eclipsados, están vinculador, están fusionados… 

—De nuevo esto no está nada bien. —volvió a mencionar Eleanor viendo otro monitor. 

Trague saliva de solo pensar en todo esto que estaba pasando, ¿Y ahora como solucionaríamos este problema? Todo este dilema…

—¿Qué es lo que pasa? —profirió Lucero caminando con la ayuda de Sara sin importar el dolor que sentía en el tobillo.

—¡Hay cambios climáticos en todo el mundo! 

De nuevo la voz en nuestro interior. 

—Y eso es solo el principio… 

Capítulo 6 

«El tiempo es la duración distinguida por ciertas medidas» 

Scarlet frunció el ceño, todavía con una expresión de escepticismo en su rostro.

—Pero eso suena demasiado fantástico, ¿no crees? ¿Cómo podemos estar seguros de algo tan audaz? 

El Doctor sonrió y se acercó a un pizarrón repleto de ecuaciones y diagramas complejos. 

—Comprendo tu escepticismo, Scarlet. Sin embargo, a lo largo de mi vida he recopilado un cuerpo creciente de evidencia teórica respaldada por experimentos de vanguardia. Las propiedades de las partículas subatómicas nos han llevado a inferir la existencia de múltiples dimensiones y la posibilidad de universos paralelos entrelazados con el nuestro; interpretar el tiempo como espiral, es la clave. 

Intrigado por la conversación, me acerqué al pizarrón para examinar las ecuaciones. La notación matemática era abrumadora, pero el Doctor explicó con paciencia. 

—Observa aquí —dijo, señalando un conjunto de fórmulas—. Estos cálculos sugieren que nuestras acciones y elecciones cotidianas podrían estar generando una bifurcación en la realidad, creando diferentes ramas de universos posibles. Cada vez que tomamos una decisión, el universo se divide, dando lugar a múltiples realidades que coexisten en paralelo. 

La idea parecía desafiar la lógica, pero poco a poco comenzó a asimilarla. Todos parecían más intrigados ahora, mientras el Doctor continuaba. 

—El colisionador de hadrones que hemos estabilizado nos permitirá explorar estas teorías de manera más tangible. Con el Gravitrón, podremos acceder a regiones del espacio-tiempo donde la conexión entre universos es más evidente. Seremos testigos de la interacción entre realidades y, quizás, descubriremos nuevas leyes físicas que rigen estos universos paralelos.

La excitación y la curiosidad se apoderaron de nosotros mientras imaginábamos las posibilidades. El viaje a través de las dimensiones, la comprensión de realidades alternativas y el descubrimiento de lo desconocido se extendían ante nosotros como un vasto horizonte de conocimiento. 

Así, en ese laboratorio, nos preparamos para dar el primer paso hacia la comprensión de los universos paralelos y desvelar los secretos ocultos que podrían alterar nuestra percepción del mundo tal como lo conocemos. 

Mientras nos maravillábamos ante las perspectivas de explorar universos paralelos, un evento inesperado sacudió el laboratorio. Una repentina vibración sacudió las paredes, y una intensa luz resplandeció desde el colisionador de hadrones. 

Ante nuestros ojos asombrados, una figura imponente emergió lentamente de la singularidad cuántica.

Era Shiva, la deidad hindú de la destrucción y la transformación, manifestándose en nuestra realidad. Su presencia era abrumadora y sublime al mismo tiempo. 

El Profesor, Scarlet, Eleanor, Val, Dafne, Violeta, todos… incluso el Doctor, se quedaron sin palabras, y yo me encontré retrocediendo instintivamente, asombrado y cautivado por la aparición divina. Shiva irradiaba una energía trascendental, su mirada penetrante transmitía una sabiduría ancestral y una calma inmutable. 

—Bienvenidos, hijos del conocimiento y la exploración —resonó la voz de Shiva en nuestras mentes—. Su búsqueda de los universos paralelos ha alcanzado un nivel en el que nuestras realidades convergen. 

Inmediatamente, una sensación de serenidad y respeto nos envolvió, disipando cualquier atisbo de miedo o incredulidad. El Profesor, recobrando la compostura, se adelantó con reverencia. 

—Oh, gran Shiva, ¿qué significado tiene tu aparición en este momento crucial de nuestros descubrimientos? 

Shiva sonrió, y su sonrisa parecía contener todo el conocimiento y la vastedad del universo. 

—Ustedes, buscadores incansables de la verdad, han abierto las puertas hacia el entendimiento de las múltiples facetas de la existencia. Su resiliencia y sed de conocimiento los han llevado al umbral de la comprensión más profunda. 

Nos sentimos honrados por su reconocimiento, pero el Doctor, con curiosidad insaciable, no pudo contenerse y preguntó: 

—Shiva, ¿qué nos puedes enseñar sobre los universos paralelos? ¿Existe un propósito más amplio detrás de su existencia? 

La deidad se sumergió en un momento de reflexión antes de responder con serenidad. 

—Los universos paralelos son infinitas posibilidades que coexisten en la red de la creación. En cada rama de la realidad, se revelan diferentes lecciones y oportunidades de evolución. La comprensión de esta multiplicidad es esencial para la expansión del alma y la trascendencia del yo limitado. 

Sus palabras hicieron eco profundamente en nuestras almas, y la magnitud de lo que estábamos a punto de descubrir se hizo aún más evidente. 

Shiva extendió sus manos hacia nosotros, llenándonos de una energía cósmica. 

—Hijos del conocimiento, os ofrezco mi guía y protección mientras se adentran en los misterios de los universos paralelos. Acepten mi bendición y continúen su búsqueda con humildad y sabiduría. Que sus descubrimientos trasciendan los límites de lo conocido y abran nuevas perspectivas para la humanidad. 

No dudamos, por alguna razón estábamos actuando instintivamente.

Agradecidos y emocionados, nos inclinamos ante Shiva, sintiendo la presencia divina que nos acompañaría en nuestro viaje hacia lo desconocido. Mientras avanzábamos con resiliencia y una fe renovada, estábamos preparados para desvelar los secretos ocultos y abrir las puertas hacia los vastos horizontes de los universos paralelos. 

Justo cuando nos disponíamos a embarcarnos en la exploración de los universos paralelos bajo la guía de Shiva, una segunda singularidad se abrió en el laboratorio. De ella emergió Cronos, el antiguo Dios del Tiempo de la mitología griega. Su presencia era imponente y aterradora, irradiando un aura de poder descomunal. 

La aparición de Cronos provocó una perturbación en la realidad misma. El flujo del tiempo comenzó a desvanecerse y distorsionarse a nuestro alrededor. Nuestros relojes se detuvieron y las leyes que gobernaban el continuo temporal se desmoronaron ante la presencia del Dios. 

El Profesor, el Doctor y yo nos miramos con preocupación mientras el caos se desataba en el laboratorio. El Profesor tomó la palabra, intentando mantener la calma. 

—Cronos, antiguo señor del tiempo, ¿por qué has venido a interferir con nuestra realidad? ¿Qué buscas? 

Cronos miró fijamente al Profesor con ojos penetrantes y una sonrisa siniestra en su rostro. 

—La arrogancia de los mortales al jugar con los hilos del tiempo ha desatado mi ira. Se consideran capaces de manipular los universos paralelos, pero no tienen ni idea de las consecuencias de sus acciones. He venido a recordarles a todos quién es el verdadero soberano del tiempo. 

El poder de Cronos era abrumador, y la destrucción del continuo temporal se desplegaba ante nosotros. Nuestro propósito original de explorar los universos paralelos parecía haberse visto ensombrecido por la aparición de este Dios vengativo. 

Scarlet —con su instintiva irreverencia– enfrentó a Cronos con hostilidad en su voz. 

—No podemos permitir que destruyas el tiempo y pongas en peligro la existencia misma. Si queremos explorar los universos paralelos y comprender la naturaleza de la realidad, debemos encontrar una solución pacífica. 

Cronos soltó una risa burlona mientras levantaba su mano y el tiempo se ralentizaba a nuestro alrededor. 

—Sus palabras son vanas, mortales. Mi poder es absoluto y nadie se atreverá a desafiarme. 

En ese momento, Shiva intervino. 

—Cronos, antiguo Dios del Tiempo, comprendo tu enojo, pero la destrucción no es la respuesta. Juntos, podemos encontrar una solución que preserve el equilibrio y la armonía en la realidad. 

El enfrentamiento entre los dos poderosos seres divinos era inminente, mientras nosotros permanecíamos en el centro del caos. Nuestra resiliencia sería puesta a prueba una vez más, mientras nos enfrentábamos a la destrucción del tiempo y luchábamos por encontrar una solución que salvaguardara nuestra búsqueda del conocimiento y la exploración de los universos paralelos. 

El enfrentamiento entre Shiva y Cronos se desencadenó en un estallido épico. Sus fuerzas divinas chocaron violentamente, desgarrando la realidad y destrozando el laboratorio que una vez fue nuestro refugio de conocimiento. 

La energía desatada por ambos dioses era inmensa, envolviendo todo a su alrededor en un torbellino caótico. La destrucción del tiempo se aceleraba, creando ondas de distorsión que amenazaban con consumirnos por completo. 

Mientras observaba el combate entre Shiva y Cronos, un torrente de pensamientos y emociones me inundó. 

La realidad se estremecía ante cada golpe que Shiva y Cronos intercambiaban. Los destellos de energía divina iluminaban la sala mientras los dioses se enfrentaban en una danza cósmica. 

Shiva, con su cuerpo cubierto de cenizas y un tercer ojo ardiente en su frente, se movía con una gracia inigualable. Sus gestos eran precisos y fluidos, su danza de destrucción y transformación era una manifestación de su poder ilimitado. 

Cronos, en contraste, irradiaba una aura sombría y envejecida. Su figura imponente estaba envuelta en túnicas negras y su guadaña, símbolo de la muerte y el tiempo, brillaba ominosamente. Cada movimiento suyo resonaba con la frialdad del tiempo implacable. 

El combate se desarrollaba en múltiples niveles de realidad, distorsionando el espacio y el tiempo a su alrededor. Ondas de energía sacudían el laboratorio, desprendiendo chispas de energía cósmica y deformando la estructura misma del edificio. 

El Profesor, en medio de la destrucción inminente, se sintió abrumado por la magnitud de los acontecimientos. Su búsqueda de conocimiento y la apertura de los universos paralelos se habían convertido en una batalla épica entre fuerzas divinas. 

Mientras observaba a Shiva y Cronos luchar, el Profesor comprendió la fragilidad de su existencia frente al poder insondable de los dioses. 

En medio del caos, una figura etérea emergió, se apoderó de Val y se transformó en una Valkiria, una mensajera de los dioses. Su presencia irradiaba poder y sabiduría ancestral. Con un gesto de su mano, conjuró un vórtice temporal y nos rescató justo en el último instante.

Todos fuimos separados y dispersados en diferentes eras del tiempo… 

Capítulo 7 

“¿Cómo se formó el universo? En cada agujero supermasivo, en esa singularidad, en ese caos, se guarda el secreto del Big Bang” 

Caos, caos, desorden y destrucción era lo que habíamos dejado atrás, pero no solo eso, mi mente era un completo pandemónium, los pensamientos que resonaban en mi interior eclipsaban las decisiones, colapsaban en el mismo universo.

Experimente una caída libre que no supe si había durado segundos, horas, minutos o toda una efímera eternidad. 

Era un túnel, un corredor infinito en el cual estaba completamente perdido. 

El tiempo como una espiral. 

Diferentes dimensiones. 

Universos paralelos. 

Secretos del orbe. 

¿Qué mierda era todo esto? 

Yo seguía pensando en aquellas partículas sub atómicas que desmenuzábamos en el gran colisionador de hadrones. Creía en la física cuántica, creía en la ciencia, pero gracias al Gravitron y al proyecto el alma de Metatrón ahora todo había cambiado. 

Todo se había deformado. 

Ahora estaba solo sin saber a dónde ir. 

Cómo era posible que un efímero tanque de hidrogeno comprimido daba el inicio a una cadena de aceleradores, a dichos átomos se les arrancaban los electrones, solo quedaban los protones y ahora estaba perdido en otra dimensión. 

¿Y mis compañeros? 

¿Dónde están? 

¿Qué es de ellos? 

Es…fue…será… 

—¡Que mierda es este lugar! 

Intenté gritar lo más fuerte que pude, pero mi voz quedó en la absoluta nada, solo un eco irresoluto en la cacofonía del universo. 

Evoque vagamente antes de aquella colosal pelea entre esos dioses, Shiva-Crono como en el monitor se había producido unos cambios climatológicos en el mundo; 

Argentina nevadas que los habían tomado por sorpresa. 

España con huracanes, F5 destruyendo todo a su paso. 

Venezuela era azotada por terremotos y tsunamis. 

Colombia por su parte estaba siendo consumida por grandes tormentas. 

Y en México el anillo de fuego desencadeno la erupción en cadena de todos los volcanes. 

Esto no tiene nada de orden o explicación… era como si el mundo no tuviera brújula y estuviera en completa confusión. 

Una vorágine en toda su extensión. 

Pero ahora me encontraba en otra parte una donde no había un arriba o un abajo, donde no había un norte o un sur. 

Así era el espacio, esto dejaba atrás al principio de exclusión de Pauli, estaba volando, nadando o gravitando en una especie de materia, parecía el quinto estado, un sutil condensado de Bose-Einstein, aunque a decir verdad esto podría ser la misma materia oscura que tanto buscábamos. 

—Tengo…tengo que encontrar a alguien…Profesor, Doctor, Scarlet, Sara, Dafne, Eleanor, Lucero...donde…donde están… 

Después de ese pensamiento el túnel parecía que se estabilizaba, o tal vez yo era el que se amoldaba. Parecía un agujero de gusano, miles o millones de luces se veían a la distancia, eran como canicas, así que deduje que se trataban de universos. 

De universos paralelos. 

—¿Cómo mierda voy a encontrarlos? Esto es peor que buscar una aguja en una galaxia de pajar… 

Fue en ese momento que una voz, una tenue voz llegó a mi interior. 

Pero como era eso posible, como era posible que escuchara la voz de ella, se trataba de mi compañera Lucero, sabía que ella era muy espiritual, y que creía en la energía interna del ser humano, pero en realidad era ella… 

Ahora no era tiempo de desconfiar, ahora tenía que poner todo mi empeño en encontrarlos, juntarlos, regresar a la tierra, cerrar ese maldito agujero cuántico y que la tierra regresé a la normalidad. 

Si tenía que hacer algo, ahora era el momento. 

Cerré los ojos y dejé de pensar en el modelo estándar, en todas las fórmulas de Faraday, Maxwell, Dirac…era tiempo de ser uno con los universos paralelos. 

Del corredor emergió una tenue luz, sin pensarlo me dispuse a ir a ese lugar, caminaba, pero no había piso, era como estar en vilo, un funámbulo en el universo. 

Traspase el umbral de las dimensiones alternas, arribe a un lugar parecido a la tierra, pero la diferencia radicaba que en el cielo se vislumbraban tres soles de distintas proporciones.

Caminé y pude ver una gran torre, estaba hecha de cristal, caminaba con sigilo, antes de gritar uno tenía que observar. 

—Si estas por aquí te encontraré. —susurré apenas para que mi voz me hiciera compañía en esa travesía.

La torre de cristal tenía proporciones inmensas, colosales columnas se fusionaban con las nubes. 

Se podía escuchar un leve zumbido, no era molesto, pero se iba intensificando, también percibí un sutil olor acre.

Seguí avanzando hasta llegar a la puerta de la torre, estaba por cruzar el umbral cuando me detuve para observar con un poco más de atención dicho cristal.

Por un momento quede petrificado y es que al parecer el cristal tenía vida… 

¿Pero cómo era eso posible? Algo en su interior se movía, como si fueran células o… 

—¡Vamos por acá! —alguien me tomó por sorpresa por la espalda mientras me tapaba la boca para que no gritara. 

Giré un poco la cabeza y vi de quien se trataba, era mi compañera Lucero, me llene de gusto estuve a punto de decir algo cuando ella hizo un ademán de mano para que guardara silencio. 

—Por aquí. —murmuro moviendo la cabeza para que la siguiera. 

De nuevo tenía mil preguntas y ni una respuesta. Avanzamos por un pasillo, subimos algunas escaleras todo esto en silencio, el lugar parecía abandonado, quería pregúntale por los demás, pero no me dio esa oportunidad. 

—Ahora por acá. 

Lucero se movía con agilidad, evoque con cierta perspicacia el esguince en su tobillo. 

¿Cómo era que ahora podía caminar tan bien? 

—Luce… —no termine ni siquiera de pronunciar su nombre cuando me interrumpió abruptamente. 

—Sé que tienes muchas preguntas, pero créeme que he estado aquí mucho tiempo y no tenemos que demorarnos. 

—Pero… 

—No hay tiempo que perder. —refuto alentándome para que le siguiera más rápido. 

El silencio nos envolvió y de nuevo ese zumbido nos alteró. 

—Ya está próximo a suceder. 

Y después de estas palabras comentó que había estado allí por mucho tiempo estudiando esa enigmática torre de cristal, que era un laberinto que cada día la configuración cambiaba y que nunca había llegado al final. 

También dijo que lo que había visto con atención, eso que parecía que tenía vida no eran células, sino un tipo de organismos que no estaban vivos ni muertos, que eran virus, virus que iban de planeta en planeta invadiendo galaxias enteras y que en la torre resguardaban la información de todas sus conquistas. 

Finalmente me dijo que era un milagro que hubiera llegado en ese preciso momento, que no había contactado con nadie y por un momento pensó que estaba loca, pero que fue gracias a su resonancia con su espíritu y la energía interna que le dio sabiduría y fuerza para seguir adelante. 

Después de un tiempo de subir y bajar escaleras, de atravesar pasadizos secretos habíamos llegado a un lugar mágico. 

—Por fin… 

Fueron las únicas palabras que dijo mientras observaba un enigmático y resplandeciente objeto que estaba en lo más alto de la torre. 

—Eso es. —proferí dando unos pasos para contemplarlo un poco mejor.

—Es el “trapezoedro iridiscente”.

—¿Y para qué es? ¿o que es lo que hace? —cuestione con un poco de escepticismo, yo estaba más al pendiente de encontrar al resto del grupo no en ese misterioso objeto. 

—No lo sé, pero sé que la tierra lo ocupa. 

No hubo más en su respuesta, dio unos pasos hacia el frente e intenté detenerla, si lo que estaba hecho la torre eran virus era mejor tomar sus precauciones en ese lugar. 

Sin embargo, ella con un movimiento sutil de manos siguió avanzando, el cielo estaba a punto de oscurecer, los tres soles estaban en el horizonte, había un pletórico arrebol que entremezclaba los colores, rojizo, anaranjado y azul. 

Era sublime. 

Lucero tomó el trapezoedro y algo cambio en la atmósfera, la torre comenzó a mutar. 

—¿Recuerdas cómo llegamos? —dijo corriendo y saliendo de esa habitación. 

Era evidente que no recordaba el camino, para mi cada puerta era idéntica a la anterior, sin mencionar los pasillos y las paredes.

Descendíamos sin voltear hacia atrás, sabía que algo cambiaba y se estaba transformando, si queríamos salir de allí teníamos que poner todo nuestro esfuerzo por vislumbrar la salida. 

Seguía sus pasos, en ocasiones me costaba trabajo, sentía que el aire me faltaba, el pecho me quemaba, los pulmones se atrofiaban, el zumbido se intensificaba y el corazón se desbordaba. 

Pero ella siempre sabía qué camino tomar, era como si alguien o algo la estuviera guiando. 

Un tenue céfiro vislumbro una figura, una tenue luz que se perdía.

¿Acaso era la diosa Shiva? 

No tuve tiempo de preguntar cuando el piso comenzó a estremecerse, cruzamos una puerta y pudimos salir, caímos, pero al final ella tenía esa pieza. Emitía un color diferente, era una mezcla de todos los colores permutando en equilibrio con brillo. 

—¿Y ahora como saldremos de aquí? 

La pregunta iba con premura, giré para ver qué era eso que nos seguía, y de la torre de cristal ya no había ni un vestigio, ahora se había transformado en algo, ahora los virus se habían agrupado formando un virus bacteriófago. 

El ser al que nos enfrentábamos era una amalgama de virus, un colosal virus bacteriófago con una estructura asombrosamente compleja. Su cabeza, de simetría icosaédrica, constituía un prisma hexagonal intercalado, adornada con un enigmático collar de cristales cuánticos que parecían emanar energía desconocida. Una vaina en espiral se extendía desde su núcleo, rodeada por una placa basal y rematada con seis enormes fibras de cola que se movían con una agilidad inquietante. Era una aberración científica en todo su esplendor, una entidad cuyos designios escapaban por completo a nuestra comprensión. 

Con cada paso que dábamos, nuestras pulsaciones aceleradas, esquivábamos ágilmente los ataques mortales de esa criatura titánica. El tiempo parecía dilatarse mientras huíamos, conscientes de que un solo error podría condenarnos a ser aplastados bajo una de sus imponentes patas, cuya masa descomunal amenazaba con convertirnos en insignificantes despojos. 

Sin embargo, en ese preciso instante, cuando la amenaza parecía inminente, Lucero demostró una velocidad de reacción sobrehumana. Guiada por un instinto salvador, logró empujar al Alquimista fuera de la trayectoria mortal, librando a ambos de un destino infausto. El suspenso y la gratitud se entrelazaron en un instante eterno. 

Una vez repuestos del trance, Lucero y el Alquimista comprendieron que, para escapar de aquella entidad monstruosa, requerían un plan que desafiara las mismas leyes de la ciencia. Recordando fragmentos de conocimientos dispersos, Lucero evocó la fragilidad inherente de los virus bacteriófagos bajo condiciones específicas. La mente de Alquimista se iluminó con la posibilidad de manipular la estructura misma de la criatura mediante su dominio de la alquimia y los cristales cuánticos. 

Así, con cautela y determinación, ambos se aproximaron al ser compuesto de virus. Alquimista había desarrollado una mezcla alquímica tan enigmática como efectiva, capaz de desestabilizar la estructura del colosal bacteriófago. Dirigiendo sus movimientos con precisión milimétrica, lanzaron la mezcla hacia el collar de cristales cuánticos que adornaba la cabeza de la entidad. Inmediatamente, los cristales comenzaron a emitir destellos de luz resplandeciente y vibraciones inaudibles para el oído humano, debilitando progresivamente la estructura misma del ser. El suspense alcanzó su cúspide, pues ignorábamos las consecuencias de nuestras acciones. 

Aprovechando la distracción del monstruo que comenzaba a perder su fuerza, Lucero y Alquimista se adentraron valientemente en la enigmática vaina en espiral que conformaba el centro del ser. Cada paso requería una precisión extrema, pues las vibraciones convulsivas de las colas semejantes a patas amenazaban con aplastarlos en cualquier momento. La oscuridad los envolvía, alimentando el suspenso que se infiltraba en sus almas, pero continuaron avanzando sin titubear. 

Al final de aquel angosto y siniestro camino, emergieron a través de un pequeño orificio ubicado en la cabeza del ser compuesto de virus, donde la luz del mundo exterior les recibió como una redentora bendición. El alivio y la exaltación se entrelazaron en un estallido de emociones liberadas, mientras se alejaban a toda prisa, conscientes de que habían desafiado los límites de la ciencia y superado una experiencia aterradora. En su huida, se prometieron que su encuentro con la entidad colosal quedaría grabado en los anales de la ciencia, como una muestra de la inquebrantable fuerza de la mente humana frente a lo desconocido. 

Tras emerger de aquel orificio en la cabeza del ser compuesto de virus, Lucero y Alquimista se encontraron en un escenario desconcertante. La luz que los envolvía era intensa y brillante, como si hubieran cruzado el umbral de la realidad misma. Sin embargo, su perplejidad duró poco, ya que pronto se dieron cuenta de que se encontraban en el umbral del Corredor Infinito. 

La vastedad de aquel portal era abrumadora. Una serie de pasillos en espiral se extendían hacia lo infinito, y destellos de partículas subatómicas danzaban a su alrededor, como si estuvieran tejiendo la trama misma del tiempo y el espacio. El suspenso se intensificó mientras Lucero y Alquimista comprendían que habían logrado acceder a una dimensión inexplorada, una intersección entre la realidad y lo desconocido. 

Con cautela y asombro, se adentraron en el Corredor Infinito. A medida que avanzaban, la arquitectura misma del espacio parecía fluctuar y vibrar en resonancia con sus propias energías. Cada paso les llevaba más allá de las fronteras de lo convencional, adentrándose en un dominio donde las leyes de la física parecían desvanecerse. 

La tensión se entrelazaba con la emoción mientras los viajeros se dejaban llevar por las corrientes invisibles que les guiaban por aquel laberinto cuántico. De vez en cuando, vislumbraban destellos de partículas subatómicas que colisionaban y se desintegraban, liberando energías incomprensibles. El choque de fuerzas fundamentales y las sutiles fluctuaciones del espacio tiempo creaban una sinfonía de misterios cósmicos. 

Y entonces, justo en el horizonte de su visión, una tela invisible parecía desgarrarse, revelando una fisura en el espacio tiempo. Una luz deslumbrante emanaba de ella, invitándolos a cruzar hacia un destino incierto pero emocionante. Con determinación y un sentido de aventura, Lucero y Alquimista se acercaron a la apertura y, sin vacilar, atravesaron el umbral. 

Un destello final envolvió sus sentidos, y cuando recuperaron la conciencia, se encontraron de vuelta en el laboratorio del Colisionador de Hadrones. Los científicos y técnicos que allí trabajaban les recibieron con sorpresa y júbilo, pues se creía que Lucero y Alquimista se habían perdido para siempre en el entramado de la realidad cuántica. 

—¿Qué... qué ha sucedido aquí? Esto no puede ser real. El laboratorio está en ruinas, como si hubiera sido devastado por una fuerza desconocida —dijo Lucero, observando el desolado laboratorio.

—No puedo creer lo que veo. Todo está destrozado, como si hubiera ocurrido una catástrofe de proporciones épicas. Pero... ¿cómo hemos llegado a esta era? ¿Dónde están los demás? —dije frunciendo el ceño. 

—Recuerdo que estábamos realizando un experimento en el Colisionador de Hadrones —con confusión en su voz—. Estábamos tratando de comprender una singularidad cuando... algo extraño sucedió. ¡Emergieron Shiva y Cronos de la nada, y comenzaron una batalla épica! La realidad se desgarró, y luego... luego fuimos dispersados en el tiempo por una Valkiria. 

—Entonces, si nosotros dos hemos llegado aquí, dispersados en el tiempo —asimilando la información—, ¿qué ha sucedido con el profesor, el doctor, Dafne, Val y Eleanor? ¿Dónde están? ¿También fueron arrastrados por esta tormenta temporal? 

—No lo sé, Alquimista. No puedo ni siquiera imaginar lo que han tenido que enfrentar. Estamos en una época desconocida, en un laboratorio en ruinas. Debemos encontrar respuestas y descubrir qué ha sucedido con nuestros amigos —con voz entrecortada. 

—Tienes razón, Lucero. No podemos quedarnos aquí sin hacer nada. Debemos buscar pistas, rastros de los demás. Tal vez haya algún registro o indicio de su paradero. Aunque estemos perdidos en el tiempo, no podemos renunciar a encontrar a nuestros compañeros… 

—Estoy de acuerdo, Alquimista. Aunque el panorama sea desolador, debemos mantener la esperanza y navegar en esta realidad distorsionada. 

El diálogo entre Lucero y Alquimista se llena de incertidumbre y determinación. Aunque se encuentran en una era devastada y desconocida, su vínculo y su resolución les impulsan a buscar respuestas y reunirse con sus amigos perdidos. A medida que se adentran en la realidad distorsionada, enfrentarán desafíos inimaginables en su búsqueda por restaurar la normalidad y resolver el misterio que rodea la singularidad que los dispersó en el tiempo.

Capítulo 8 

“La luz perpetua nació de la idílica oscuridad que en ella oscilaba”

—Tengo que encontrar a mis amigos… regresar a mi tiempo…regresar al gran colisionador de Hadrones…regresar al CERN… 

Amor. Amor es esa fuerza que prevalece, ante todo, y ante todos. Es lo más fuerte del universo, creo que puede mover montañas en el firmamento, no sé qué más pueda expresar de esto, pero era algo que me hacía estremecer. Era intensidad que florecía en mi interior y al amanecer.

El sueño me consumía, pero gravitaba en pensar y no pensar, en ocasiones el pensar de más me había llevado a una total e irremediable ansiedad y el mover el pie era lo que me tranquilizaba. Ahora intentaba levantarme y salir adelante, un nuevo día, un nuevo propósito, un nuevo respiro, una nueva oportunidad. 

—¡Que calor es el que hace!

Proferí levantando la cabeza hacia el cielo, el sol aquí era potente, si uno no estaba en una sombra, en cuestión de minutos podría deshidratarse.

Me encontraba a las afueras de la biblioteca de Alejandría era el año 133 d.c. Un colosal lugar lleno de papiros construido por Alejandro Magno que tenía la finalidad de copilar todas las obras del ingenio humano, de todas las épocas y de todos los países, que deberían quedar para la posteridad.

Una ambiciosa colección inmortal. 

Todo lo que tocaba el hombre era para él; tierras, culturas, secretos, conocimientos… 

«Veni, vidi, vici»

Frase propia de Julio Cesar después de conquistar de manera sobresaliente sobre Farnaces II del Ponto en la batalla de Zela. 

Aunque a ciencia cierta la realidad era otra, ahora que conocía el corredor infinito y sus consecuencias sabía que éramos insignificantes en el universo. 

—Tengo que encontrarlo… 

Mi voz sonaba como un susurro apenas audible en medio de aquel concurrido lugar, cientos de personas llegaban a diario con diferentes papiros para traducirlos y resguardarlos en ese lugar.

Me escabullí entre las personas para que no se percataran de mi presencia, días anteriores había visitado las pirámides de Egipto; Keops, Kefrén y Micerinos era otro nivel, nunca imagine que algo tan majestuoso se pudiera apreciar con tanta belleza. 

Y ahora estaba buscando a esa persona, esa que me pudiera dar algún indicio de como regresar… 

—Debe de estar por aquí…debe de estar por alguna parte… 

Estar en la antigüedad era conocer las mentes más brillantes de nuestra historia, conversar con las personas que dejaron huella en la humanidad, y ahora trataba de encontrar a una de ellas. 

Solo esperaba que el tuviera las respuestas para poder regresar. Caminaba con sigilo esperando verlo, según informantes me habían dicho que siempre venía a la misma hora y trabajaba en su manuscrito. 

Estaba por desistir cuando inesperadamente a lo lejos lo visualice. 

Por un momento pensé que nunca lo encontraría, con la cabeza agachada y con un capuchón caminé entre las personas, siempre cuidando que no se percataran de mi presencia. 

Como una sombra que se mueve en plena calma sobre la noche. 

—Es una teoría interesante, planetas y soles girando a nuestro alrededor… 

Proferí con una voz un poco grave en una esquina sombría, mis palabras llamaron su atención. 

—Así es el tratado astronómico “Almagesto”. —respondió dejando lo que estaba haciendo y ciñendo la mirada. 

—¿Y qué es lo que significa? 

—Significa “El gran tratado”. No hay nada mejor que estudiar el universo con datos existentes, y aquí el movimiento de los planetas nos da el resultado de un modelo geocéntrico donde todo gira a nuestro alrededor. 

—Un buen concepto. —respondí entre las sombras evocando como mi cabeza podría ser el centro de todos esos planetas, la luna y el sol. 

—El Almagesto es más que eso, es un catálogo de estrellas, predice eclipses, hace alusión a la retrogradación de los planetas, los horóscopos tatuados en la tela cósmica. La tierra esta inmóvil y ocupa el centro del universo. 

—Geocéntrico.

—Exacto. —contestó, dejó la pluma que tenía y se movió hacia enfrente. —Estas y otras cuestiones están en el tetrabiblos que es el tratado en el cual me encuentro trabajando.

—También he escuchado que ha hecho estudios sobre la luz, la refracción y la reflexión. 

—Como buen polímata es mi deber el explorar nuevos elementos, y esa es una teoría matemática sobre las propiedades de la luz, sin mencionar la Geographia, describir el mundo como es, utilizando un sistema que yo llamó como latitud y longitud. Y finalmente un tratado de teoría musical llamado Harmonicos, donde las leyes matemáticas se fusionan con los cuerpos celestes y que ciertas notas corresponden a planetas específicos… 

—¿Y eso también se puede aplicar a cierto tiempo del espacio? 

Dicha interrupción lo cautivo, quedó en silencio y se acarició la barba, dicho pensamiento eclipsaba a todo lo que estaba prescrito en esa era. Iba en contra de todo. 

Después de unos minutos de silencio finalmente contestó;

—Creo que podrías tener algo de razón. 

Después de esa respuesta le dije que saliéramos a caminar, Claudio Ptolomeo no opuso resistencia y me siguió mientras salíamos de la biblioteca. 

Me presente y me dijo que mi nombre Dafne era muy bonito que se imaginaba una hermosa luna con ese nombre. Llegamos a un lugar en la parte trasera, le explique a groso modo el cómo había llegado a esa época, él en ningún momento me interrumpió, ni se mostró incrédulo, era como si estudiara cada palabra que profería. 

Para hacer más verídico mi relato, le conté sucesos que habían pasado y sucesos próximos a pasar, le dije que esta biblioteca como tal no perduraría para la eternidad. Que las llamas consumirán años y años de conocimiento y que la humanidad quedaría en cenizas sin esos papiros en el tiempo.

Ante estas palabras quedó petrificado y respondió que lo que tenía que pasar en el tiempo era porque estaba destinado a hacerlo. Ya estaba tatuado en el universo. 

Sin más me dijo que estaba trabajando en algo innovador, un aparato de luz que emitía algún tipo de vibración cósmica hacia el orbe, pero haciendo una modificación podría cambiar la sintonía para que pudiera llevarme a mi lugar de origen. 

Comentó que todos teníamos en nuestro ser una huella cósmica, era algo así como nuestra fecha de nacimiento en la galaxia, que esta no se modificaba y que, aunque yo estuviera allí podría regresar con mis compañeros.

Sin perder tiempo me senté en una extraña silla, esta tenía diferentes artilugios por todas partes, tenía una especie de espejos de diferentes formas que iluminaban todo mi cuerpo, sin mencionar que había una música que me embriagaba.

¿Qué tipo de música era? No tenía ni la menor idea, solo sabía que era una frecuencia que me ponía en sintonía, yo solo pensaba en algo y era regresar cuanto antes a mi tiempo. 

Quería salvar a la humanidad de una catástrofe y no teníamos que perder tiempo. 

Sin más el polímata comenzó con su experimento, de unos extraños tubos emergió una luz, esta era diferente, era una luz que parpadeaba, pensé de inmediato en el tipo de fotones que eran, pero algo en ese momento embargo mi mente… 

Capítulo 9

«A medida que la sombra de los secretos se alargaba sobre el Edén, me encontré atrapada en un laberinto de incógnitas, donde la manzana prohibida parecía palidecer ante los enigmas que aguardaban en cada rincón.» 

Me vi envuelta en una vorágine de destrucción, atrapada en el corredor infinito donde Shiva y Cronos libraban su épica batalla. Mientras mis ojos seguían el desenlace de aquel enfrentamiento, una mezcla de asombro y terror se apoderó de mí. Comprendí en ese instante la fragilidad de mi existencia frente al poder abrumador de los dioses.

En medio del caos y la incertidumbre, una figura etérea emergió de la oscuridad. Val, mi querida amiga, fue tomada por esa presencia mística y se transformó en una Valkiria, una mensajera divina. Su aura irradiaba una mezcla de poder y sabiduría ancestral que me dejó sin aliento. 

Con un gesto majestuoso de su mano, Val conjuró un vórtice temporal que nos arrancó de aquel abismo en el último instante. Pero cuando el vértigo de la distorsión se desvaneció, me encontré sola en un lugar completamente desconocido.

En ese momento, mis sentimientos se entremezclaron con los recuerdos de lo sucedido en el corredor infinito. La intensidad de la batalla aún palpitaba en mi interior, pero ese torbellino emocional fue rápidamente interrumpido por la maravilla que se desplegaba ante mis ojos. 

El lugar me acogió con su esplendor y serenidad. Cada detalle era una obra maestra de la naturaleza. Mi cabello morado se fusionaba armoniosamente con las flores exuberantes y los colores vibrantes que decoraban el paisaje. Un susurro de admiración escapó de mis labios mientras me dejaba envolver por la magnificencia de este lugar. 

Internamente, mi diálogo se llenó de asombro: "¡Es impresionante! Nunca había visto tanta belleza concentrada en un solo lugar. Cada hoja, cada pétalo, parece tener vida propia, danzando en perfecta sintonía. ¿Cómo puede existir tanta perfección?". 

Cada paso que daba en el lugar era un deleite para mis sentidos. La brisa acariciaba mi rostro, su suavidad parecía un beso divino. El aroma de las flores embriagaba mis sentidos, llevándome a un estado de éxtasis. Sentí una conexión profunda con cada ser vivo que habitaba este Edén, una comunión con la naturaleza misma. En este paraíso de paz y armonía, mi personalidad amable y mi amor ferviente por la naturaleza se intensificaron. Me sentía como parte de este jardín mágico, una entidad que fluía con el pulso de la vida. En cada rincón, descubría una nueva maravilla y mi corazón se llenaba de gratitud por haber sido testigo de esta sublime creación. 

Este Edén se convirtió en mi refugio, un santuario donde los recuerdos de la batalla se desvanecían ante la inmensidad de la belleza que me rodeaba. Aquí, en este oasis de serenidad, encontré un renacimiento de mi espíritu y una conexión más profunda con el poder y la grandeza de la naturaleza misma. 

Después de un par de semanas perdida en este lugar, me di cuenta de que la única compañía que tenía era mi intercomunicador, un dispositivo avanzado similar a un iPhone, pero con una batería ilimitada que llevaba conmigo. Este pequeño compañero se convirtió en mi bitácora y herramienta para recopilar información mientras exploraba este misterioso paraíso. 

Un día, mientras caminaba entre los árboles frondosos, me sorprendí al escuchar una voz resonando en todo el jardín. Era una presencia que nunca había sentido antes. Mi curiosidad me llevó a seguir el sonido hasta que descubrí la verdad… 

Para mi asombro, aquel ser al que se le atribuían poderes divinos no era más que un humano. Su nombre era Yave, y poseía una tecnología tan avanzada que le permitía hablar a través de altavoces estratégicamente instalados en todo el lugar. Era él quien se dirigía a su creación, Adán y Eva, como si fuera un dios. 

Me mantuve oculta, observando desde la distancia, mientras Yave pronunciaba palabras de sabiduría y guía hacia Adán y Eva por medio de los alta voces. A pesar de la fascinación que sentía por esta revelación, me resistí a acercarme y perturbar la historia que se estaba desarrollando. Mi misión era solo observar y aprender, no interferir en el curso de los acontecimientos. 

Días más tarde, después de sortear con astucia los drones que patrullaban el jardín, descubrí el laboratorio de Yave. Era un lugar lleno de tecnología e información que despertó mi interés científico. Me escondí entre las sombras, asegurándome de que Adán y Eva no me vieran, consciente de que cualquier intervención podría alterar el curso de la historia.

Con mi intercomunicador en mano, recopilé datos y registros de todo lo que encontré en aquel laboratorio secreto. Cada descubrimiento era un tesoro para mi sed de conocimiento, pero sabía que debía tener precaución para evitar perturbar el delicado equilibrio de la creación en el Edén. 

Y así, con el suspenso en el aire y la adrenalina pulsando en mis venas, continué mi investigación en el laboratorio, manteniéndome siempre alerta y evitando ser vista por Adán y Eva. El destino del Edén estaba en juego, y yo debía desentrañar sus misterios sin dejar rastro alguno. 

Mi mente estaba inmersa en un torbellino de pensamientos mientras exploraba el laboratorio. La posibilidad de encontrar una forma de regresar al Corredor Infinito y reunirme con mis compañeros era una idea que se abría paso en mi mente. ¿Podría utilizar la tecnología que había aquí para deshacer el entrelazamiento temporal y volver a mi presente? 

Mientras analizaba con detenimiento los artefactos y dispositivos del laboratorio, sin darme cuenta de nada más que mi propia concentración, escuché una voz detrás de mí que me heló hasta el alma. 

—Violet…

Mi corazón pareció detenerse en ese instante, y el tiempo se ralentizó a medida que la adrenalina inundaba mi cuerpo. 

Dentro de mi diálogo interno, un torrente de pensamientos y emociones se desató. ¿Quién era esa persona? ¿Cómo me había encontrado aquí? ¿Acaso Yave me había descubierto y enviado a alguien para confrontarme? Temí lo peor mientras mi mente se llenaba de hipótesis aterradoras. 

Lentamente, me giré para enfrentar al dueño de aquella voz. Y en ese momento, mis ojos se encontraron con los de un hombre anciano, pero en buena forma. Su postura erguida, su porte y su salud relucían a pesar de los años. Una barba imponente y cabellos blancos enmarcaban su rostro, y de repente reconocí a uno de mis compañeros del Corredor Infinito, pero con unas cinco décadas más en su haber. 

El asombro y la alegría se reflejaron en nuestros rostros mientras nos mirábamos fijamente.

Sin embargo, nos quedamos inmóviles durante unos segundos, como si el tiempo se detuviera. Las emociones se mezclaban en un torbellino de gratitud y sorpresa, pero finalmente logramos articular un cálido y efusivo abrazo que rompió el silencio. 

Las lágrimas brotaron de mis ojos mientras me aferraba a mi compañero perdido en el tiempo. La emoción era abrumadora, y sentí un alivio inmenso al saber que no estaba sola en este extraño y fascinante lugar.

Las palabras eran innecesarias en ese momento, ya que nuestros corazones hablaban el mismo lenguaje. 

El abrazo se prolongó por unos instantes, y cuando nos separamos, quedamos frente a frente, el Profesor y yo. Su rostro arrugado pero lleno de vitalidad y sabiduría, ahora reconocible en aquel anciano que tenía delante. 

—¡Profesor! ¿Eres realmente tú? No puedo creerlo... ¿cómo es posible? —exclamé muy emocionada.

—Sí, Violet, soy yo. Hay muchas cosas que aún no sabes. Ya te explicaré cómo llegué aquí y cómo obtuve toda esta tecnología. Por ahora, es mejor que nos enfoquemos en nuestra situación actual —respondió con una sonrisa enigmática. 

—Pero, Profesor, tengo tantas preguntas —ansiosa—. ¿Por qué Yave se hace pasar por un dios en el Edén? ¿Por qué creó a Adán y Eva? Necesito entender todo esto. 

—Entiendo tu curiosidad, Violet. Permíteme guiarte a través de esta realidad… Yave creó a Adán y Eva como seres cultivados en cápsulas artificiales, diseñados genéticamente y programados para habitar este entorno controlado.

—¿Entonces no son seres humanos reales? ¿Solo son una creación? 

—Exacto. Yave, o sea yo… con mi sabiduría y conocimientos científicos, buscaba estudiar el comportamiento humano y explorar las posibilidades de la creación misma. Adán y Eva eran parte de ese experimento, para comprender la esencia de la humanidad en un entorno controlado. 

—Pero, Profesor, ¿por qué todo este engaño? ¿Por qué Yave se hace pasar por un dios? 

—Esa es una pregunta intrigante, Violet. Él pretendía observar cómo Adán y Eva se desenvolvían bajo la influencia de un dios, cómo desarrollaban su espiritualidad y moralidad. Quizás haya motivos más profundos detrás de su elección, pero eso aún queda por descubrir. 

—Comprendo, Profesor. Pero hay algo más, ¿verdad? Siento que aún hay secretos ocultos, algo que no me estás revelando por completo…

—Hay aspectos desconocidos, detalles que he guardado celosamente —se acaricio su larga barba—. Mi llegada a este lugar y cómo obtuve esta tecnología avanzada... Todo eso te será revelado en el momento adecuado. Por ahora, concentremos nuestras energías en descubrir más sobre este Edén y sus misterios.

—Profesor, mientras escucho todas estas explicaciones fascinantes, no puedo evitar preguntarme si hay alguna forma de regresar a nuestro presente… ¿Existe alguna manera de volver? —expresó con mucha intriga y una lágrima aglomerándose en us ojos.

—Violet, comprendo tu deseo de regresar, pero debemos ser cautelosos. La tecnología que nos rodea aquí es asombrosa y desconocida para nosotros. Antes de tomar cualquier acción, debemos entender a fondo este lugar y sus posibilidades —esbozo perspicaz y cauteloso mientras acomodaba su barba. 

—Pero, Profesor, ¿qué pasa con los demás? ¿Dónde están nuestros amigos del LHC? Me preocupo por ellos. 

—Es natural que te preocupes, Violet. Nuestros compañeros están dispersos en diferentes eras del tiempo. No puedo darte una respuesta definitiva en este momento, pero puedo asegurarte que no nos hemos olvidado de ellos. En su debido momento, encontraremos una forma de reunirnos nuevamente. 

—Entiendo que debemos ser pacientes, pero la incertidumbre me consume. ¿Cómo podemos estar seguros de que encontrarán el camino correcto? ¿Cómo podemos asegurarnos de no alterar la historia? 

—Violet, el tiempo es un misterio complejo y frágil. Debemos ser cautelosos al interactuar con él. Nuestra presencia aquí ya ha alterado el curso de la historia en cierta medida, pero debemos asegurarnos de no causar cambios drásticos. Debemos respetar el tejido del tiempo y actuar con prudencia. 

Mientras el Profesor y yo nos sumergíamos en nuestra cautelosa conversación, un silencio tenso se apoderó del jardín del Edén. De repente, como si el tiempo mismo se hubiera detenido, una imponente figura emergió entre la exuberante vegetación. Era Yave, el dios supremo de este lugar sagrado. 

La presencia de Yave era abrumadora, su ser irradiaba una luz deslumbrante y su figura se erguía con majestuosidad. Vestía una túnica blanca que parecía fundirse con los rayos de sol que se filtraban entre las hojas. Sus ojos, llenos de sabiduría, parecían trascender los límites de la comprensión humana. 

Al percatarse de la llegada de Yave, el Profesor actuó con rapidez e inclinó ligeramente la cabeza en reverencia, y con un gesto suave pero firme, me tomó de la nuca, indicándome que hiciera lo mismo. 

Mi corazón latía con una fuerza descomunal mientras me sumergía en la solemnidad del momento. Sentía cómo la emoción y la intriga se entrelazaban dentro de mí, creando una danza vertiginosa de sensaciones. En aquel instante, el tiempo parecía desvanecerse, dejando únicamente la imponente figura de Yave y la incertidumbre que emanaba de su divinidad. 

La intriga se apoderó de mí, y miles de preguntas se agolparon en mi mente y atormentada. ¿Qué nos deparaba el destino en presencia de Yave? ¿Cuál era su verdadero propósito en este lugar “sagrado”? El suspenso era palpable en la atmósfera, y mis pensamientos se entrelazaron en una maraña de intriga y desesperación. ¿Cómo escaparía de esta situación? ¿Podría confiar en el Profesor en medio de la incertidumbre que nos rodeaba? ¿Por qué se ve tan viejo? ¿Qué jaa hecho en tantos años?

Mientras el tiempo se ralentizaba a causa de la intensa adrenalina que inundaba mi ser, una sensación inquietante se afianzaba en mi interior. El peligro estaba más cerca de lo que podía imaginar. 

Con el corazón en un puño y la mirada fija en Yave, esperaba con ansias el revelar sus misterios y secretos ocultos. El destino me había lanzado a un abismo de lo desconocido, y solo el tiempo revelaría si lograría encontrar respuestas o quedaría atrapada en un enigma sin fin… 

Capítulo 10 

“En el firmamento está grabado lo etéreo de lo eterno” 

¿Qué mierda es este lugar? 

Mi mente era una jodida tribulación de pensamientos que se distorsionaban a cada segundo. Una barahúnda interminable e inexplicable. Un pandemónium demencial sin poderse saciar. Era una mierda que no podía canalizar. 

¿Cómo era posible que en un segundo les estaba explicando a mis compañeros sobre el verdadero significado del tiempo “cíclico” y ahora estaba en otro plano, otro planeta, otra dimensión? 

—¡Joder! ¿Y ahora qué debo hacer? 

Mi voz un simple murmullo entre la cacofonía infernal. Infernal si eso era lo que estaba frente a mí, un puto infierno. Era como si hubieran explotado todas las malditas bombas atómicas y el resultado era este. Un lugar desolado, decadente, estéril. 

—¡Mierda! 

Proferí al tropezar con una piedra, por fortuna tenía partes mecánicas y no caí. Era una gran ventaja este cuerpo. Esta simbiosis entre lo mecánico y lo orgánico. 

Yo lo llamaba evolución. 

En todo este tiempo que viaje en el tiempo nunca me había topado con algo como esto. Yo un inminente doctor ahora estaba perdido en otra dimensión. 

La tierra era negra, azabache, cenizas caían constantemente, había ruinas, eran estructuras metálicas, no podía decir que fueran edificios, casas, o transporte, parecían chatarras, como si fuera el basurero de otro planeta. 

—Tiene que ver algo por alguna parte… 

Por más que había caminado no había encontrado nada, ni una jodida alma, ser humano, un perro o un perro alienígena. Nada. 

No sabía cuantos días llevaba allí, sin comer algo nutritivo, sin beber agua potable, sin encontrar refugio, no había sol, ni luna, el cielo estaba consumido por unas nubes negras que se movían como si fueran tripas. 

—De seguro estamos en el culo de un ser lovecrafniano… 

Pero aquel pensamiento se vio interrumpido cuando finalmente algo emergió de aquella tierra negra, un temblor, una repentina sacudida a mi endeble mente me embargo. 

Del suelo salió algo, algo incrédulo, algo nefasto. 

¿Qué era? 

Eso ni en mis más lúgubres pensamientos lo hubiera concebido. 

Era un jodido demonio.

Tenía tres cabezas, una oveja, la otra era un toro y la ultima de un hombre que escupe fuego. El cuello era de dragón con cola de serpiente, en cuestión de segundos todo a su alrededor ardía en llamas.

—¡Que mierda es todo esto! 

Grité al ver semejante aberración, estaba destruyendo todo a su paso, fue en ese momento que otro nauseabundo y fétido ser lo acompaño. 

Era un demonio de aspecto de hombre viejo, si yo era viejo él era viejo y decrepito, estaba montado sobre un cocodrilo, tenía a su cargo 30 legiones de espectros que lo seguían.

De la tierra salió otro, uno que tenía un aspecto físico un poco extraño con rostro de leopardo, torso de hombre, patas de macho cabrío y alas de grifo. Comandaba una legión de íncubos.

Siguió uno, un hombre con cabeza de unicornio, garras en manos y pies, tiene una trompeta que señala su poderosa voz, a su paso emitía truenos y tormentas. 

Una bestia imponente de gran tamaño arraso todo a su paso, podría ser un hipopótamo, elefante, cocodrilo o incluso un dinosaurio. En cada pisada retumbaba la tierra. Estremecía todo de una singular manera.

De las profundidades del mar muerto se asomó un demonio, una gran serpiente o un dragón, más grande que este último, salió y al parecer podía nadar incluso si no estaba en el agua.

Y finalmente una bestia con siete cabezas, siete coronas, siete lengüetas de fuego, siete diferentes rostros. Un dragón de dimensiones colosales que lideraba aquellos demonios. 

Esto era un maldito infierno en toda la extensión de la palabra…

No termine de asimilar ese escenario apocalíptico cuando del cielo negro traspasaron unos seres alados, tenían una túnica blanca inmaculada y emitían una bella luz. 

Enseguida supe que eran Ángeles, arcángeles o seres celestiales. 

En el cielo retumbaron las siete trompetas, los Ángeles estaban comandados por un ser supremo era un arcángel que tenía una gran espada que emitía una luz dorada.

Fue en ese instante que su voz vibro en todas las direcciones. 

—Ustedes, seres impuros, pérfidos, encarnación y personificación del mal, del pecado, de la oscuridad. Yo el arcángel Miguel, jefe de las tropas celestiales de mi padre, os les digo que regresen a su sitio, a esa tumba, esa celda repugnante donde nunca deben de salir… 

Hubo un silencio sepulcral, los demonios estaban atentos, sigilosos, yo estaba observando todo escondido entre algunos escombros. Vi como el dragón de siete cabezas caminó hacia enfrente y replicó; 

—Miguel. —hizo un saludo agachando la cabeza, esta había dejado de escupir fuego y ahora tenía una melodiosa voz, una que embargaba e hipnotizaba. —Sabes, nosotros solo salimos a caminar un poco, a estirar las piernas, no queremos que te manches esa túnica blanca. Porque no te vas y le sigues besando los pies y el culo a tu Dios misericordioso.

—Bestia nefasta, sacrílega y blasfema, tú mismo sabes que Dios es benévolo con ustedes, si fuera por mí ya no estuvieran en este plano… 

El demonio lo interrumpió abruptamente mientras el dragón de siete cabezas se fue transformando, fue como si su piel mutara, ahora tenía el cuerpo de un hombre, estaba desnudo con sus relucientes alas negras y su piel resplandecía una luz mortecina.

—Si fuera por ti, tú lo has dicho, tú no eres ni serás Dios. Será mejor que hagas una de tus otras tareas que te han encomendado, como limpiar el piso, sacarle brillo a las reliquias antiguas, cantar o dar amor… 

—¡Maldito hijo de…! 

—Miguel, creo que sabes perfectamente que venimos del mismo ser, así que, ¡porque no pones tu reluciente trasero en otra puta parte y nos dejas estar aquí, maldito eunuco de mierda! 

¿Qué mierda era lo que acabada de escuchar?, esto era una lid, una batalla entre esos dos bandos, entre la luz y la oscuridad, entre el bien y el mal.

Fue en ese momento que el arcángel retomó la palabra con más fuerza. 

—Asmodeo. Agares. Sidragaso. Amdusias. Behemot. Leviatán. Y la bestia, luzbel hijo de Dios, ustedes hoy serán aniquilados de este plano…

—No sabes cuantas veces tuve sueños húmedos mientras pensaba que dirías esas sublimes palabras. Será un puto orgasmo verte morir Miguel, uno que me va a hacer terminar en el jodido empíreo del placer… 

Sin decir más, dejando a un lado todo lo estipulado, Ángeles y demonios comenzaron a avanzar, era un inminente choque de fuerzas. Estaba por encontrar un refugio en ese plano apocalíptico, cuando algo me cautivo a la distancia, todo este tiempo pensé que estábamos en otro lugar, uno donde estas dos fuerzas se enfrentaban. 

Giré para ver el encuentro, luzbel había sacado una reluciente espada, una con un brillo plateado, el coche de fuerzas con el arcángel Miguel emitió una luz que colapsaba todo a nuestro alrededor. 

Lo último que vi en ese coche fue a lo lejos como se erguía de lado la icónica torre Eiffel, no era otro plano, ni otro planeta, había viajado al futuro, y estaba en el planeta tierra… 

Capítulo 11

“Cuando dos átomos se fusionan, sus historias se funden en la memoria, quedan tatuados en la tela cósmica universal” 

Este lugar era…era…era todo lo contrario a un oasis. Se traducía a eso, era un caos. Di varios pasos intentando encontrar a mis compañeros, sobre todo a Lucero, Dafne, Violet, Scarlet, el profesor… 

Pero allí no había nadie, estaba sola, sola y ni sabía en qué parte de la tierra o del tiempo estaba. 

—Creo…creo que… 

Mi voz se entrecorto, creo que había sido un completo error buscar esas respuestas, al final el tiempo es el tiempo, para que cambiarlo, para que hacer los viajes, para que descubrir nuevas realidades. 

Mejor me hubiera quedado en casa y ahorita estuviera comiendo, o viendo alguna película o serie… 

—Por qué… 

Sentía que me estaba asfixiando, el aire se escapaba de mi cuerpo, intenté caminar entre aquel lugar, a mi alrededor había cosas metálicas, grandes paredes y en las paredes había lo que parecía unos monjes que estaban orando, aunque solo se podía vislumbrar los huesos de cada uno de ellos. 

—No…no…no… ¿Dónde rayos estoy? 

Trastabille y fue en ese momento que sentí que desfallecería en cualquier instante, caí, sentí un zumbido que eclipso mi alrededor, la visión estaba comenzando a aminorar, era borrosa, sentía un hormigueo en las extremidades y la respiración se fue entrecortando. 

—Creo…creo que moriré… 

Intenté abrir los ojos, poner toda la fuerza que me restaba, pero fue en vano, la visión cada vez se fue perdiendo y lo último que vi fue una efímera sombra que estaba frente a mí.

Sentí que flotaba.

¿Acaso esto es el cielo? 

¿Acaso he muerto? 

No podía abrir los ojos, pero al menos podía respirar, las fuerzas se fueron restableciendo poco a poco, primero un dedo, después otro y finalmente la mano por completo. 

Escuché a la distancia una tenue voz, me decía algo, algo que no podía comprender. 

Sentía la boca muy seca, abrí los ojos y vi como el cielo tenía fuego, un fuego negro, por un momento pensé que era fruto de mi endeble imaginación, los volvía a cerrar y opté por descansar.

No sé cuánto tiempo paso cuando de nuevo los abrir, intenté incorporarme, me dolía todo mi cuerpo, fue mucho el esfuerzo que tuve que desistir, solté un quejido, fue en ese instante que me percaté que tenía algo en la cara. 

Acaso es una máscara… 

Intenté quitármela, no sabía que era, y fue allí cuando una voz me alerto. 

—Insta burate comulu muka… 

—¡Que! —respondí anonadada por aquella extraña lengua, creo que ahora si estaba loca.

— Insta burate comulu muka, turnaaa turnaaa 

—¿Turna qué?

Rayos, primero sin mis compañeros y ahora con un loco vorágine que tiene también una máscara que me habla en no sé qué idioma.

En ese momento quería llorar, bueno no llorar, sino morirme y después seguir llorando. 

Comencé a entrar en pánico, las manos me temblaban, el aire me faltaba, el extraño amigo comenzó a decir más cosas extrañas, yo solo intentaba decirle que no se me acercara, tragué saliva y algo movió a la máscara que pude tranquilizarme. Fue como una pequeña descarga, sentí como la electricidad invadía mi cuerpo. 

—¿Ahora estas bien? 

¿Acaso había escuchado bien? 

¿Dónde quedaron esas extrañas palabras? 

¿Por qué ahora lo podía comprender? 

¿Cómo era que ya me sentía bien? 

Preguntas y ni una respuesta. 

—¿Estas bien? solo tienes que respirar y tranquilizarte. 

Volvió a retomar la palabra levantando las manos e intentando apaciguar eso que me distorsionaba. 

—Sí, si estoy bien. —proferí haciendo unos ejercicios de respiración que me había dicho un día Lucero, ella era muy espiritual, hacia meditación y otras cosas, así que en ese momento sus consejos me fueron de mucha ayuda. 

—Trata de recuperarte, poco a poco te iras sintiendo mejor, no sabía que no eras de aquí… 

—¿Dónde…donde rayos estoy? 

Mis palabras parecían un eco, retumbaban en cada célula de mi cuerpo, me dolía la cabeza, solía sufrir de migrañas, pero esto era estar en otro nivel. 

—Estas en Criotaskum, soy Voluk, ¿cómo te llamas? 

—Soy Sara y que es eso de crio… no sé qué. —proferí incorporándome lentamente, caminé mientras él hablaba, la habitación en la que estábamos no era muy diferente al exterior, aquí había partes mecánicas por todos lados. 

Mientras exploraba el lugar, menciono que el equipo que tenía suministraba aire, nutrimentos esenciales para todo el día y comunicación, que al principio no sabía que era foránea por eso tuvo que cambiar la frecuencia. Instintivamente baje la mirada y me percate que no solo era una máscara, era un equipo mecánico que se había fusionado con mi cuerpo. 

Intenté quitarme esa cosa, pero Voluk como se hacía llamar dijo que no lo hiciera, que ya estaba adherido a mi alma, que ahora éramos una fusión entre máquina y carne. 

No hice más esfuerzos por quitármelo, así que decidí aprender al final “no es la especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que mejor responde al cambio”. 

Charles Darwin ayúdame a salir de este maldito foso mecánico. 

Sin más preámbulos le dije que saliéramos, nuestro alrededor era algo tétrico, dijo que él tampoco sabía cómo había llegado, solamente recuerda un día abrir los ojos y caminar sin un rumbo fijo. 

Le pregunté que era este lugar, él contestó que ni el mismo lo sabía. Mientras avanzábamos nos topamos con cuerpos mutados, alterados, las partes mecánicas se fusionaban con la carne, pero ya no se podía apreciar como un ser humano. 

—¿Acaso eso es normal? 

Su respuesta eclipso mi mente, tal vez no estaba preparada para eso, tal vez nunca lo estaría. Sus palabras fueron; 

—Eso no es nada. 

Deambulamos por el lugar hasta llegar a un arroyo, allí había de nuevo cuerpos que se los llevaba la corriente, corriente que era de color metálico.

¿Acaso era mercurio?

No lo sabía y por mi bien creo que sería mejor no saberlo, en ese lugar lo mecánico se fusionaba con lo orgánico, vislumbramos maquinas que trabajaban, lo hacían sin un aparente descanso, también no lejos de donde estábamos había un pozo con miles y miles de cuerpo en estado de descomposición.

Al parecer el metal absorbía la carne y dejaba solo los huesos. 

Seguimos nuestro recorrido hasta llegar a lo que era como un palacio, estaba adornado con una sutil esencia entre el cuerpo humano y lo maquinal. 

Conforme caminamos las puertas se abrieron de par de par, y lo que vimos frente a nosotros nos cautivó, a mí me impacto, sentí algo en el pecho, un vacío, algo que nunca había experimentado. 

Nostalgia, asombro, enojo.

En unos óvalos transparentes, que parecían pequeñas cámaras, se encontraban unos fetos, apenas y se podían mover, y en algunos casos el ovalo mutaba y licuaba a los fetos, había miles de ellos y mangueras en cada uno. 

Todo estaba conectado a la fuente.

Mi primer y único pensamiento fue tratar de desconectar todo esto, Voluk me tomó del brazo intentando distraerme de aquella hazaña, que no era un buen plan, que aquel ser podría despertar. 

Con un movimiento ágil me zafe de su agarre, nadie ni nada me detendría de salvar a esos pequeños e indefensos seres humanos. 

Caminé decidida a desconectar todo, no sabía que botones o cables conectaban, pero estaba segura de que lo haría. 

Fue en ese inesperado momento que algo cambio, algo evoluciono en la gran sala. 

Un ser se transformó de aquel lugar, haciendo que se licuaran cada feto que estaba cultivando.

Era un ser mecánico que podía flotar, era grande media como siete metros, tubos y mangueras por todas partes, pero lo que sobresalía de todo era aquella forma primitiva que tenía, eran órganos que conocía, tenía la forma de un corazón, latía y bombeaba algo a aquellos cables, pero no era solo eso, sino que era un corazón que estaba revestido de una masa amorfa que daba la apariencia de cerebro.

—¡Es hora de irnos! —profirió enseguida Voluk con desesperación tomándome del brazo para salir lo más rápido posible. 

Yo por mi parte no contesté ni me moví, estaba hipnotizada por aquel ser, estaba por decir algo cuando retomó la palabra. 

—Sara es momento de irnos, él es el que controla todo, él es la fuente de poder, él es <<Deus Ex Machina>> 

Después de eso algo nos embargó, el suelo se estremeció, cambio. El ambiente se difumino, muto. El aire eclipso, distorsiono. Nuestros sentidos se atrofiaron, modifico. Y ese ser nos petrifico y se transfiguro… 

Capítulo 12 

“Los sueños pueden ser solo eso, un bucle, un páramo o un parpadeo”

Desperté en medio de unos árboles, estaba tendida sobre el pasto, enseguida palpé mi cuerpo, para ver si todo estaba en orden.

Dos pies, dos manos, un torso y mi cabeza. 

—Dios santo… 

Rompí el silencio y me fui incorporando lentamente, después de ver a dos dioses pelear a muerte en el CERN uno podría pensar que está totalmente loca.

—Tranquila Scarlet, tranquila que todo debe de tener una explicación… 

Caminé desconfiada entre las personas, estas me observaban, pero la mayoría no me prestaba atención, era como si fuera una persona más, nadie relevante.

Había personas sentadas en el pasto, otras haciendo burbujas, en bicicleta y otras que solo deambulaban, frente a mí se erguía un gran edificio rojo.

Leí una de las camisas que llevaba una persona, “Princeton University”. 

Fue en ese momento que pensé que algo me estaba pasando, el aire me faltaba, yo quería, no mejor dicho anhelaba estar de nuevo con mis compañeros, seguir en la base de datos, estar al pendiente de esa singularidad, de los avances que estábamos obteniendo, de… 

Pero la realidad era otra, ahora estaba en un lugar de no sé dónde, pero aquí se miraba todo más…más…diferente.

Vi con detenimiento a cada persona, peinado, ropa, forma de actuar, sin mencionar los autos, la fachada… 

—Esta…esta no es mi era… 

Murmuré caminando hacia atrás, giré y tropecé con una persona, caí de bruces, esta trato de ayudarme, pero enseguida cuestione en que año estaba, la persona solo contestó confundida sin comprender que era eso que preguntaba; 

—Estamos en 1947... ¿todo bien? 

Una fuerte jaqueca me invadió, me cegó, era como si no pudiera respirar o pensar, tanto que hizo que cayera, una fuerte opresión colapso todo a mi alrededor y al siguiente segundo estaba de nuevo en el piso, pero en el lugar original donde me había incorporado. 

Me levante más rápido y sin tanto preocupación, recordaba perfectamente lo que había pasado hace unos instantes, las personas en el pasto, las burbujas, las bicicletas y sobre todo el año. 

Enseguida y sin perder tiempo fui hacia un pequeño grupo que estaba cantando, ni me importo que canción era, enseguida les pregunté qué día y que año era, ellos contestaron desconfiados que era el día … del año 1947. 

—¡Dios santo! Así que no fue un sueño… —respondí a mí misma mientras les daba la espalda a esas personas, caminé abstraída de todo viendo el cielo y sintiendo la brisa del aire, se sentía muy pero muy agradable, como nunca la hubiera imaginado. 

Y sin darme cuenta sentí que un balón golpeaba mi cabeza, un joven se disculpó a la distancia, sentí de nuevo la jaqueca que invadía mi cuerpo, de nuevo esa sensación de malestar que carcomía mi ser… 

—No, no, no, no. —proferí intentando calmar esa sensación, pero me fue inútil, en cuestión de segundos mi cerebro colapso y al abrirlo estaba de nuevo en la misma posición inicial. 

¿Qué era ese lugar? 

¿Qué hacía en ese lugar? 

Pero la pregunta fundamental era ¿Qué tenía que hacer? 

En esta ocasión, no me incorporé, observé detenidamente todo lo que había a mi alrededor, esperando que hubiera algo diferente, jóvenes jugando futbol americano, otros riéndose, platicando, al parecer no había nada anormal, pasaron unos minutos y seguía igual, hasta que algo cayo del árbol, una manzana, maldita sea, de nuevo el dolor de cabeza. Al parecer eso era lo que se vinculaba con todo esto, después de un momento me volví a incorporar como si no hubiera pasado nada. 

En esta ocasión lo que hice fue moverme ligeramente hacia un lado, así la manzana no me caería, no tendría el dolor de cabeza y no me “resetearía”. Seguí observando todo a mi alrededor, no había nada anormal, después de unos minutos, estaba atenta a que cayera la manzana, cayo, pero un frisbee, golpeo mi cabeza y todo colapso. 

Desperté, al parecer estaba sumergida en una especie de bucle, y por más que hiciera algo u otra cosa siempre tendría el mismo resultado, ahora pasaba a estar más atenta mientras caminaba contaba los segundos, por alguna extraña razón el tiempo que había estado en cada uno de ellos me parecía el mismo. Al final conté con 213 segundos, que eran un poco más de tres minutos y de nuevo el golpe en la cabeza… 

El resultado fue acertado, siempre eran los mismos segundos, aunque me fuera al norte, sur, me quedara en el mismo lugar, o corriera en círculos, eso me daba a entender que si quería salir de allí tenía que buscar una solución, una que rompiera con ese bucle temporal. 

Me encontraba en New Jersey en la universidad de Princeton, por alguna extraña razón el corredor infinito me había puesto allí, así que desde que desperté corrí pase el pasto dejando atrás a las personas que cantaba, hacían burbujas o que solo platicaban, me adentre en las instalaciones, en los salones, buscando en cada uno con desesperación, buscando encontrar algo diferente. 

Si tenía infinitas oportunidades en algún momento tenía que descubrir algo nuevo. No conté en que numero iba solo corría, pero en una de esas oportunidades en un salón encontré a una persona que estaba escribiendo en una pizarra, escribía alguna fórmula, una compleja ecuación del espacio tiempo, era nada más y nada menos que Albert Einstein. Al contemplarme solo dijo;

—“Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. 

Después de unos segundos se había terminado. 

Abrí los ojos y fui de inmediato corriendo hacia donde estaba, a ese salón, ahora tenía más tiempo y buscaba respuestas, abrí la puerta y seguía con esa ecuación, ahora profirió;

—“Cada día sabemos más y entendemos menos” 

Quise decirle que era lo que, hacia allí, gritarle que estaba encerrada en un ciclo, que me dijera como salir, pero por lo abrumada que me encontraba solo proferí que necesitaba encontrar una salida para ese laberinto en el que estaba. 

Hubo un corto silencio y agrego; 

—“En los momentos de crisis, solo la imaginación es más importante que el conocimiento”. 

Después de eso de nuevo colapse. 

No había tiempo que perder, enseguida fui de nuevo jadeando a su encuentro; 

—“Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad”. 

—Si comprendo, pero ¿Qué es lo que hago aquí? ¿Cómo hago para salir y estar con mis amigos? 

—“Hay dos maneras de vivir su vida: una como si nada es un milagro, la otra es como si todo es un milagro”.

De nuevo en nada… 

Sabía que cada vez que iba había algo diferente en sus palabras, en ocasiones llegaba con un balón, con una sudadera, incluso en una ocasión llegué con una bicicleta y estas fueron sus palabras; 

—“El azar no existe; Dios no juega a los dados” 

¿Qué era eso que me quería decir, así que en esta ocasión caminé tranquilamente, me daba el tiempo exacto para llegar a su encuentro; 

—“No podemos resolver problemas pensando de la misma manera que cuando los creamos”.

Tal vez en todas esas palabras había una singularidad. Algo que se me había escapado, de nuevo sus palabras retumbaban en mi ser; 

—“No pienso nunca en el futuro porque llega muy pronto” 

Y si la verdadera respuesta de todo está en eso, en el tiempo, fui de nuevo a su encuentro, ahora más tranquila y serena que las ocasiones anteriores;

—“La formulación de un problema, es más importante que su solución”. 

Las frases iban como un tsunami de momentos que se acumulaban en mi interior; 

“Solamente una vida dedicada a los demás merece ser vivida” 

“No guardes nunca en la cabeza aquello que te quepa en un bolsillo” 

“La belleza no mira, sólo es mirada” 

“Lo importante es no dejar de hacerse preguntas” 

“La vida es hermosa, vivirla no es una casualidad” 

“La única cosa realmente valiosa es la intuición” 

“Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás” 

Fue en ese momento que comprendí todo, lo contemplé con el pelo canoso y despeinado, bigote, con un suéter verde, pantalones cafés y zapatos negros.

Entre y había algo diferente en aquel momento, algo que no había comprendido, escuché con atención sus palabras; 

—“La diferencia entre el pasado, el presente y el futuro es sólo una ilusión persistente” 

Todo radicaba en eso, ilusión persistente, asentí, giré cerré la puerta y cerré mis ojos, caminé hacia una pared, sabía que había una pared, pero algo en mi interior se había modificado. 

Ahora lo comprendía todo… 

No sé cómo fue que aquellos átomos que conformaban la pared quedaron en vilo, fue como pasar a través de la pared, como si todo mi cuerpo vibrara, no fue como si no existiera la pared, la pared estaba, pero ahora sus átomos y yo interactuábamos a un nivel universal. 

Después de eso al estar pasando por completo la pared sentí como unas manos me tomaban del brazo, el agarre era fuerte, me estaban regresando a la realidad. 

A lo lejos solo escuché mientras me inyectaban algo en el brazo y se expandía por todo mi cuerpo. 

—Sujeto de prueba #1276126-sxp-15 ponerla en proyecto Fénix… 

Capítulo 13 

"Estamos al borde de una nueva era de descubrimientos, una ventana a lo desconocido, y el CERN nos permite mirar a través de ella." - Rolf-Dieter Heuer, Ex-Director General del CERN. 

Después de que la Valkiria dispersó a los otros personajes en distintas eras, Eleanor quedó como la última en ser transportada. La Valkiria la condujo a un lugar diferente, a un plano mítico en lo más profundo del Midgar, donde la magnificencia de Yggdrasil aguardaba con su majestuosidad inigualable. 

Eleanor, al emerger en ese lugar, quedó completamente asombrada. Ante sus ojos se extendía un paisaje de ensueño, un plano de la realidad donde la mitología y la naturaleza se fusionaban en perfecta armonía. El corazón de Yggdrasil, el árbol de la vida, se alzaba ante ella como un monumento a la existencia misma. 

La inmensa magnitud de Yggdrasil desafiaba toda descripción. Sus raíces se extendían como un intrincado laberinto por todo el plano, penetrando en el suelo con una profunda sabiduría. Sus ramas se extendían hacia lo alto como pilares que sostenían el cielo y la tierra. Cada hoja era un universo en sí mismo, ondeando con la brisa de un viento ancestral que llevaba consigo los susurros de todas las eras pasadas. Las hojas de Yggdrasil, con tonos de verde profundo y resplandecientes colores mágicos, emitían un brillo etéreo que iluminaba el paisaje circundante. Los pájaros míticos y criaturas aladas se posaban en sus ramas, creando una sinfonía de sonidos que era música para el alma de Eleanor. 

El tronco del árbol, colosal y antiguo, estaba tallado con inscripciones rúnicas que narraban la historia de todas las realidades.

Eleanor podía sentir la energía de la vida misma que fluía a través de Yggdrasil, conectando todos los mundos y tiempos en una sola red de existencia. 

Eleanor caminó cautelosamente hacia el tronco del árbol, sintiendo una profunda reverencia por la magnitud de lo que tenía ante sus ojos. Sus manos se posaron sobre la corteza del árbol, y en ese instante, sintió una conexión con la esencia misma de la creación. El conocimiento ancestral y la sabiduría cósmica fluyeron a través de ella, llenándola de asombro y humildad. 

En ese lugar mágico, Eleanor se dio cuenta de que estaba en el centro de todo, en el corazón de la creación misma. Aquí, en el plano de Yggdrasil, encontraría respuestas a los misterios que habían envuelto su viaje. El árbol de la vida le daría las claves para comprender su papel en el tejido del tiempo y el destino. 

Eleanor seguía asombrada por la majestuosidad de Yggdrasil cuando, entre las hojas resplandecientes, emergió Val, quien había llegado al plano de Midgar en forma de Valkiria junto con Eleanor. 

—Eleanor, no puedo creer lo que estamos viendo. Este lugar es... simplemente increíble. 

—Val, es asombroso. Nunca imaginé que un lugar así pudiera existir. Es como si estuviéramos en el centro mismo de la creación. 

Mientras Val hablaba, la luz dorada que la rodeaba comenzó a disiparse. Eleanor la miró con sorpresa mientras la forma de Valkiria de Val se desvanecía gradualmente. 

—Val, ¿qué... qué está sucediendo? 

—Recuerdas que fui poseída por su esencia en el CERN, y ahora, parece ser que, en este lugar sagrado, esa esencia se desvanece. 

—Entiendo, Val. Has sido un conducto para la Valkiria, pero ahora vuelves a ser tú misma. 

Val asintió, y la luminosa figura de la Valkiria se desvaneció por completo, revelando a Val en su forma original. 

—Gracias por entender, Eleanor. Estamos aquí para descubrir las respuestas que necesitamos en este lugar sagrado. 

Eleanor miró a Val con curiosidad, con un sutil matiz de preocupación en su mirada. Mientras continuaban caminando por el plano de Yggdrasil, ella finalmente se decidió a cuestionar las decisiones que habían tomado. 

—Val, necesito entender por qué decidiste dejarnos a cada uno en distintas eras, ¿Qué te pasó?, ¿Qué está pasando? ¿Me estoy volviendo loca?

—Eleanor, sé que mis decisiones pueden parecer confusas, pero había una razón. Cuando llegamos a este lugar mágico, sabía que mi presencia como una Valkiria podría perturbar la esencia de Yggdrasil. Necesitábamos experimentar este mundo en su pureza original, sin interferencias… Además, había un propósito más grande detrás de esto. 

—¿Y cuál es ese propósito? 

—Sabía que no podríamos resolver el enigma del Gravitrón y el control sobre la singularidad por nosotros mismos, ni con toda la sabiduría del profesor. Necesitábamos encontrar a Jörmungander, la serpiente cósmica que conoce los secretos ancestrales de la creación. Creo que ella nos puede enseñar lo que necesitamos para controlar el Gravitrón, algo que el Profesor estaba buscando. 

—Entiendo… ¿cómo encontraremos a Jörmungander? 

—Seguiremos explorando Yggdrasil, porque este árbol es un vínculo con la serpiente cósmica. Debemos buscar señales, inscripciones, o cualquier indicio que nos lleve a Jörmungander. Estoy segura de que aquí encontraremos el conocimiento que necesitamos. 

Eleanor y Val continuaron su búsqueda de Jörmungander en el intrincado laberinto de Yggdrasil. A medida que avanzaban, un cambio gradual se produjo en su entorno. El paisaje se volvió más oscuro, con raíces del árbol entrelazadas como intrincados laberintos, y las inscripciones rúnicas en la corteza del árbol se hicieron más complejas. Fue en este lugar donde se encontraron con Mimir. Mimir, en la mitología nórdica, era conocido como el guardián de la sabiduría y poseedor de un pozo de sabiduría profunda. En su aspecto, Mimir tenía la apariencia de un anciano sabio con barba plateada y ojos que parecían contener los secretos del universo. 

—Bienvenidas, viajeras de los mundos. Veo que buscan la sabiduría y la comunicación con Jörmungander. 

—Así es. Hemos llegado a Yggdrasil en busca de conocimiento y respuestas. 

—Sabemos que solo tú puedes enseñarnos lo que necesitamos —dijo Val con respeto. 

Mimir asintió y les condujo más profundamente en el bosque de Yggdrasil.

A lo largo de varios años, Eleanor y Val se convirtieron en aprendices de Mimir, bebiendo del pozo de sabiduría y sumergiéndose en su enseñanza. Mimir les transmitió conocimientos profundos que serían cruciales para su búsqueda: 

El Lenguaje de las Serpientes. Mimir les enseñó un lenguaje secreto que permitía la comunicación con serpientes y criaturas ancestrales. Este lenguaje era esencial para hablar con Jörmungander, la serpiente cósmica. 

Las Claves del Tiempo. Eleanor y Val aprendieron a comprender los ciclos del tiempo y las estaciones de Yggdrasil. Esto les permitió navegar mejor por el plano y comprender cómo interactuar con las fuerzas temporales. 

Las Leyendas de Yggdrasil. Mimir compartió relatos y mitos relacionados con Yggdrasil, los cuales les proporcionaron pistas sobre cómo acercarse a Jörmungander y cómo respetar los protocolos necesarios. 

La Naturaleza de la Creación. Aprendieron sobre la naturaleza de la creación y los aspectos místicos de Yggdrasil. Esto les ayudaría a comprender mejor a Jörmungander y su papel en la cosmogonía nórdica. 

Mientras pasaban los años con Mimir, Eleanor y Val se empaparon de la sabiduría profunda que solo él podía proporcionar. La relación con Mimir se convirtió en un profundo lazo de respeto y gratitud.

Después de años de preparación con Mimir, Eleanor y Val se adentraron más profundamente en el bosque de Yggdrasil en busca de Jörmungander. A medida que avanzaban, las raíces del árbol se entrelazaban de manera más compleja, y las inscripciones rúnicas en la corteza del árbol parecían cobrar vida, iluminando su camino en un sutil resplandor dorado. 

Finalmente, llegaron a una gran cámara subterránea, iluminada por una fuente de luz dorada que emanaba del centro. En el centro de la cámara se encontraba Jörmungander, la serpiente cósmica. Su inmensidad era impresionante; parecía extenderse sin fin en todas direcciones, sus escamas brillaban con un fulgor iridiscente y sus ojos centelleaban con conocimiento ancestral. 

Con una voz que resonaba como el eco de siglos infinitos, Jörmungander les cuestionó: 

—Son las buscadoras de sabiduría, las viajeras de mundos. ¿Qué buscan en el corazón de Yggdrasil? 

—Buscamos respuestas, Jörmungander. Respuestas sobre el Gravitron, sobre la naturaleza de la gravedad y sobre cómo restaurar la realidad. 

»Sabemos que tú, como ser cósmico, posees el conocimiento que necesitamos —dijo Eleanor.

Jörmungander respondió con una sonrisa que parecía un remolino de estrellas.

—La gravedad, la fuerza que une los mundos, es un misterio profundo. Pero antes de compartir mi sabiduría, deben superar una prueba. Resolver el enigma de las esferas de tiempo. 

Eleanor y Val miraron a su alrededor y vieron tres esferas flotantes, cada una con una inscripción rúnica diferente. Jörmungander explicó la prueba: debían elegir sabiamente y tocar la esfera correcta para avanzar en su búsqueda. 

Eleanor y Val se sumergieron en una discusión silenciosa, recordando las enseñanzas de Mimir y aplicando el conocimiento que habían adquirido. Finalmente, tomaron una decisión y tocaron una de las esferas. 

La esfera comenzó a brillar intensamente y emitió una onda de energía que envolvió a Eleanor y Val. De repente, se encontraron en un lugar completamente nuevo, en una realidad distinta. Se dieron cuenta de que habían ingresado a un período temporal diferente, un mundo conocido que estaba directamente relacionado con su búsqueda del Gravitron. 

***

¡Eleanor y Val se encontraron en el laboratorio en el CERN! Pero algo estaba claramente fuera de lugar. La sala estaba llena de energía caótica y parpadeante. Las máquinas se retorcían y temblaban, emitiendo destellos de luz azul brillante. Era un laboratorio devastado, en una era diferente, un resultado inesperado de su elección en la prueba de las esferas de tiempo para controlar el Gravitrón. 

—¿Dónde estamos? Esto... esto no parece el CERN que conocemos —expresó Eleonor con perplejidad.

—Algo ha salido mal. Parece que hemos alterado la realidad más de lo que pensábamos —añadió Val. 

Mientras exploraban el laboratorio en ruinas, se dieron cuenta de que no estaban solas. Vieron a figuras humanas atrapadas en campos de energía distorsionada. Reconocieron a algunos de sus amigos y colegas del CERN, como el Profesor, Dafne, y los demás. 

—¡Mira, Val, son ellos! —Eleanor exclamó angustiada—. Pero están atrapados en alguna especie de distorsión temporal. 

—Tenemos que encontrar una manera de liberarlos y arreglar esta realidad. Pero primero, necesitamos averiguar qué salió mal con el Gravitron y cómo revertirlo…

Mientras examinaban el laboratorio, descubrieron evidencias que sugerían que el Gravitron había causado una ruptura en el tejido del espacio-tiempo, lo que llevó a esta realidad alternativa con el enfrentamiento de Shiva y Cronos. Había cálculos y registros que indicaban que el experimento había ido terriblemente mal, y la singularidad creada había desencadenado una cascada de eventos catastróficos.

—Tenemos que encontrar una manera de estabilizar el Gravitron y cerrar la ruptura. Solo entonces podremos restaurar la realidad y liberar a nuestros amigos —dijo Eleanor.

Fue en ese instante que algo las cautivo, vieron con asombro como arribaron dos personas, al principio quedaron petrificadas, pero al mismo tiempo se pusieron alerta con una posición de ataque mientras los vieron llegar. 

Una de ellas llevaba unas gafas, con una pañoleta que le cubría la cabeza y la boca. Llevaba una chamarra café muy desgastada con un top y un pantalón del mismo color, botas negras y lo que parecía una gran espada. A su costado se encontraba otra persona con una mascarilla en la boca con diferentes tubos que se conectaban en la espalda, llevaba una chamarra negra y en el hombro llevaba el cráneo disecado de lo que parecía un perro o un lobo, tenía guantes, pantalón negro, con rodilleras, botas desgastadas y un arma, pero esta estaba modificada.

Hubo un corto pero tenso momento entre nosotros, estuvimos a punto de tomar lo primero que vimos para atacarlos o intentar defendernos, no sabíamos que intensiones tenían, parecían saqueadores o carroñeros, sin embargo, en ese momento los dos extraños se descubrieron el rostro.

La sorpresa fue mayúscula cuando vimos que se trataban de Lucero y el Alquimista, aunque a decir verdad se veían diferentes, como si hubieran pasado cientos de días en una época post apocalíptica.

En ese instante escuchamos un eco que resonó en lo que quedaba de las instalaciones del CERN; 

—Bienvenidas… bienvenidas a casa…

Capítulo 14

“El vacío no está completamente vacío, sino que está impregnado con el campo de Higgs” 

¿Cómo había sido que habían llegado hasta este punto? 

Desconocía la respuesta o las respuestas a esa u otras incógnitas, pero en ese momento nos llenamos de alegría y felicidad por el simple hecho de ver rostros familiares. Allí frente a nosotros se encontraban ellas, parecía que había sido ayer el día que las vimos perderse en esa singularidad a la que llamamos corredor infinito. 

Como si el tiempo nunca hubiera pasado. 

Para el alquimista y para mi había sido algo más complejo, después de encontrarnos con ese virus y regresar a lo que aparentaba nuestra realidad el tiempo había seguido su curso. Los desastres naturales no pararon y la tierra se estremeció más de lo deseado. En algunos países experimentaron efectos extraños, pero al mismo tiempo mágicos, se veían en el firmamento auroras boreales, pero no solo era eso, sino que estas persistían por meses, como si una tormenta geomagnética estuviera implícita, sin embargo, este no era el caso. 

¿Qué era lo que lo ocasionaba? 

Eso era algo que hasta la fecha intentábamos resolver. En Rusia el calor había sido tan abrumador que era imposible estar al medio día sin que uno se deshidratara. Por otra parte, en el Cairo la fina arena se había tatuado de un color blanco al estar nevando. En otros lugares como Japón se veían decenas de arcoíris por otras partes, era una vista muy hermosa, onírica como si uno estuviera sumido en un eterno sueño, sin embargo, al segundo siguiente comenzaba a oscurecerse y los azotaba una fuerte tormenta. Esos cambios más los tsunamis, terremotos, los volcanes en erupción hicieron que el planeta tierra entrara en un estado de letargo. 

Alguien un día predijo que, si las abejas se extinguían, a la humanidad solo le restarían 4 años de vida, pues ahora estábamos a meses de completar esa fulminante y mortal premisa.

Un vaticinio que nadie se esperaba. 

Pero la cereza sobre el pastel fue un video que provenía de Sudamérica, se hizo viral en cuestión de segundos y eso fue gracias a que se podía apreciar que en la selva de las amazonas se extendía una densa neblina y de ella podíamos ver como emergía unos tentáculos que tomaban a un cocodrilo y lo escupían sin piel. 

Perturbador y tétrico. 

Al principio se teorizaba que fuera una anaconda, una con unos 20 metros, después habían teorizado que sería un tipo de aborígenes que habían despertado, al final nadie supo y por lo visto nadie sabría que fue eso que estaba en la neblina, neblina que en todo este tiempo no se había dispersado y seguía concentrada en un mismo sitio.

Bruma aterradora. 

El alquimista y yo después de arribar a un destruido CERN tuvimos que hacer muchos arreglos, mejor dicho, bastantes, era un desastre respecto a las instalaciones, esa batalla de las deidades nos había afectado en más de un sentido, todo esto gracias a que la tela del espacio tiempo se había desgarrado. 

Una fisura que seguíamos pagando. 

La vida como la conocemos paso a ser una carrera contra la muerte, las personas que dejaron de pelear simplemente morían, todo esto gracias a; pandemias, escases de recursos, nuevos virus, cambio climático, guerras sin sentido, todo por querer tener la supremacía de las masas y después no había nada.

El dinero y sus ambiciones. 

No sé cómo es que pudimos sobrevivir todo este tiempo, tal vez porque aquí debajo de 175 metros es como estar en un bunker. Teníamos comida de sobra, y un gran espacio, pero poco a poco comenzamos a pasar hambre. Así que tuvimos que racionar las porciones, no solo éramos nosotros dos, sino que había otras personas como trabajadores que habían logrado sobrevivir y seguían aquí. 

El poder de la supervivencia. 

Extrañaba mi tierra natal, la extrañaba mucho, pero gracias a la meditación podía llegar a ese punto, a ese reverdecer donde me encontraba con mis seres queridos, donde paseábamos en un campo pletórico, lleno de flores, y árboles frondosos. Donde el sol era nuestra máxima luz y donde todo era felicidad. 

Viajes etéreos, pero al mismo tiempo eternos. 

No supimos cómo era que ahora ellas estaban de regresó, Val y Eleanor estaban de nuevo aquí, pero lo que si sabía es que el tiempo estaba en nuestra contra y gracias a eso estábamos a nada de conseguir un avance en nuestro proyecto. 

—Bienvenidas a casa. —volvió a articular el alquimista sacando un dispositivo de su mochila. 

—El gusto es de nosotras al poder verlos de nuevo, tenemos tanto por decir, tanto por saber, tanto por… 

Las palabras de Eleanor quedaron a la deriva, se le entrecortaba la voz, tenía un nudo en la garganta, y enseguida fui a abrazarla. Se unió al abrazo Val que estaba temblando de la emoción. 

—Es un auténtico milagro que estén aquí. —agregue con las lágrimas a flor de piel. Tantas noches en velo haciendo una y otra vez la misma plegaria en el tiempo, hasta que alguien la escucho… 

—Estábamos perdidas, pero gracias al Jörmungander y Mimir es que estamos aquí.

—Un abrazo muy lindo, pero si seguimos lloriqueando nunca volveremos a verlos reír. —profirió el alquimista señalando al resto de nuestros compañeros. Dio unos pasos al frente y puso ese artefacto en el centro de unos de los dispositivos, embono y emitió un sonido. —¡Es momento de ir por cada uno de ellos!

Capítulo 15

“En ocasiones para crear, primero hay que destruir, y esa es la verdadera esencia del colisionador de hadrones”

Estaba listo para comenzar el viaje, sabía que sería una jodida odisea, pero estaba dispuesto a dar mi puta vida por cada uno de ellos. Creo que en eso radica el amor, en hacer un sacrificio por los demás. Uno que estaba tatuado en cada una de mis células; “ita homini inserviamus” que se traducía: “Al servicio de los demás”. Al final “si no podía mover el cielo, entonces levantare el infierno”. 

Tatuajes que llevaba, enervando la piel y cada parte de mi ser. 

Había sacado el dispositivo, una modificación que habíamos hecho Lucero y yo, todo esto gracias al trapezoedro iridiscente que habíamos tomado de la otra dimensión. 

El corredor infinito y sus putos enigmas. 

Ahora era tiempo de saber si funcionaria ese nuevo dispositivo. No me gustaba ver a mis compañeros en ese estado de letargo en el que estaban, parecía que estaban en vilo, uno eterno y si un camino. 

Atrapados en campos de energía distorsionada. 

Una atemporal donde al tocarlos parecían como hologramas, como si no estuvieran aquí, como si no estuvieran constituidos por materia, ni fotones, ni quarks, ni bosones, ni fermiones. 

Nada. 

Pero ahora están ellas y tal vez tengamos una posibilidad de regresarlos a la realidad. Aunque esta no fuera tan alentadora, con tantos desastres nucleares y fenómenos paranormales tal vez la mejor opción sería redimirte y perecer. Sin luchar, sin hablar, sin que nada importara hacia los demás. Aunque esa no era mi forma de ver la vida. 

No pereceré de esa forma. 

Lucharía hasta mi último aliento, daría todo por seguir adelante, por regresarlos, por tener un futuro y remediarlo todo. Si las palabras del doctor eran ciertas, y el tiempo era cíclico entonces teníamos una efímera esperanza. De tal forma que lucharía por ella. 

Siempre al frente. 

—¿Para qué es ese aparato? —cuestionó Eleanor inquieta por saber lo que estaba haciendo.

Quede en silencio sin decir nada, aquí el tiempo apremiaba, no es que fuera grosero o descortés, pero se nos había acabado eso de tomarnos el tiempo para el té.

—Esto nos va a hacer regresar por ellos. —proferí soltando un suspiro viendo a mis compañeros que estaban en ese estado holográfico, pero en especial viéndola a ella.

—¿Y eso funcionara? —espetó Val dando un paso al frente para observar el equipo. —Nosotros tenemos el conocimiento del árbol de la vida y creo que eso no funcionara. 

—Funcione o no, creo…creo que es nuestra única opción. —agrego Lucero activando el dispositivo y tecleando el código. 

El Gravitron, el alma de Metatrón se había desfasado y ahora era nuestra responsabilidad cerrarlo. En todo este tiempo descubrimos apenas unas pinceladas de lo que era esa nueva partícula, una que desconocía la humanidad, una de la cual no estábamos listos para afrontar, una que estaba por aniquilarnos desterrándonos de la faz de la tierra. 

—¡Preparando los sistemas! —dijo con una voz contundente mi compañera revisando que todo estuviera en orden en los sistemas. 

—¡Unión de quarks charm y strange, listo!

Vimos como los aparatos que emitían una luz azul se intensificaban, parpadeaban y la intensidad nos embargaba. 

—¡Leptones Muon Neutrino, en simbiosis con Tau! 

Un sonido nos embargó, fue como una vorágine, como caer en unas fauces donde todo nos estaba devorando en la idílica oscuridad. 

—¡Gluon y fotón transmutados en sintonía con el boson! 

Cada vez se escuchaba más a lo lejos la voz de lucero, como si se perdiera en esa cacofonía demencial, en ese eco infernal donde los aparatos seguían vibrando de forma anti material. 

—¡Todo listo! 

No sé si lo había escuchado o solo había visto como gesticulaba en medio de una fuerte corriente de aire, luz, electricidad y magnetismo. Y en ese instante algo se abrió frente a nosotros, fue una pequeña fisura en el espacio tiempo, sabía que cada uno de nosotros tenía un fino hilo que nos unía a este tiempo, gracias a eso pudimos regresar, sin embargo, faltaban los demás. 

El tiempo parecía que se ralentizaba, como si nuestros cuerpos no fueran nada, por un momento sentí como se desprendía mi mano y se dirigía a esa singularidad, como una fuerza de atracción nos embargaba, y como cada átomo de mi cuerpo se dispersaba en una fina hebra que parecía infinita en medio de la nada. 

Espaguetizacion halada.

Era como caer en un agujero negro, dejando atrás el horizonte de sucesos, dejando el disco de acreción y llegando a lo insondable transmutando en sincronía con los planos al unisón.

En ese momento fue que abrí los ojos… 

Capítulo 16 

“Este universo se está expandiendo, mientras que otros se contraen en un átomo, una singularidad, en un pensamiento” 

¿Dónde, dónde estábamos?

Quede asombrada y maravillada por el escenario en el que nos encontrábamos. Un sol radiante lleno de vida a nuestro alrededor, arena como una fina alfombra que nos invitaba a flotar en su interior, un calor que comenzaba a sofocarnos, la frente nos perlaba, era la temperatura que nos abrumaba, nos desenfocaba.

—¿Acaso uno de nuestros compañeros está aquí? —cuestionó el alquimista caminando, dejando huellas a su paso.

El pasado no se podía borrar. 

Pensé al ver que las huellas seguían allí, tatuadas en la arena, levanté la vista y sentí como la energía recorría cada una de mis venas. Había escuchado al doctor que el tiempo era cíclico, pero a la par tenía el conocimiento de Mimir. 

Cuando se te abren las puertas del Valhala, te bañas en esa luz que consume tu alma. 

Eleanor y yo atesorábamos un amplio aprendizaje proveniente del árbol de la vida, Yggdrasil. Y estando en este lugar sentía una gran energía que emanaba por todas partes, pero al mismo tiempo en una sola dirección. 

—Creo…creo que deberías de ir por allí. —proferí caminando en sentido opuesto al que se había encaminado el alquimista.

—¿Por qué por allá? —refuto observándome detenidamente, parecía que estaba estudiando mis facciones. 

—No lo sé, no lo puedo explicar con simples palabras, es algo que… 

—Que se siente en nuestras venas. —terminó la frase por mi Eleanor dándome una grata sonrisa. Al final ambas sabíamos lo que sentíamos. 

—En ese caso vayamos por donde ustedes digan. —expreso Lucero dándole una palmada al alquimista para que confiara en nosotras, él enseguida asintió y nos dio su respaldo. 

¿A dónde nos dirigíamos?

Estábamos frente a una gran obra de arte, estábamos frente al mismísimo faro de Alejandría en Egipto.

Esta colosal estructura media aproximadamente unos 100 metros, constituido en su gran mayoría por bloques solidos de piedra caliza y granito. El faro albergaba en la cima un espejo que reflejaba la luz solar en el día y por la noche se encendía una hoguera. Esto marcaba la posición de la ciudad a los navegantes. 

—Al menos aquí tenemos un poco de brisa. —menciono Lucero haciendo un ademán con la mano por el clima en el que estábamos.

—Eso y que el sol se está apagando. —agrego Eleanor moviendo la cabeza para que viéramos aquel espectáculo. 

—Pletórico e inmarcesible.

Las palabras del alquimista se quedaban cortas con tan bello panorama, era un magnífico arrebol el que contemplábamos, colores que danzaban entre el rojizo, naranja y azul. Todo un escenario digno de verlo por más de unos efímeros segundos.

—¡Bueno en marcha! —declare dando un paso al frente, era tiempo de emprender dicha hazaña. 

Lo primero que vislumbramos fueron dos guardias que realizaban su recorrido por el faro, no lo hacían de forma sincronizada así que cuando vimos la oportunidad decidimos avanzar, pero no sin antes que el alquimista los pusiera a dormir, su arma tenía diferentes balas así que desde una distancia prudente disparo como un franco tirador y con esto fue suficiente para adentrarnos en el faro. 

La estructura estaba constituida por tres cuerpos: cuadrado, octagonal y cilíndrico. En cuanto entramos por alguna razón sentí que estábamos desfasados en esa conexión extrasensorial con ella. 

¿Dafne, dónde estás?

De igual forma mi compañera también sintió ese desfase, sin embargo, decidimos avanzar. Conforme lo hacíamos parecía que íbamos recuperando la frecuencia, mientras avanzábamos dejamos dormidos a los guardias que custodiaban el faro. No tardamos mucho en pasar la primera parte. 

En la segunda no hubo necesidad de atacarlos, Lucero le había hecho una indicación para que no disparara, aquí se encontraban personas que estaban estudiando algunos mapas, parecían eruditos intentando indagar rutas marítimas. 

Y finalmente arribamos a la cúspide, en esa parte que era un cilindro estuvimos atentos, escuché unas voces, como si fuera el susurro del viento impregnado en las cenizas.

Solté un suspiro y continuamos, no sin antes experimentar una oleada de emociones al ver que en medio de esa hoguera que estaban comenzando a prender se encontraba nuestra compañera. 

¡No puede ser! 

Sentí como la adrenalina corría y recorría cada poro de mi ser, como se inyectaba en furia por querer salvarla, estaba por avanzar, pero en el último momento Lucero me tomó del brazo, su agarre fue firme y sin decir una sola palabra hizo un ademán con la cabeza para señalarme que era mala idea. 

Pero yo quiero salvarla. 

En efecto era mala idea ir de inmediato porque el guardia que la custodiaba tenía un Khopesh, que era una espada o sable de hoja curva, en forma de “C” con el filo en la parte convexa.

Está sufriendo. 

No sé qué le estaba diciendo, pero al parecer no era nada bueno, ella estaba luchando por zafarse de aquel amarre en el que estaba, y a un lado de ella se encontraba una persona madura, tenía canas, parecía un erudito por la vestimenta que llevaba.

¿Qué vamos a hacer? 

Estaba que no podía con los nervios, de reojo vi como alistaba aquella arma modificada, cambiaba un cartucho cuando de improvisto asintió con la cabeza.

Era tiempo de actuar. 

No sabía si hubiera sido mejor que el alquimista hubiera venido solo, pero al final éramos lo que más se parecía a una familia y una familia siempre tenía que estar unida. Así que era tiempo de volver a estar unidos. 

La unión hace la fuerza. 

Lucero hizo una señal, como si fuera una cuenta regresiva: tres, dos, uno… en ese momento escuchamos una detonación y una luz eclipso todo a nuestro alrededor, no sin antes tener unos lentes especiales que nos habían dado, ahora podíamos ver con claridad. Tomamos desprevenidos a los guardias, eran una docena, estaban desorientados e intentaban atacarnos. Sus espadas zumbaban, sin embargo, solo cortaban el aire, eran ataques sin sentido, se tapaban los ojos y otros estaban cegados.

Era nuestra oportunidad. 

Atacábamos a los guardias que estuvieran obstruyendo el paso, lo hacíamos con lo primero que tuviéramos a la mano, yo había tomado un barrote y era muy efectivo a la hora de enfrentarlos. No perdimos tiempo y finalmente estábamos a su lado. 

—¡Dafne! ¡Dafne! ¡Es momento de irnos de aquí! —gritó Eleanor intentando quitarle el amarre que tenía. 

Enseguida le retire una banda que llevaba en la boca y por fin pudimos escucharla. 

—¡Gracias por salvarme! ¡Estos salvajes intentaban quemarme por haber entrado a la biblioteca de Alejandría! 

Sentí un gran alivio al verla que estaba bien, sin alguna herida que fuera mortal, solo algunos rasguños, pero nada serio. Tomé una de esas espadas y ayudé a cortar la soga que la ataba al mástil.

El alquimista en conjunto con Lucero seguían neutralizando a los guardias restantes. Terminamos de sacarla y enseguida nos dimos un fuerte abrazo. Uno que sentía que el corazón se nos saldría. 

De nuevo con nosotros… 

Estábamos por salir cuando de último momento nos pidió que ayudáramos a la persona que estaba tirada.

—¡¿Quién mierda es el viejo?! —cuestionó el alquimista con premura mientras seguía disparando. 

—¡Es Ptolomeo! —respondió Dafne sin mover un músculo ante su petición.

Por un momento pensé que se cruzaría de brazos y movería el pie hasta que él hiciera caso a su demanda. Sin embargo, el tiempo se estaba agotando, no sabía cuánto más podríamos esperar en medio de toda esa adversidad. El alquimista solo rodo los ojos y enseguida fue a socorrer a la persona que estaba tendida. 

Entre todos ayudamos a que se incorporara, para ese momento ya no ocupábamos las gafas, pero los guardias seguían cegados, como si sus pupilas resintieran todavía aquella luz que habían visto. 

El faro se iluminó como una supernova, pero, así como se iluminó la intensidad de la luz aminoro, ahora solo salían grandes bocanadas de humo mientras todos nosotros emprendíamos el escape. 

Bajamos y al arribar de nuevo a la segunda estructura donde estaban los viajeros ni se inmutaron ante nuestra salida, ellos seguían absortos estudiando las estrellas y los mares sin problema. 

Por otra parte, los guardias del primer nivel seguían sedados, eso nos ayudó bastante en salir sin que tuviéramos algún tipo de problema. 

—¡Por fin salimos! —exclamo jadeando Lucero mientras veía el imponente faro desde abajo. —Creo que esto fue casi igual que escapar de ese Bacteriófago. 

Nadie había comprendido aquel comentario, sin embargo, ahora estábamos a salvo. 

—Sí, de nuevo juntos… —las palabras de nuestra compañera estaban con un toque de melancolía, en ese momento Dafne agacho la mirada y se encamino hacia aquella persona que habíamos rescatado. 

Hubo un tenso momento de silencio mientras lo hacía, como si estuviera conectando sus ideas y estuviera a punto de extrapolarlas a otro plano, a uno del cual estábamos surcando. 

—Gracias, gracias por todo. —volvió a retomar la palabra mientras se le entrecortaba la garganta. —Eres una gran persona, un gran polímata, un gran pensador. Gracias por ayudarme y ser gentil, al final sé que si existe eso que un día llamamos humanidad. Y tal vez no lo sepas, pero los planetas no siempre giran alrededor de mi cabeza.

Después de ese gesto Ptolomeo sonrió y asintió, ella dio unos pasos hacia atrás para reunirse de nuevo con nosotros y mientras el alquimista accionaba un aparato que llevaba en el pecho, nos tomamos de las manos y emprendimos el vuelo. 

Capítulo 17

“La distancia de Planck podría ser el espacio perfecto para otro universo”

Abrí los ojos, fue un movimiento lento o mejor dicho extremadamente lento, como si no quisiera hacerlo o como si mi propia vida dependiera de ello. Me había encogido de hombros, todavía no me acostumbraba a pasar de un lugar a otro, ese corredor infinito en verdad que era una vorágine, era un torbellino cuando dejabas un determinado punto y te extrapolaba a otro. Yo todavía sentía el abrumador calor, la brisa del mar, las noches frías y las estrellas titilando al caminar en las dunas del desierto del Cairo. 

Mi cuerpo estaba aquí pero mi alma por alguna extraña razón estaba allá. 

Extrañaba conversar con los polímatas, esas personas que eran un mar de conocimiento, un día escuché que hasta una persona bajita puede ver más alto que todos si está en el hombro de alguien alto. Así que yo era como una esponja, absorbía todo ese conocimiento, todo hasta que esos hombres bestias nos atraparon.

Malditos salvajes. 

Al parecer la teoría de los harmónicos estaba funcionando, los cristales por alguna extraña razón los sentía que vibraban en todo mi cuerpo, pero al final uno de los guardias detuvo el efecto. Sin embargo, ahora estábamos aquí.

—¿Qué es este lugar? 

Escuché como una de nuestras compañeras rompía el silencio. estaba por hablar cuando alguien más me interrumpió abruptamente. 

—Parece un…un túnel. —agrego el alquimista dando unos pasos al frente sin bajar la guardia. 

Fui a uno de los extremos y palpé la pared, al parecer si lo era, sentí lo áspero de los bloques. Al final del túnel se podía apreciar una tenue luz. 

—Tal vez deberíamos de ir… —proferí dejándome llevar por la energía que emanaba de mi interior, esa que de algún modo me conectaba con el faro. Luz que llegaba a todo mi ser. 

—No creo que sea buena idea, que nunca han escuchado que cuando uno está en un túnel no debe de ir a la luz.

—Lo se Eleonor, pero ahora no tenemos elección. —respondió él tomando la iniciativa mientras caminaba y nos adentrábamos más al túnel, pero al mismo tiempo emergíamos de la oscuridad. 

Dejábamos un estado para entrar a otro. Transición sideral.

Mientras caminábamos quedamos estáticos por unos segundos, fue como poner todos nuestros sentidos alerta, pero sobre todo el oído. Una tenue melodía nos invitaba a seguir avanzando. 

La luz se hacía más y más grande, y con eso la música nos envolvía en trance delirante. El sonido de una guitarra eléctrica en conjunto con una batería y el eco de unas palmadas nos acogió. 

¡Hey! 

¡Hey! 

¡Hey! 

Dejamos atrás el túnel y la luz por unos segundos nos cegó, observamos que frente a nosotros había miles de personas, coreando y aplaudiendo. El ritmo era embriagador y por un momento seductor, nos hacía participe de algo que iba más allá de nuestra comprensión.

Estábamos en lo que parecía un estadio de futbol americano. 

La música seguía y vimos personas que estaban animando a su equipo, tenían unas pancartas que decían; “les coqs noirs“. 

—¡Que mierda significara eso? 

—Al parecer es algo relacionado con los gallos. —respondió de nuevo una de mis compañeras al comentario del alquimista. Se podía apreciar que varias personas llevaban lo que parecía un sombrero de gallo y algunos tenían puesto una camisa con el símbolo lambda (λ).

—¿Qué es lo que significara? —inquirió Val observando todo el escenario, como si lo estuviera estudiando.

—Significa longitud de onda… 

En ese momento lo interrumpí abruptamente y contesté. 

—Sí, sí, lo sé, también designa el valor de densidad lineal de carga y la constante radioactiva de un isótopo. 

Ese alquimista pensaba que lo sabía todo, bueno casi todo.

Me vio con una media sonrisa mientras ceñía los ojos, por alguna extraña razón siempre nos gustaba discutir de alguna cosa u otra, era nuestra forma de…de comunicarnos.

—Yo también te extrañe. —dijo mientras caminaba y me dejaba de lado. 

Quien tenía la razón ganaba y a mí no me gustaba perder. 

—¿Seguros que en este lugar se encuentra uno de nuestros compañeros? —volvió a tomar la palabra Val en medio de toda esa cacofonía llena de testosterona y juventud desenfrenada. 

¡Hey! 

¡Hey! 

¡Hey! 

—Si el dispositivo nos trajo aquí es por algo. —respondió Lucero levantando el cuello esperando ver algo extraño o familiar en ese lugar. 

En las gradas la euforia iba en aumento, por un momento vi cómo se juntaban en un grupo mientras saltaban llenos de furor. Por otra parte, vi como dos chicas se comenzaron a abrazar y alentadas por sus compañeros comenzaron a besarse, enseguida uno de ellos vertió dos vasos de cerveza, ellas ni se habían inmutado, el líquido corría libre por sus cabezas, labios, cuello y todo su cuerpo. Las camisas quedaron empapadas, ciñendo sus senos de sus esculturales cuerpos.

Tanta cerveza y la desperdician.

Creo que aquí tenía más sed que en medio del desierto. Giré hacia otro extremo y vi a varias personas que no tenían camisa, eran estudiantes un poco obesos que estaban pintados por completo, solo llevaban un calzoncillo del mismo color. Uno negro y el siguiente joven era rojo, después otro de color negro y otro rojo. Estaban intercalados y no sé porque motivo se me venía a la mente que en medio de las gradas estuviera el profesor o el doctor. Muy probablemente por el ambiente que se propiciaba entre esa alocada juventud. 

Tal vez…tal vez… 

Fue en ese momento que caminamos un poco más adentrándonos en las gradas, la multitud comenzó a correar de forma desenfrenada; “Rock and roll, rock, rock and roll” “Rock and roll, rock, rock and roll” y vimos como salió alguien de un extremo del campo mientras cantaba, en ese momento todos gritaban extasiados. 

—♫Can you see where you call in the juke box hall. When the music played. And the world sang rounds to a pretty sound. No sorrow base♫ 

Era una persona sin camisa muy atlética que llevaba una cresta negra y estaba pintado todo de negro, tenía un micrófono y se encaminaba a la mitad del campo.

—♫And them blue swede shoes, they will scream and shout. I guess they sing the blues, let it all hang out♫ 

En ese momento la juventud desinhibida comenzó a correar como completos locos. 

Rock and ro-o-oll, rock and roll 

Rock and ro-o-oll, rock and roll 

Rock and ro-o-oll, rock and roll 

El animador o cantante o gallo volvió a cantar, pero en esta ocasión con más euforia. 

—♫Little Queenie popped in my high school rock. Dancin' to the beat. With the U.S. male and a pony tail. She looked so sweet. Times have changed in the past but we won't forget. Though the age has passed they'll be rockin' yet♫ 

Levanto las manos y una serie de fuegos artificiales invadieron el estadio, en ese momento salió el equipo de futbol americano. 

—¡Excelente presentación! —la voz del alquimista rompía el silencio que nos invadía.

Estaba por decir algo cuando al abrir los ojos nos encontrábamos de nuevo en el túnel. 

¿Pero qué mierda? 

¿Qué fue lo que paso? 

¿Por qué estábamos de nuevo aquí?

Desconocía las respuestas, pero una cosa si sabía y eso era que podríamos estar en… 

Inmediatamente Lucero tomó la palabra, estaba desconcertada por lo que nos había pasado. 

—¿Cómo es posible que estemos de nuevo en el principio? 

—Esto no tiene… 

—No tiene explicación. —la frase que dejó a media Eleanor la complemento Val intentando buscar una respuesta a todo esto. 

Sin decir una sola palabra el alquimista nos dejó solas como si nuestras palabras no significaran nada, y comenzó a ir al frente, hacia el final de la luz, yo de inmediato lo seguí, no sabía que tramaba, pero de una cosa si estaba segura, y pronto sabría la respuesta. 

Arriamos al mismo punto, al inicio de este demencial estadio de futbol americano, vivos exactamente lo mismo, jóvenes desenfrenados, las muchachas besándose, la multitud coreando, los jóvenes sin camisa bailando, el animador cantando y antes de que terminará la canción él finalmente hablo. 

—Estamos en un jodido… 

—¡Bucle! 

Dijimos al unisón mientras nos veíamos anonadados por el descubrimiento que habíamos hecho. Después de unos minutos llegaron los fuegos artificiales y después de eso la presentación de los jugadores y de nuevo estábamos en el túnel. 

Mierda y más mierda. 

En esta ocasión mencioné que sería mejor quedarnos para ver qué era lo que pasaba, tal vez era algún tipo de evento que si uno iba se reiniciaba todo, esperamos y desde lejos nos llegó el eco de la música, los cohetes retumbando en el cielo y después de nuevo allí.

Al parecer no era una limitante el lugar sino como había dicho Lucero, era el tiempo. Así que nos dispusimos a contar los segundos que tardamos en regresar al jodido inicio. 

252 efímeros segundos. 

No tardamos en ponernos de acuerdo e ir a supervisar a diferentes puntos, Eleonor y Val decidieron ir al estadio esperando ver algo diferente, por otra parte, el alquimista quiso ir por su cuenta y Lucero y yo nos adentramos en las fauces de ese lugar. 

Con ella me sentía plena, como si fuéramos compañeras de toda una vida, como si estuviéramos explorando un bosque como caperucita roja, aunque a decir verdad desconocíamos si había algún lobo. En nuestra primera incursión llegamos a lo que parecían las instalaciones de ese lugar, era una universidad, quedamos perplejas al leer el letrero; “UNIVERSITE DE PARIS FACULTE DES SCIENCES”. 

El aspecto de las instalaciones era muy elegante, era una estancia de tres pisos, dos ventanas a los extremos de la puerta principal, y tres ventanas en el segundo y otras tres en el tercero. 

En nuestro siguiente intentó nos adentramos en las instalaciones y pudimos llegar a un aula, al principio dude en entrar, pero en ella se encontraba una persona, era una mujer que escribía en un cuaderno sentada en el escritorio. Al vernos nos dijo; 

—“La mejor vida no es la más larga, sino la más rica en buenas acciones”.

Después de esas palabras escuchamos a lo lejos los fuegos artificiales y supimos que era lo que enseguida iba a pasar. Estábamos frente a una gran heroína, un ejemplo para las mujeres, estábamos frente a una de las mentes más brillantes de la historia. Pionera en el campo de la radioactividad y gracias a sus logros le permitieron conseguir dos premios nobel. Estábamos frente a Marie Curie. 

Abrimos los ojos y sin decir nada nos fuimos corriendo de nuevo a verla, no perdimos tiempo en decirles que era lo que habíamos descubierto, nuestros compañeros quedaron con esa inquietud de porque íbamos tan rápido. De nuevo estábamos frente a ella y nos dijo; 

—“No hay que temer a nada en la vida, solo tratar de comprender”. 

Sus palabras estaban llenas de conocimiento, ella era la figura que siempre quise ser, ser una persona que todo el mundo admirara por sus logros no por su físico. Después de un momento de ver el aula volvimos a escuchar eso en el cielo, arribaron nuestros compañeros y de nuevo en el túnel. 

Volvimos varias veces y ella nos decía cada vez una frase diferente; “La vida no merece que uno se preocupe tanto” “Siento menos curiosidad por la gente y más curiosidad por las ideas” y fue precisamente en esta última frase que pensé en algo, estaba por ir a indagar cuando de nuevo se acabó el tiempo. 

—¡Maldita sea! 

—¿Todo bien? —cuestionó el compañero que seguía mis pasos mientras corría para ir de nuevo al aula. 

—¿Descubriste algo? 

—Creo…creo que sí. —le respondí jadeando a Lucero, mientras que Leonor y Val habían quedado atrás, ellas al parecer ya estaban fatigadas de tanto correr. 

Arribe de nuevo al aula y ahora Mari Curie volvió a articular; 

—“El camino del progreso no es ni rápido ni fácil” 

—Lo sé, y mil gracias por todo el conocimiento que nos diste y que nos sigues enseñando. —sonreímos ella asintió con la cabeza, tomé su libreta y al abrirla algo se estaba transformando, fue como si un cubo rubik se estuviera reescribiendo.

Las paredes comenzaron a acoplarse, se transformaban y dejaban entrever el verdadero lugar en el que estábamos, enseguida llegaron el resto de mis compañeros y lo último que vi fue la sonrisa de mi heroína, enseguida nos encontrábamos en un remoto lugar, oscuro que solo estaba iluminado por lo que parecía una luz en medio de un gran cuarto, había cientos o miles de camillas con diferentes personas que estaban conectadas, y al aproximarnos a una de ellas nos percatamos que era nuestra compañera Scarlet.

No hubo tiempo que perder, de inmediato le quitamos los cables de los cuales estaba conectada ella abrió los ojos, no tardó mucho en incorporarse, enseguida recobro el conocimiento y lo primero que dijo fue;

—¿Eres tú mi sol? 

Enseguida el alquimista acciono su dispositivo y dejamos esa furtiva realidad. 

Capítulo 18

“Fusión y fisión entre los átomos, el universo nunca desperdicia la energía” 

Asentí con la cabeza para que me dejaran caminar por mi propia cuenta, al principio los movimientos de mis pies eran lentos, me temblaban, pero en instantes caminaba sin ningún problema. 

Estaba asombrada por recuperarme tan rápido, lo había hecho de una gran manera, sentía correr la energía por mis manos, piernas y todo mi ser, como si hubiera magia en cada célula, como si la lumbre se fusionara con cada arteria y vena.

Pasión que emergía de mis alas y mi silueta. 

El alquimista era el que me había ayudado. 

—Gracias. —sonreí sin dejar de verlo.

—De nada. —respondió correspondiéndome el saludo. 

Por una fracción de segundo sentí que el tiempo se había detenido, como si en sus ojos avellana hubiera otro universo. Aunque a decir verdad estábamos frente a un inminente caos. 

—¿Qué mierda es este lugar? —cuestionó Dafne haciendo una mueca de desagrado y llevándose la mano a la nariz para intentar mitigar el hedor que provenía de todas partes. 

—¡Esto hule muy mal! 

—Lo se Val, ¿Qué es este olor? —inquirió Eleanor haciendo un ademán con la mano para alejar el tufo. 

—Parece que es azufre. —dijo Lucero tomando iniciativa al lugar donde nos encontrábamos. —Azufre entremezclado con caos en su totalidad. 

Esa eran las palabras correctas. Frente a nosotros había caos y destrucción. Eran ruinas, un basurero en su totalidad. Escombros por doquier, edificios a punto de colapsar y sobre nosotros un cielo eclipsado por unas nubes negras que se movían como si fuera un asqueroso colon. 

—¡De nuevo otro lugar de mierda! —espetó el alquimista abriéndose paso por los escombros y la basura. 

—¿Quién estará aquí? Violet, Sara, el doctor o el profesor. 

—No lo sé Dafne, pero lo que sí sabemos es que debemos de encontrarlos cuanto antes.

Las palabras de lucero estaban inyectadas con apremio, ¿Cuánto tiempo podríamos sobrevivir en un lugar como este? No creía que fuera por mucho tiempo y cada paso que daba era una vil agonía, por fortuna mi sol me ayudo a equilibrarme mientras pasaba su mano por la cintura y yo por la espalda. 

Habíamos descendido una cuesta cuando inesperadamente un terremoto nos estremeció. 

—¡Guarden la calma y mantengan sus posiciones! 

Mierda era fácil decirlo, pero difícil de hacerlo, todo se movía, todo se desvanecía, a lo lejos vimos como un edificio en ruinas se vino abajo, haciendo temblar con mayor ímpetu la tierra. Un aluvión de escombros y polvo se levantó cerca de nosotros. 

Lo que nos faltaba… 

Varios de nosotros comenzamos a toser, las motas de polvo todavía no se habían disipado del aire, sin embargo, nos manteníamos unidos, en ningún momento nos separamos. Fue en ese instante que al aclararse el panorama vimos algo aterrador. 

—No puede ser… 

Quedamos asombrados al ver que, frente a ese basurero, frente a ese caos, frente a esos escombros se encontraba el “Empire State” y a un lado la “torre de pizza”, o lo que quedaba de estos edificios. 

—Pero…pero… 

Las palabras de Val quedaron a la deriva al ver como un demonio de tres cabezas empezaba a escupir fuego haciendo que los complejos quedaran en ruinas, trague saliva de la impotencia, giré a otro lado y vi petrificada como era destruida la “catedral de san Basilio”, estaba siendo destruida por un viejo que estaba montado en un cocodrilo. Giré de nuevo a otro lado y observe como emergió de entre los escombros un leopardo con torso de hombre, patas de macho cabrío y alas de grifo, esta abominación se encontraba haciendo desmanes en el “Taj Mahal” mientras que su legión de espectros destruían la “Catedral de Notre Dame”. Prosiguió otro uno con cabeza de unicornio, garras en manos y pies, tenía una trompeta la cual hacía llegar truenos en donde se encontraba, lo que estaba destruyendo era la “Opera de Sídney”. Una bestia de colosales dimensiones en forma de dinosaurio, elefante e incluso hipopótamo arremetía contra el “Burj Khalifa”. Y de lo insondable del mar una gran serpiente o dragón se escabullía para aplastar “la torre de Shanghái”. Finalmente, a lo lejos vimos lo que parecía un hombre, se encontraba desnudo, piel nívea como la misma nieve, alas negras como la noche, un rostro bello y perfecto, con un brío mortecino, en su mano tenía una reluciente espada plateada que luchaba con fervor contra un reluciente ángel uno que comandaba las tropas de Dios, un acérrimo arcángel con una espada dorada. 

Se trataba de Luzbel y Miguel. 

Era una inminente batalla que estaban enfrentando en la “basílica de san Pedro”. Luz y oscuridad, bien y mal en una lucha milenaria por la supremacía y por el poder.

Enseguida nos cubrimos, no queríamos que fuéramos presa de ese enfrentamiento, vimos como arcángeles, Ángeles y seres divinos arribaron, intentaron hacerles frente a los demonios, pero estos con su ferocidad estaban acabando con cada uno de ellos. No podían hacerle frente a la horda de demonios abyectos.

Con destreza nos escabullimos por entre los escombros hasta que llegamos a lo que parecía un pasillo.

—¿Qué es lo que vamos a hacer mi sol?

—No lo sé. —respondí sin saber que hacer o que decir. Ese escenario escapaba a todo lo preestablecido a lo que uno pudiera llamar conciencia.

La verdad es que estaba desfasada de la realidad, simplemente no podía pensar y mucho menos articular… 

—Lo primero que hay que hacer es encontrar un lugar para refugiarnos. —expreso Val que era la que estaba más ansiosa, temblaba de pies a cabeza, aunque en ese momento llegó Eleanor para abrazarle y brindarle tranquilidad. 

—¿Tu que dices? —dijo el alquimista a Lucero estudiando las posibilidades que teníamos.

—Creo que… 

Las palabras quedaron al aire al escuchar retumbar cerca de nosotros. Vidrios caían por todos lados, al intentar levantar la vista para ver que había sido nos dimos cuenta que del cielo comenzaban a caer bolas de fuego. 

—¡Mierda esto parece el jodido apocalipsis! —espetó Dafne cubriéndome. 

Las bolas de fuego caían en todas partes, no había un lugar determinado, en pocas palabras no estaríamos seguros en ninguna parte, y si fuera así había miles de demonios que estarían dándonos caza.

Teníamos que hacer algo y lo teníamos que hacer de inmediato. 

—¡No tenemos otra opción más que buscarlos! Por alguna razón estamos aquí, así que es nuestro deber rescatarlos. —sentencio el alquimista levantando el puño en señal de unión y fuerza. 

Adelante.

Asentimos y emprendimos la búsqueda, al principio no sabíamos hacia dónde ir, si no nos encontrábamos contra esas bestias fétidas, era contra los escombros que bloqueaban nuestro paso, sin mencionar las bolas de fuego que caían constantemente sobre nosotros.

Era un escenario dantesco e indeseado. 

—¡Creo…creo que es por aquí!

Escuché a lo lejos como Eleanor nos decía para que la siguiéramos, en ese momento todos dejamos de correr y vimos el lugar por donde nos estaba señalando. 

—¿Segura que es por allí? —cuestionó Lucero levantando la vista, ese sitio no se veía nada alentador, había algunos demonios que custodiaban un angosto camino. 

—Sí, creo que es por aquí. 

—Yo también lo creo. —hizo segunda Val asintiendo con la cabeza. 

Hubo un corto pero intenso silencio, aquí la tensión aumentaba, todo era vivir o morir… 

—Creo que debemos de confiar en ella. —finalmente escuchamos como el alquimista retomó la palabra. —Al final ellas nos llevaron hacia Dafne, ellas tienen un conocimiento que nosotros no. 

—¡En ese caso en marcha! 

Corrimos hacia ese lugar que nos habían señalado nuestras compañeras, lo hicimos con premura, en algunas partes tuvimos que escondernos de los entes y en otras el alquimista nos abría camino, pero no solo fue él el que nos ayudó, en algún momento vi como Dafne sacaba una espada de la espalda y combatía a esas alimañas. 

—¡Me sorprendes mi sol!, ¿Dónde aprendiste? —dije asombrada de verla como atacaba a cada uno de ellos. 

—Practique un poco en Alejandría, al final no todo era conocimiento y libros. 

Después de pasar por unos espectros finalmente llegamos, era un coliseo. Era extraño pero por alguna cuestión yo también sentía algo, como si fuera una señal y con sumo cuidado nos asomamos entre unos pilares, quedamos petrificados ante la escena que veíamos; 

—¿Así que tú también eres un demonio? ¿Qué clase de demonio cibernético eres? ¿Uno con alas mecánicas? 

Vimos anonadados como sacaba partes mecánicas y sangre de sus entrañas. Sin embargo, el asombro se incrementó al ver como el demonio de tres cabezas se convertía en humano mientras descendía al centro del coliseo. Inmediatamente tomó la palabra; 

—¡Gabriel deja de jugar! Presta atención que te diré algo. —caminaba hacia donde estaba el arcángel y nuestro indefenso compañero. —Sabes este lugar antes ardía con furor y tienes una idea de ¿por qué lo hacía? 

Nadie contestó, todos quedamos en silencio, el arcángel no estaba solo, había otros Ángeles a su lado y dejaron de mutilar al doctor. 

—¡Tal vez por la perversidad y el salvajismo Asmodeo! —espetó el arcángel sin embargo este ni se inmuto y continuo. 

—Lo hacían porque en ellos radica la misma maldad con la que está dentro de nosotros, lo mismo que está en la humanidad. 

¿Aquellas palabras eran ciertas? No lo sabía… 

Y sin dejar que replicara volvió a articular. 

—Y sabes otra cosa. —profirió caminando con parsimonia mientras se aproximaba a ellos. —¡Estoy harto de que Dios o mejor dicho su Dios se esconda como rata azorrillada. 

—¡Deja de blasfemar, te lo advierto! —levanto su espada hacia su posición. 

Hubo de nuevo otro intenso silencio, Dafne estaba desesperada por atacar y salvar al doctor, por otra parte, el alquimista solo empuñaba las manos, tenía blanco los nudillos y una vena se le saltaba de la frente. 

Todos estábamos furiosos y llenos de impotencia por rescatarlo. 

En ese instante el demonio Asmodeo retomó la palabra; 

—Si Dios es Omnipotente, ¿Por qué tardo tanto en crear a la humanidad? 

—¡No pronuncies el nombre de Dios en vano! ¡Te lo vuelvo a advertir! 

—Si Dios es Omnisciente ¿Por qué deja que toda esta maldad se apodere de ellos?

—¡Sacrílego! ¡será mejor que te calles! 

—Y si Dios es Omnipresente, ¿Por qué decidió enfocarse solo en este decrepito planeta azul? 

—¡Cierra el puto hocico Asmodeo o te lo cerrare a putazos!

—No sabía que los Arcángeles tuvieran un vocabulario tan esquicito y extenso, pero dime una cosa más, si Dios les dice que se la chupen entre ustedes, ¿lo harían? 

—¡Hijo de perra! 

—Déjame decirte que venimos de la misma, al final eso nos hace como primos…primos hermanos. —respondió con una sonrisa de medio lado llena de cinismo e irreverencia. 

En ese instante vimos como arribaron otros demonios, jueces y arcángeles como Rafael y Uriel para unirse a una inevitable e inefable batalla entre ambos bandos. Ángeles y demonios en una lid, una contienda descuartizando lo que estuviera en sus caminos y sus manos. 

Estupefactos vimos como del cielo descendían no las bolas de fuego sino serafines, querubines y tronos. Los primeros eran seres alados con seis alas, con dos alas se cubrían el rostro, con las otras dos se cubrían los pies y con dos volaban. Los querubines por su parte eran deidades con cuatro alas, sin embargo, cada una de estas estaba cubierta de ojos. Y por último los tronos, grandes ruedas repletas de ojos que se movían como engranajes. 

—¡Al parecer Dios está furioso!

Escuchamos como mencionaba un demonio o un ángel. Uno podría pensar que aquellos seres eran pequeños y hermosos de perfecto rostro, pero la realidad era otra eran inefables e inenarrables. 

Y ese fue el momento perfecto para ir por el doctor, no había nadie que lo estuviera cuidando, así que avanzamos. En nuestro transcurso pasamos por lo que parecía sangre, en algunas partes era negra y espesa, en otras era dorada y viscosa. 

Arribamos donde estaba el doctor y mientras lo hacíamos escuchamos un gran rugido que provenía del cielo, levante la vista al cielo, fue más por reflejo que por convicción y de entre las nubes negras vimos cómo se había formado un rostro, uno que estaba furioso sin comparación. 

No supimos que más paso, en ese instante el alquimista tomó al doctor y presionó el botón…

Capítulo 19 

“El infinito tiende a expandirse infinitamente hacia la singularidad finita” 

Joder que dolor… 

Tomaba mi abdomen mientras mis nano células realizaban una exhaustiva reconstrucción de los órganos que estaba afectados, órganos mecánicos y orgánicos como hígado, páncreas, intestinos y por fortuna no había llegado a mi jodida próstata.

—Malditos ángeles de mierda… —susurré mientras caminábamos en un diferente paramo, uno que para mí era un jodido paraíso plateado. 

—¡¿Que mierda es este lugar?! 

Escuché como Dafne se quejaba al arribar a este nuevo lugar, no era nada extraño que se quejara por todo, si no se quejaba de esto, se quejaba de otro; huele extraño, sabe malo, no es lo que pensaba, hace mucho calor, hace mucho frío… 

Mierda nunca estaba a gusto… 

—Al parecer uno de nuestros compañeros se encuentra aquí. —respondió el alquimista haciendo una breve inspección del lugar y no tardo mucho tiempo en darse cuenta de eso… 

—¡Siento…siento…siento que no puedo respirar! —exclamo Lucero caminando entre aquel cementerio robótico, trastabillo y cayo de rodillas. 

—¡Yo también siento lo mismo! 

—¡Y yo! 

—¡Y yo también! 

Mierda que les pasa a todos, uno llega al puto cielo y todos comienzan a quejarse. Por fortuna yo no sentía nada de eso que estaban experimentando, yo si podía respirar. Agache la cabeza para ver la herida, está ya había cicatrizado. 

Ese imbécil de Miguel sí que se había divertido pensando que era un jodido demonio, o tal vez disfrutaba torturándome en nombre de Dios, lo veía en sus ojos, era como si estuviera extasiado, como si tuviera un orgasmo, todo esto mientras cercenaba cada órgano y parte mecánica de mi cuerpo. 

Por fortuna ya estoy como nuevo. 

Observé como el alquimista comenzó a hacer una mezcla, eran unos polvos de diferente color que estaba incorporando en una lata de aerosol. No tardo mucho tiempo cuando terminó su menjurje y comenzó a rosearles. 

Relucientes y cromados. 

—Gra…gracias…

¿Qué era eso que les había hecho? 

No tenía ni una puta idea, solo sabía que ese halo aparentemente invisible que los cubría era como una barrera que les purificaba el oxígeno, pero a cambio habían tomado un tono plateado. 

—Ahora ya me siento mucho mejor. —agrego Scarlet viendo sus palmas de sus manos mientras hacia un gesto de desagrado. 

—¡Bah que esperabas un color dorado! ¡En marcha que nuestros compañeros no se van a encontrar solos! 

Emprendimos nuestro camino, el lugar parecía desolado, estéril, sin vida, pero era todo lo contrario, en cada esquina que veía podía ver la energía que fluía de cada circuito. Todo vibraba, todo resonaba, todo emitía una determinada frecuencia. 

Con sumo cuidado descendimos por una cuesta, al parecer el yermo tenía muchos secretos, a lo lejos podíamos ver una colosal montaña de cuerpos. 

—Esos cuerpos están…están muertos. —musitó casi en un susurro Val. 

—No querida, están tomando una siesta colectiva, será mejor que no hables fuerte, no queremos que se despierten de su eterno sueño con la muerte. —respondí de forma despectiva, que acaso eran lerdos y no veían que tenían a su alrededor moscas, aunque eran moscas robóticas. 

Mientras pasábamos de largo vi como alguno de esos insectoides se aproximaban a nosotros, un par de ellas se habían detenido frente a mi como si me estuvieran analizando incluso se pusieron en mi hombro, no objete y proseguí caminando. Eleanor comenzó a mover las manos para que no se aproximaran a ella, como si esos indefensos seres le fueran a hacer algo. 

—¡Solo cierren la boca y sigan avanzando! —espetó el alquimista que era el que iba al frente del pelotón. Me gustaba su actitud, por otra parte, yo me encontraba cuidando la retaguardia. 

Dejamos atrás la montaña de cuerpos en putrefacción, eran cuerpos en una simbiosis con partes mecánicas, aunque esta fusión difería en gran parte a como estaba conformado. Mis partes eran gracias a la nanotecnología y al parecer aquí parecían como si un virus mecánico los hubiera infectado. 

En este lugar el cielo era muy peculiar, era fuego de color negro, caminamos y caminamos hasta llegar a un sitio muy singular. Aquí la atmósfera estaba impregnada con una sutil neblina de color naranja, pero eso no era todo, había unos pilares que parecían que se elevaban hasta el mismo cielo. 

Interesante. 

—¿Qué será ese tipo de inscripción? —cuestionó Dafne palpando uno de los pilares. 

—No lo sé, tal vez dice “No tocar o morirás”. —dije mientras me encogía de hombros y seguía de largo. Solté un suspiro, uno que estaba cargado de fastidio. 

—Tal vez sea el idioma de ellos, uno que al parecer es similar a las tablillas de arcilla de los sumerios. —respondió Lucero observando la inscripción en los pilares. 

—Pero al mismo tiempo tiene un toque cibernético. —agrego el alquimista con un halo de suspicacia. 

Ambas conjeturas eran ciertas, era una escritura, una fusión entre las dos facetas. 

De nuevo interesante. 

Mientras pasábamos los pilares nos encontramos con lo que se asemejaba a un animal o bueno lo que quedaba de esa simbiosis entre las células y cables, circuitos, chips, tarjetas y demás cosas cibernéticas.

Parecía perdido así que comencé a silbar. 

Inmediatamente las recriminaciones de mis compañeros no se hicieron esperar, como si se tratara de un cachorro que al acariciarlo sacaría una sierra y cortaría todo lo que estuviera a su paso. 

Hice caso omiso y comencé a jugar con él. 

—¡Ven es inofensivo! ¡Que esperaban que fuera un cachorro kamikaze! 

—¡Solo, solo deberíamos de ir con más cuidado, no sabemos con qué nos podamos encontrar en el camino! 

No hice caso al comentario de Dafne, solo escuchaba bla, bla, bla, bla… 

El profesor debería de haberla despedido o …

Aquel pensamiento se vio interrumpido por un extraño sonido, uno que hasta el pobre cachorro salió despavorido, sus patas mecánicas se escuchaban a la distancia, frente a nosotros una bruma naranja que hacía entrever el rostro de unas grandes esculturas. 

Mierda y yo que le quería poner Floppy… 

—¿Pero qué es esto? —inquirió Val asombrada por la obra que veía. 

—Al parecer es un refrigerador con boca. —respondí de nuevo con sarcasmo, después de aquel comentario rodé los ojos y me aproximé un poco más. 

—Es curioso ver esto, parece su historia, su evolución… 

Las palabras de Scarlet quedaron a la deriva, ellos seguían discutiendo sobre que eran esas caras y que significado podría tener. Podrían ser los primeros que llegaron, o tal vez lo únicos sobrevivientes, las variantes eran muchas, infinitas como las realidades a las cuales uno podía viajar en el tiempo. 

El alma de Metatrón estaba plagada de enigmas en el cielo. 

Los rostros se podían observar cómo iban evolucionando, como había dicho la compañera, al principio no había más que un rostro humano, después iban adquiriendo alguna modificación ya sea en el ojo, otras en la boca, nariz, orejas, hasta que la última de esas esculturas mostraba un rostro totalmente robótico. 

—El resultado de todo esto no me gusta. 

—A mí tampoco alquimista a mí tampoco. —respondí quedando a su costado contemplando con indignación el resultado. —Esperaba la cara de T-1000 o la de Wall-E. 

En fin, dejamos esos rostros y seguimos avanzando, este lugar era un cementerio, por un momento pensé que había visto a un des ahuesado “C-3PO o un moribundo R2-D2”, pero la carne podrida nos hacía casi imposible ver en realidad que era lo que había. Finalmente llegamos a lo que parecía una gran estructura. 

—Creo que es por aquí.

—Eleanor, desconocía que tuvieras el poder psíquico de Walter Mercado o incluso que superaras a Baba Vanga. —replique haciendo una mueca y entrando por ese túnel en el cual tenía en el piso unos tubos con algún tipo de tejido que se había adherido a ellos. 

Simbiosis o parasitismo, tal vez ambas.

El alquimista acciono lo que parecía una antorcha, una que prescindía de fuego, era de nuevo unos polvos que había puesto en una barra metálica y de allí se desprendía luz. 

—Tal vez deberías de compartir tus secretos.

—Tal vez, claro porque no, siempre y cuando nos enseñe todos los enigmas que engloban al tiempo cíclico. —respondió el alquimista, con un toque serio, pero al mismo tiempo en forma de juego. 

—El tiempo cíclico y sus entrañables secretos.

No hubo más comentarios, seguimos avanzando y entre aquella idílica oscuridad vislumbramos una tenue luz, una que nos invitaba a que llegáramos a ese efímero punto. Él hizo un ademán con la cabeza mientras se llevaba un dedo a la boca para que guardáramos silencio, y conforme avanzábamos a ese haz de luz un sonido arribo a nosotros. Eran estruendos de maquinaria, pero al mismo tiempo eran gritos agónicos que iban disminuyendo.

Entre la luz mortecina vi lo más parecido a una mariposa, una donde sus alas mecánicas eran como una fina hoja, tenía un color azul con tonos plateados, extendí la mano para que se pudiera posar en mis dedos. 

Eres hermosa. 

La contemple por unos efímeros segundos hasta que de nuevo un sonido mecánico la estremeció y siguió volando.

—Joder qué es todo esto… —proferí casi asombrados a la par de mis compañeros, el escenario era casi dantesco, aunque aquí no había fuego fatuo, ni sombras estrafalarias danzando.

Aquí lo que había era una aberración mecánica, eran cientos de cuerpos unidos en una masa amorfa, unidos por cables que parecían como si estuvieran tejiendo algún tipo de ser inefable. 

Cabezas cercenadas en un extremo, manos y piernas moviéndose de una forma aleatoria en uno de los costados, órganos expuestos sin ningún orden aparente y partes mecánicas que fundían la masa de forma inherente.

Mierda… 

—¡Esto es una aberración! 

—¡Es una puta aberración y lo que le sigue! —respondí estupefacto por lo que estaba mirando. Y lo más escalofriante de esa perversidad era que aquellas personas estaban vivas. —¡Joder!

—Solo espero que nuestros compañeros no estén aquí. 

—Pues si están aquí sería como buscar una aguja en un saco de mierda envuelta en un pajar. 

—Espero que ese no sea el caso doctor… 

Vi como el alquimista comenzó a caminar, sin embargo, en ese instante algo se activó, fue como si la gran sala tuviera un sensor de movimientos, y esto activara la maquinaria que estaba envuelta a nuestro alrededor. 

—¿Pero qué hiciste? —recrimino Dafne como si él hubiera hecho algo apropósito. 

—¡No hice nada solo di unos pasos al frente y … 

Ya se había tardado en quejarse.

Inhalé y dejé salir un largo suspiro para retomar la palabra. 

—¡No hay tiempo que perder en marcha! —vociferé corriendo hacia uno de los tableros que había frente a nosotros.

—Pero…pero que vamos a hacer… 

—¡No lo sé Val, pero tenemos que hacer algo y lo tenemos que hacer de una jodida vez! —comencé a presionar botones aleatoriamente, conforme lo iba haciendo observé algunos patrones en ese extraño lenguaje cuneiforme y el código binario que mostraba en la pantalla. 

—¡Scarlet te quiero a un lado de la melcocha con cables, quiero que me digas que es lo que pasa! —retome la palabra mientras estudiaba y aprendía el lenguaje, en unos segundos lo había descifrado. Pero el sonido de algo nos alertó que esto se pondría peor de lo que estaba. 

Joder vamos…vamos… 

Escuché a la distancia los gritos tanto de Eleanor como de val, ellas estaban atentas a lo que se aproximaba desde un recóndito lugar, por otra parte, vi como el alquimista preparaba algo con sus pociones, brebajes o ungüentos.

Mierda, eso no lo va a detener… 

—¡Allí esta! ¡Es Sara! ¡Es ella! ¡Es ella! 

Escuché como gritaba como loca Dafne, Lucero y Scarlet ayudaban a sacarla de la masa de carne en la que estaba, yo seguía realizando una serie de comandos, no lo iba a aniquilar, pero si retrasar lo inevitable. 

Presione un botón y este comenzó con una serie numérica, una cuenta regresiva que intentaría acabar con aquella existencia. 

Virus modificando Virus.

Con asombro vimos cómo se aproximó hacia nosotros algo que flotaba, era lo que parecía un corazón que estaba revestido de masa cefálica conectado a cientos de cables. 

—Deus ex machina, por fin tengo el puto honor… 

Susurré mientras veía como se aproximaba en ese momento ya habían sacado la mitad del cuerpo de Sara, aunque solo era cuestión de unos segundos, fue en ese instante que levante el dedo de en medio, sabía que el virus que había implementado no lo mataría, pero si lo detendría la potencia de su ataque.

—¡Vete al puto infierno cibernético maldito escroto purulento! 

Grité por que todo estaba listo para largarnos de ese puto plano cuando inesperadamente el corazón pese a lo que le había hecho nos lanzó un furtivo ataque que estaba por darnos de lleno y herirnos de muerte sin embargo en ese momento alguien o algo lo detuvo. Había sido aquel indefenso cachorro con el que había jugado. 

Floppy ¿por qué? 

 No sé qué mierda sentí en el pecho, fue una opresión que detenía mis latidos y el mismo tiempo. En ese instante sentí que alguien me tomaba de la mano, era el alquimista que me sacaba de aquel estupor en el que me había embargado. Por fortuna lo último que vi fue que el cachorro no había resultado herido y había escapado dejando atrás al Deus ex machina en medio de todo ese inminente caos… 

Capítulo 20

“¿En el paraíso los electrones serán positivos? O estarán flotando en un mar de serenidad gracias a los fotones y al boson de higgs” 

¿Dónde…dónde estoy? 

Frente a nosotros había un escenario pletórico, un hermoso lugar que al principio pensé que era fruto de mi imaginación, como si fuera un sueño, uno donde había muerto de forma inevitable en esa masa amorfa de cuerpos. 

Pero…pero al parecer no estoy muerta… 

Una de mis compañeras me ayudo a incorporarme, sentía que mis piernas flaqueaban, se trataba de Lucero, ella siempre había sido muy cálida conmigo y desde el momento que me vio me tomó fuerte entre sus brazos. 

—Tranquila Sara todo estará bien, todo estará bien. 

Escuché como me hablaba mientras me recorría la espalda con una de sus manos para que me pudiera apoyar y siguiera caminando. De nuevo levante la vista hacia el horizonte y pensé; 

¿Acaso estoy soñando? 

Pero algo en mi interior me decía que no, que no era un sueño. El alquimista comenzó a quitarme eso que estaba adherido a mi cuerpo. Primero roció un líquido verde, luego me inyecto algo morado, después me aplico unos pigmentos dorados, y aquella cosa que tenía incrustada en una costilla se desprendió de mi cuerpo. 

—Me hubiera gustado más que aquí estuviera Floppy en vez de esa jodida cosa que se arrastra. —profirió el doctor con aquel toque irreverente viendo con desdén como la parte mecánica en forma de serpiente se escabullía en el lugar.

Por otra parte, Val y Eleanor me quitaron la mascarilla que tenía, al principio no podía respirar, era como volver a usar mis pulmones de forma convencional. Sentía como pasaba el oxígeno sin filtros, como si estuviera concentrado, aunque sabía por juzgar el lugar que se trataba de oxígeno puro y limpio. 

—Aquí estamos contigo. —agregaron Scarlet y Dafne mientras cada una me tomaba la mano. 

Vi sobre sus hombros como se levantaban grandes árboles, en las plantas de mis pies podía sentir la frescura del pasto, no lejos de donde estábamos el sonido de una cascada nos embargaba, era un hermoso jardín. 

Esto…esto es un…un oasis… 

—¡¿Qué es este jodido lugar?! ¡Nos hubiéramos quedado en el otro, aquí huele a mierda con rosas! —exclamo de nuevo el doctor con aquel toque lleno de sarcasmo. 

—Al parecer estamos en el Edén. 

Las palabras del alquimista eran muy ciertas, flora y fauna fusionadas de una forma divina e inquebrantable. Tulipanes rojos, blancos, amarillos, morados, verdes y azul celeste. Girasoles moviéndose al compás del astro rey, lo seguían en aquella odisea hasta el atardecer. Orquídeas, flores exóticas resplandeciendo con su belleza innata, admiración y pureza en una misma composición pletórica. Pensamientos, un tipo de flores comestibles que su color lila deslumbraban a los presentes. Margaritas, pétalos blancos puros y llenos de vida, transmiten energía que con su aroma nos embriagaban de sutileza. Lirios, colores vivos en forma de trompeta, con una amplia gama de colores eclipsaban el espectro de luz y a los planetas. Azaleas, Dalias y Hortensias, transmitían amor, pasión y belleza. Todo aquí era puro e inmarcesible mientras contemplábamos la naturaleza.

Que hermoso lugar, hermoso y ancestral.

—Tal vez no deberíamos de alterar nada, no sabemos qué repercusiones podría tener. —expreso Dafne intentando no caminar sino flotar para no alterar el ecosistema. 

—¡Bah! ¡Con nuestra presencia, ya alteramos todo este jodido lugar! —se tomó unos segundos carraspeo la garganta y escupió a uno de los costados. Después volvió a retomar la palabra. —Solo nos resta rescatar a la persona que esté en este decrepito lugar.

Seguimos avanzando y mientras lo hacíamos vimos a diferentes animales, estos estaban en simbiosis con todo lo que los rodeaba, eran parte inefable de aquel perfecto ecosistema.

—Dos animales por cada especie… 

—¡Como una puta arca! —respondió el doctor haciendo una mueca de desagrado. —Aquí algo ha de estar mal. 

Las palabras de Lucero quedaron a la deriva mientras que él las respondía. Por una parte, era como si no creyera en todo eso que veía. En el paraíso los animales eran dóciles, como si no hubiera esa maldad, ese instinto por la supervivencia. Veíamos con asombro ejemplares que se habían extinto en nuestra época y quedamos fascinados con su naturaleza. 

Seguimos avanzando en nuestro recorrido, era un contraste totalmente opuesto en el que me encontraba, aquí no había maquinas, ni cuerpos que eran como la carnada, aquí no había montañas de humanos, ni un rio de mercurio que corría lleno de pedazos de hojalata. Aquí veíamos un hermoso arroyo donde peces de todos los colores se aproximaban hacia nosotros. 

Definitivamente este es el cielo. 

Aquí no había tirria, ni guerras, ni avaricia, ni hambre, ni basura, ni problemas, todo era perfecto, todo era eterno. Por un breve instante quise quedarme en ese lugar, tumbarme en el césped cerrar los ojos y dejar que el vergel me encapsulara repleta de felicidad. 

Por un momento pensé que moriría en esa masa amorfa, falto poco para que eso pasará, por fortuna arribaron mis compañeros, aunque lamentaba el resultado que había tenido aquel sujeto llamado Voluk, él había sido la única persona que había mostrado un poco de humanidad en Criotaskum donde reinaba la cibernética, la apatía y la perversidad. 

Gracias a Dios y a mis compañeros que el ser “Deus Ex Machina” no me licuo… 

“Dios” …esa palabra y lo que englobaba retumbo en mi interior, como era que no estuviera en ciertos lugares y hubiera ese tipo de escenarios. Aunque a decir verdad esas cuestiones filosóficas y teólogas no me conciernen. Por el momento seguíamos avanzando entre jardines para encontrar a alguno de nuestros compañeros. 

Casi estamos completos… 

—¡Vamos creo que vi algo por allá! —profirió Eleanor con cierto toque de agudeza. Como si supiera o viera algo que a nosotros se nos escapaba de las manos.

—¿Segura que es por allí? —inquirió el doctor con desconfianza mientras acariciaba a un tigre blanco de bengala. 

—Si es algo que presiento.

—¿Y tú qué opinas “campanita”? ¿crees que ese camino nos llevara al mundo de Oz? 

—Yo les creo. —agrego el alquimista dando un paso al frente.

—Yo también. 

—Y yo. 

Al final todos asentimos y con el fastidio o tedio del doctor nos encaminamos hacia ese lugar. Después de adentrarnos en el bosque, finalmente arribamos a un pletórico sitio, uno donde a lo lejos veíamos un gran árbol, uno con un fruto ancestral prohibido.

—¿Pero qué es esto? —exclamo anonadada Dafne mientras palpaba algo en el aire. 

—¿Qué es qué? —inquirió de inmediato el alquimista y fue a su encuentro. No tardó mucho en que ella retomara la palabra. 

—¡Esto! 

Las palabras quedaron en vilo al ver que mi compañera estaba palpando el aire, como si este no la dejara pasar, como si hubiera algo sólido que desafiaba toda comprensión y toda lógica. 

Enseguida caminé hacia donde estaban todos, lo hice con pasos muy lentos y observando todo el escenario, ladee un poco la cabeza y mientras lo hacía pude observar cómo Dafne palpaba y al hacerlo había ciertos colores que se intensificaban, era como si fuera un… 

—Holograma.

Escuché que alguien dijo eso, aunque no preste atención a quien de ellas lo había dicho, tal vez Eleanor o Val. Finalmente llegué y palpé, parecía como si fuera una puerta, una que no se podía ver solo palpar y mientras uno lo hacía dejaba una marca tornasol que se desvanecía.

—¡Encontré algo! 

Levante la vista y Lucero estaba sorprendida, como si hubiera descifrado ese gran misterio. El doctor estaba por tomar la palabra sin embargo ella lo interrumpió abruptamente; 

—¡Y antes de que diga algo nosotras podemos solas! 

El doctor hizo una mueca, levanto las manos y se encogió de hombros, seguro que diría uno de sus clásicos comentarios, pero daba gracias a Lucero que lo había puesto en su lugar. 

—Con cuidado… —agrego Dafne ayudándola mientras jalaba lo que parecía una manija, esta al final cedió y un sonido como si se estuviera despresurizando algo nos puso en alerta.

Enseguida vimos cómo se acciono un sistema y por muy inverosímil que parezca la puerta se abrió, dejando ver lo que parecía un cuarto metálico. 

—¿Pero qué mierda es eso? —las palabras del doctor quedaron al aire mientras lo contemplaba de forma insólita. 

Nunca me imaginé que algo así estuviera escondido dentro de este paraíso, pero al parecer así lo era. Trémulos caminamos hacia el interior, lo hacíamos con parsimonia, como si nuestra vida dependiera de cada paso que dábamos.

—¡Tengan mucho cuidado! —advirtió el alquimista mientras nos adentrábamos a ese cuarto que era todo lo contrario de lo que estaba a nuestro alrededor. 

Palpe la pared, el frío metal hizo que me diera un escalofrió que recorrió todo mi cuerpo, como si esa cosa me advirtiera de mi inevitable final. Enseguida quité la mano y di varios pasos hacia atrás, quería regresar a la naturaleza cuando inesperadamente la puerta se cerró y la habitación donde estábamos comenzó a moverse. 

—¡Mierda!

Gritamos en medio de un tumulto de emociones que nos embargaban, sentimos como nos elevábamos, como si estuviéramos en un elevador y en ese instante las paredes metálicas se tamizaron para mostrarnos el paraíso desde arriba. 

La mayoría nos abrazamos, estábamos atentos ante cualquier cuestión que aconteciera, desde la perspectiva donde nos encontrábamos podíamos ver el paraíso, ya nos habíamos elevado varios metros, desconozco cuantos pisos serian, pero de un momento a otro el elevador se detuvo, emitió un sonido y otra puerta se abrió para que entráramos. 

—¿Y si no entramos y nos quedamos aquí hasta que el elevador vuelva a bajar?

—¡Bah! Si la puerta se abrió fue por algo. —respondió el doctor a la petición de Val que era la más ansiosa de todas.

Hubo un intenso silencio y el alquimista fue el primero en entrar, le siguió el doctor y después cada una de nosotras.

Que Dios nos bendiga. ¿Cuál? El que sea.

Medite mientras caminaba, era como flotar en el aire, mientras caminábamos veíamos abajo el paraíso, era como caminar sobre un cristal y a esa distancia uno dudaba de lo que pudiera pasar. 

Aquí vamos. 

Dejamos atrás ese largo pasillo y arribamos a un lugar, parecía un laboratorio, pero uno con ciertas características muy especiales, la primera que se percató de eso fue Lucero; 

—Esto es muy peculiar… 

—¿A qué te refieres con eso? —cuestionó Eleanor que caminaba a mi costado. Yo de inmediato supe de qué se trataba, pero estaba más atenta a los detalles a mi alrededor. 

—¿No ves algo similar? 

El silencio envolvió a mi compañera mientras intentaba discernir qué era eso que Lucero le había dicho. Pasaron unos segundos mientras pensaba en la respuesta, aunque esta nunca llegó así que ella retomó la palabra. 

—El laboratorio tiene partes del CERN. 

Este comentario tomó a la mayoría de mis compañeros por sorpresa, de nuevo silencio mientras avanzábamos, eran partes aleatorias de diferentes estructuras del gran colisionador de hadrones y estas eran muy singulares, aunque guardaban cierta diferencia con sus partes originales. 

Seguí avanzando en silencio mientras acomodaba mis pensamientos, hasta ese momento no había tocado ninguna parte mecánica, por alguna razón sentía una aversión a ellas. Pero hubo algo que me cautivo. 

Acaso eso es su… 

De nuevo sin articular fui hacia ese objeto, lo palpé y lentamente la abrí:

—Bitácora—

[Año 4,500 a. de C.]

Estaba asombrada leyéndola y solo me detenía en ciertas partes para hacer énfasis en lo que leía; 

 Las exploraciones con los drones no han sido satisfactorias…y siempre obtengo el mismo resultado: ”Sin humanos”… 

No podía creer lo que estaba leyendo, ¿acaso era su letra? No tuve tiempo de pensar cuanto mis ojos hambrientos por el conocimiento me hicieron que regresara a la lectura; 

No sé cuánto llevo aquí…tal vez días, o tal vez décadas o probablemente cientos de años…parte del ingenio humano por hacer algo con su tiempo libre es “experimentar”… 

Simplemente no lo podía creer, levanté la vista y vi unas capsulas, mis compañeros estaban anonadados observando de que se trataban, al principio ellos no comprendían que era, pero yo al leer la bitácora sabía de qué se trataba. 

Extraje cromosomas de mi ADN para crearlos… 

Frente a nosotros había varias capsulas, eran humanos o intentos de ellos, todos eran de sexo femenino pero lo peculiar era que en cada una se podía ver alguna malformación, como si los experimentos se hubieran pulido y al final el resultado era el correcto. Experimentos in vitro con un solo fin.

Así pude crear a Eva…el proceso no fue nada fácil…no logre crearla al primer intentó…pero al final pude hacerlo…después fue más fácil crearlo a él… 

En ese instante estábamos petrificados al escuchar el repiqueteo de unos pasos, todos quedamos estáticos mientras veíamos con asombro como arribaba una persona madura con canas en la barba y a su costado nuestra compañera Violet. 

No lo puedo creer… 

—Sé que tienen muchas preguntas, pero créanme que frente a ustedes están todas las respuestas. —rompió el silencio el profesor mientras estaba frente a nosotros. 

El júbilo y el éxtasis no se hizo esperar y de inmediato nos dimos un fuerte abrazo, uno que no sé cuánto tiempo duro, pero las lágrimas corrían libres por las mejillas.

De nuevo la familia está unida. 

El profesor era más viejo, más sabio, pero tenía todas esas soluciones de las cuales a nosotros se nos escapaban de las manos. No hacía falta decir algo más, ahora todo estaba muy claro, la humanidad había nacido allí, de un bucle temporal del cual no sabíamos cómo interpretar, pero gracias a eso estábamos presentes en el tiempo. 

Nos separamos por un corto lapso de tiempo, vi detenidamente a cada uno de mis compañeros, cada uno había sido lazado a diferentes épocas del espacio tiempo, incluso a lugares insondables, el corredor infinito resguardaba cientos de enigmas y me preguntaba si la humanidad estaba lista para desglosar los misterios del Gravitron que protegía el alma de Metatrón. 

Tenía muchas preguntas hacia el profesor, hacia mi compañera Violeta, y hacia cada uno de mis compañeros, incluso también al doctor, al final creo que él era una incógnita en su totalidad.

Todo a su tiempo, por lo pronto disfrutemos del momento… 

—No saben cuánto tiempo estuve pensando en este…en este momento y ahora que están aquí…no se…no sé qué decir… 

Violeta lloraba, pero eran lágrimas de alegría, de felicidad, de amor por que después de una travesía, o mejor dicho una odisea ahora estábamos juntos de nuevo. 

—Bueno ahora que estamos todos reunidos creo que es momento de… —en ese instante el profesor interrumpió abruptamente al alquimista, dejó el grupo y se enfocó en el piso, como si estuviera observando algo que a nosotros se nos estaba escapando. 

—¡Como…cómo es posible que puedan caminar por allí! ¡Eso es imposible! 

—¿A qué se refiere con eso profesor? Simplemente no comprendemos que es lo que nos quiere decir. —agrego Lucero dando un paso al frente y escrutando el piso de cristal mientras abajo veíamos árboles y plantas. 

—¡Se supone que hay un sistema eléctrico que no los deja ir a ese punto! Pero al parecer algo…algo lo desactivo. —replicó el profesor levantando la vista hacia donde se encontraba el doctor que por accidente había presionado un botón, este solo se encogió de hombros. diciendo un efímero. 

—Ups… 

Anonadados vimos como dos seres, un de sexo femenino y otro masculino iban caminando libremente por el paraíso, explorando mientras arribaron a un hermoso árbol con un fruto rojo. No era nada difícil pensar de que se trataba. 

El fruto prohibido… 

Vimos como con desesperación el profesor se encamino a uno de los monitores para observar mejor el panorama, a un lado tenía un micrófono que enseguida tomó, quiso decir unas palabras pero este no funcionaba.

—¡No deben de comer de ese fruto! 

El profesor nos explicó a groso modo que no significaba que sucumbirían en pecado si llegaran a probar el fruto, sino que sería algo peor.

¿Pero que podía ser peor que eso? 

Enseguida nos dijo que como eran un experimento controlado ellos adquirirían conciencia. Así que vimos como Adán tomó una de esas manzanas y sin pensarlo dos veces la mordió. Enseguida sentimos como algo comenzó a tambalearse, sentimos como todo el laboratorio donde estábamos estaba desintegrándose, una luz emergía de todas partes. Todo vibraba, todo resonaba, todo se transfiguraba. Y de la luz emergió una voz, una divina y celestial voz… 

¿Acaso era Dios? 

No había tiempo que perder, teníamos que salir de inmediato de ese lugar. El alquimista nos reunió a todos y lo último que vimos antes de irnos del paraíso fue como la cosa mecánica que se arrastraba se adhirió al cuello de Adán. Al final pudimos salir antes que el laboratorio colapsara y lo último que pudimos percibir como un eco que resonaba en cada célula de nuestro cuerpo proveniente de la luz fue esto; 

—Regresen a su tiempo…antes que todo colapse… 

Capítulo 21

“Polvo cósmico eres y al polvo cósmico volverás” 

Aquella voz seguía retumbando en mi cabeza, pero no solo en las neuronas sino en cada partícula y molécula de mi sistema. Era un eco cósmico que iba más allá de lo preestablecido, era un llamado a finiquitar todo lo que un día habíamos indagado con tanto esfuerzo obtenido.

Él quería que lo solucionara… 

Toda una vida, todo el mérito de cada momento, de cada pensamiento, de todo lo que me impulsaba por investigar. Todos mis estudios, todos mis posgrados, maestrías y doctorados, todo mi tiempo se estaban escurriendo entre mis manos… 

¿Cuál era la finalidad del gran colisionador de hadrones? 

Tomaba un paquete de 100 mil millones de protones, contra 100 mil millones. La colisión genera temperatura 100 mil veces más caliente que el sol. Según la relatividad la energía y la materia son equivalentes y en cada colisión se puede transformar la energía en materia y viceversa. 11 245 vueltas al anillo por segundo en un tuvo al vacío. Todo esto para comprender el mundo cuántico formado por partículas; electrones, protones y neutrones. Y entender el mundo cósmico; planetas, sistemas, galaxias, supercúmulos. Interpretar como inicio nuestro universo, como evolucionara, discernir; materia, antimateria, energía oscura, la gravedad, porque somos y de dónde venimos. Descubrir la naturaleza del espacio tiempo y las diferentes dimensiones. 

Todo… 

Compaginar las energías del universo; la fuerza nuclear fuerte, los bosones w y z interactuando con la fuerza nuclear débil, el electromagnetismo y la gravedad. Las cargas asimétricas; materia y antimateria se deberían de aniquilar, pero en el universo no existe simetría. Y eso me lleva a pregunta si en algún punto podríamos crear antimateria, materia con carga inversa. 

El secreto estaba plasmado en las partículas sub atómicas… 

Barión de 3 quarks, forman el núcleo de los átomos. Tetraquarks o pentaquarks, hadrones exóticos. Estos últimos son los que me cautivaban. Quarks fondo anómalo; se traducía a más electrones que muones, partícula no descubierta; “leptoquark”. Muon g-2; momento magnético que nos llevaba a la Formula de Dirac que interactúa con una espuma cuántica de partículas. 

¿Y todo eso con qué fin? 

Mecánica cuántica tenía diferentes usos: Contador laser, transitor, imanes superconductores, micros electrónicos, computación cuántica, resonancia magnética y la lista seguía y seguía. Gracias a los Quarks se podían constituir; protones y neutrones, existen en total 6. Fermiones y bosones en función de onda respecto a la energía y a su posición. Simétrico: Fotones, bosones. Anti simétrico: electrón, quarks, fermiones.

Materia. Átomo. Materia que no se puede dividir más…

Todo esto gracias a: Leucipo y Demócrito. Personas que en la antigüedad dieron todo por el conocimiento, claro sin mencionar a John Dalton. Por otra parte, tres copias de las partículas fundamentales; quarks charm y strange hermanos gemelos, pero más masivos de los quarks up y down. Muon hermano gemelo del electrón con mayor masa y su neutrino asociado que es el neutrino muonico. Quarks pesados top y bottom junto con los leptones tau y neutrino tau.

Estábamos constituidos por unidades fundamentales… 

Las respuestas estaban allí, frente a nosotros, el Gravitron, una partícula sub atómica que daría respuestas a todas esas incógnitas. Donde la teoría de la relatividad se fusionaría con la mecánica cuántica.

La teoría del todo… 

Finalmente habíamos regresado, pero… ¿Qué había frente a nosotros? La visión era devastadora, me aniquilaba de solo presenciarla, ¿acaso esto era lo que habíamos ocasionado? O, mejor dicho, ¿lo que había ocasionado? 

Sentía que la cabeza me iba a estallar… 

—Profesor…profesor…profesor… —una voz me saco de aquel estupor y enseguida volví a la realidad. 

—¿Qué? —fue lo único que pude responder mientras daba trémulos pasos hacia el colisionador. 

—¡Esto…esto no está nada bien! 

No respondí y giré hacia dónde provenía esa voz, se trataba de Lucero que me estaba advirtiendo algo, al principio no comprendía de que se trataba, pero al verlo detenidamente pude entenderlo. 

Pero como fue posible eso… 

Frente a mí se encontraba Violeta y Eleanor, aquellos nombres eran totalmente normales, no había nada extraño en eso, no, pero aquí la cuestión era que se habían fusionado.

Dos cuerpos en uno solo… 

—Pero…pero ¿Cómo fue posible eso?

—¿Te sientes bien? 

—¿Eres Violeta o Eleanor? 

Las palabras de Dafne, Sara y Val quedaron en la vil deriva, como si un tsunami de emociones nos embargaran y un tifón de pensamientos nos alejaran de toda la realidad que nos rodeaba. 

En ese instante ella retomó la palabra; 

—¡No sé qué fue lo que paso! 

Desconocía los pormenores de aquel extraño acontecimiento, tal vez debería de sentarla, tomar mi libreta y comenzar a cuestionar aquel evento hasta llegar al fondo de todo esto. 

Pero…pero… ¿había tiempo? 

Violeonor o Eleoleta, dio unos pasos hacia enfrente, todo parecía aparentemente normal, no había algún cambio radical sin mencionar la inevitable fusión de ambos cuerpos y que ahora solo tenía un mechón de color violeta.

Fue en ese instante que el doctor rompió el silencio; 

—¡Mierda alguien debería de poner más atención a esto que a ellas o mejor dicho ella! 

Tenía razón, las alarmas se habían activado, había unos focos rojos que alertaban cambios en la masa crítica donde se había rasgado la fina tela del espacio tiempo. 

—Y eso no es todo, los cambios climáticos en el mundo van en aumento. —agrego Lucero observando en un monitor que estaba junto a unos escombros metálicos. 

Me aproximé un poco para ver mejor aquel escenario apocalíptico en el que nos habíamos sumergido. Terremotos de magnitud 9 o 10 en la escala de Richter, nevadas donde nunca había nevado, tsunamis en diferentes continentes, tornados en zonas montañosas y en los polos temperaturas de 50 °C. No obstante, esos eventos palidecían frente a lo que para mí era algo indescriptible; auroras boreales y Austrias en todo el mundo, arcoíris que se veían por todas partes, neblina que se entendía por todo un país, sin mencionar lo otro… 

—Si no paramos todo esto de una vez, tal vez mañana no tengamos planeta tierra. —profirió el alquimista exigiendo respuestas. 

—¡Mañana, pffff, si no hacemos algo toda esta jodida roca colapsara en cuestión de horas o tal vez minutos! —respondió el doctor haciendo un ademán con la cabeza en forma de negación. 

Todo mal…todo mal…todo mal… 

Mi mente estaba consternada, quería analizar cada evento, darle una respuesta lógica, una respuesta científica que nos llevara a concretar cuál era el verdadero fundamento de esto. Pero por más que intentaba e intentaba dar con esas respuestas estaba bloqueado.

Estaba noqueado… 

Sentía que me faltaba el aire, comencé a escucharlos como si estuvieran lejos, las manos me hormigueaban, y los pies flaqueaban, el dolor en la cabeza se había intensificado, la frente me perlaba, sentía la lengua seca y la vista me comenzaba a fallar. Y fue en ese instante que escuché una voz interna que me alentaba a seguir adelante, a no desistir, a luchar por nuestro planeta. 

Vamos tú puedes, tenemos que resolver todo esto… 

Me llene de vitalidad, como si me hubieran inyectado electricidad, recobre la postura y mi mente se aclaró, era momento de actuar y ver que significaba esa extraña lluvia de neutrinos que llegaba a todo el mundo. Eran destellos de diferentes colores y se podía ver como atravesaban el cuerpo y todo a su alrededor.

—Eso es algo nuevo, no se había visto antes. —expreso Lucero tecleando, su rostro se llenó de la duda e incertidumbre ante lo que estaba observando.

—¿Qué significa eso? —cuestionó el alquimista aproximándose a su costado para saber más sobre esos cambios. —Ya teníamos suficiente con los arcoíris, las auroras y la niebla. 

Al parecer ellos eran los únicos que conocían ese tiempo, tiempo en el que todo estaba colapsando… 

¿Acaso es el fin de los tiempos? 

—La lluvia…la lluvia no proviene de aquí. —dijo mientras se le entrecortaba la voz, por unos segundos agacho la cabeza. 

—¡Como mierda que no proviene de aquí! ¿Y si no es de aquí entonces de dónde? —vociferó el doctor también caminando hacia el monitor. 

—Al parecer no proviene del planeta tierra, sino que proviene de otro lugar. 

—¡De donde, de la isla de pascua, Singapur, Perú, Tuvalu! —recrimino el doctor con aquel toque de sarcasmo e irreverencia que lo caracterizaba. 

El silencio reino en la sala y todas las alarmas se activaron. 

—Al parecer provienen de un supercúmulo…

—¡¿Qué?! —escupí incrédulo ante lo que estaba escuchando. 

—Al parecer proviene del supercúmulo de Sculptor. 

—Pero…pero cómo es posible eso… 

En ese momento no había palabras para describir lo que estaba aconteciendo. Todos en la sala quedamos anonadados.

—¿Y eso?

Las palabras de Sara nos envolvieron más en esa tétrica y perturbadora escena que estábamos aconteciendo. El horror eclipso nuestro sano juicio y en ese instante quedamos en vilo. 

Contemplamos como esa lluvia de neutrinos, esa que era de diferentes colores, que se veía de una forma onírica, que atravesaban todo a su alrededor de alguna forma cósmica había infectado a las personas. Aquí lo peculiar era que no todas fueron marcadas.

¿Por qué unas si y otras no? desconocía la respuesta, sin embargo, solo podíamos ver que algo desde adentro los carcomía.

Algo los corroía. 

Vimos con aversión como los huesos por alguna extraña razón se habían desprendido de sus cuerpos y se aglomeraban en una amalgama blanquecina, conformando un colosal obelisco que en cuestión de segundo llegaba hasta el cielo, dejando por todas partes solo una masa flácida de carne con sangre. 

Pero que mierda era eso… 

Alrededor del mundo había múltiples obeliscos, aparentemente no había preferencia por el sexo, edad o estatus social. La lluvia de neutrinos contenía algo, algo monstruoso y tétrico que estaba ocasionando ese lúgubre evento. 

Esto es…es siniestro… 

Vi con aversión como se formaban aquellos obeliscos, vi con asombro como perecían, como se inundaban las masas de agonía. Quede petrificado observando cómo se fragmentaba cada parte del ser humano, sino era por la madre naturaleza, era por un acontecimiento inexplicado.

El mundo está pereciendo, el mundo y también la humanidad… 

Escuché a lo lejos otra alerta, una que mencionaba algo más espeluznante, al principio fue como no comprender lo que estaba escuchando. El caos eclipsaba cada parte de mi cuerpo y era difícil separar la realidad, buscar una salida para solucionar los problemas que se estaban agravando.

Tensión. 

Estupor. 

Temor. 

Todas esas emociones en una sola, fue como sentirse insignificante. Fue como ser solo una mota de polvo en medio de un gran bosque. Por primera vez experimente un temor que nunca pensé que tendría y era el temor a enfrentarme a creaturas adimensionales y saber que por más que quisiera hacer algo no…no podría. 

La humanidad no tiene oportunidad… 

—…lo debemos de hacer y lo debemos de hacer de una vez… 

Escuché las palabras del alquimista, no respondí, pero con la cabeza asentí. Y en realidad no había comprendido la primera parte que había dicho o tal vez la segunda. Estaba sumido en un profundo trance, uno donde cada segundo que transcurría era peor que el anterior. 

El mundo se estaba desmoronando… 

¡Profesor!

¡Profesor!

¡Profesor! 

—¿Tienen el trapezoedro? —cuestione poniendo todos mis pensamientos alertas, desconocía si seguía en aquel trance o había alcanzado algún tipo de iluminación celestial en ese instante. 

—Si aquí esta. —respondió Lucero señalándolo a un costado. 

El aparato estaba reestructurado en parte de la maquinaria del colisionador de hadrones y sabía que gracias a las modificaciones que hicieron pudieron ir a los diferentes tiempos a través del corredor infinito. Sin embargo, ahora la fisura que nosotros habíamos creado gracia a los experimentos por descubrir el Gravitron con el proyecto del alma de Metatrón, de esa grieta en el espacio tiempo ahora estaban saliendo tentáculos negros y seres primigenios.

—¿Acaso esos son Ángeles? —rompió el silencio Val encogiéndose de hombros mientras abrazaba a Lucero. 

—Tal vez son demonios. —respondió Scarlet tragando saliva y empuñando ambas manos. 

—O tal vez son seres cósmicos. —agrego Violeonor dando un paso al frente. 

Yo no respondí para mi eran los devoradores del universo. 

Sin pensarlo y de forma apresurada tomé el teclado y comencé a hacer algunas modificaciones, a un lado estaba el alquimista que sin decirle o darle algunas indicaciones me siguió, parecía que estábamos en sincronía. Estábamos complementando una ecuación, una que unía a ambas teorías, una que era la respuesta de todo, pero al mismo tiempo la que nos salvaría. 

—¡Ya les dije que esa basura no les servirá! —agrego el doctor escéptico ante aquella nueva propuesta. 

—Lo sabemos, pero esta fórmula estará modificada. —rompió el silencio el alquimista mientras seguíamos tecleando. A nuestros costados se unos unió Lucero que también comenzó a ayudar a resolver el problema, junto con Sara, Dafne, Val, Scarlet y por último la fusionada con el mechón violeta.

Cada uno ponía de su parte como si estuviéramos jugando tetris, cada número embonaba a la perfección con la anterior. La carga que recaía en Atlas se repartía entre nosotros de forma igualitaria. Y de un momento a otro hasta el doctor estuvo aportando ideas. 

—¿Acaso eso funcionara? —inquirió Dafne llevándose un dedo al mentón mientras movía el pie.

—Espero que así sea. —respondió Scarlet dándole un abrazo, tal vez como consuelo, cariño o una anticipada despedida. 

—Ojalá sino no sé qué es lo que vamos a hacer. —agrego Val observando el monitor, agachando la mirada frente las escenas cruentas. 

—Tengo el presentimiento que así será. —profirió casi en un susurro Sara viendo el techo que por alguna razón la lluvia de neutrinos la estaba atravesándolo. 

—No sé cómo mierda lo hicieron, pero creo que allí están todas las respuestas que un día nos hicimos. —escupió el doctor observando su mano robótica mientras hacia una mueca.

—¡No tenemos tiempo que perder! —dijo con apremio Lucero alistando todos los sistemas. 

—Creo que es el momento. —mencioné observando al alquimista y en ese instante él rompió el silencio mientras presionaba una tecla; 

—Es tiempo de la verdad. 

Fue en ese momento que sentimos como algo nos arremolinaba, era una experiencia como pasar de un plano a otro. Era la misma sensación que habíamos experimentado al estar en el corredor infinito. Una vorágine, un pandemónium, una barahúnda que estremecía todos nuestros sentidos. 

Y en ese tumulto de emociones algo estaba pasando, cada uno de nosotros en aquella estancia donde se había quedado había aprendido algo nuevo, y gracias a ese conocimiento es que todos en conjunto pudimos resolver aquel enigma que nos envolvía.

Ahora estábamos cerrando esa fisura, habíamos modificado las leyes físicas que nosotros los humanos pensábamos que eran inquebrantables.

Por un momento sentimos que volábamos, que nos desprendíamos de nuestros cuerpos, como si fuera un viaje astral. Sentimos que no había gravedad, que podíamos pasar a través de todo. Fue una experiencia extrasensorial, una donde nada sería igual. 

Ahora comprendía que ni Shiva, ni Cronos hubieran podido hacer algo, todo estaba plasmado para que nosotros aprendiéramos de nuestros errores, pero era gracias a estos que podíamos trascender en el tiempo.

Esa era la respuesta del todo, y es que cada uno tenía un engranaje para cerrar esa puerta que habíamos querido abrir en nuestra ambición por descubrir los secretos que engloba el universo. Secretos que ni en nuestras más oscuras pesadillas pensaríamos que existen ese tipo de escenarios en el tiempo. 

Por un instante, un tris sentí cada una de las experiencias de Dafne en el Cairo, también lo mortecino y celestial donde el doctor fue destripado, sin mencionar la odisea con los virus de Lucero y el alquimista, pasando por aquella charla que tuvo Scarlet con una de las mentes más inteligente y listas, el mundo orgánico y mecánico en el cual se fusionaba el metal con lo carnal donde Sara estaba en un sitio abismal, y que decir del conocimiento que adquirieron del Jörmungander en el cual Val y Eleonor se habían bañado con agua miel de sabiduría.

El tiempo es cíclico. 

Pero no solo el tiempo sino también la energía y el universo. Todos estábamos conectados, lo estábamos a través de los átomos, y en cada uno de ellos estaba escrita toda la información del pasado, presente y futuro. Cada uno resguardaba una biblioteca entera, un registro ancestral de lo que estaba destinado de forma universal.

—¡Mierda! Muchacho…creo…que es mi momento… 

Escuchamos una tenue voz que se escuchaba a lo lejos, no sabía de dónde provenía, parecía que estaba flotando en un mar de recuerdos. Pero un haz de luz me hizo girar y ver hacia esa dirección, como si me estuviera orientando en mi navegación. 

—Joder no sé cómo terminar esto, pero solo te diré esto… 

Estaba consternado por aquellas palabras, por alguna extraña razón esa voz se me hacía familiar. Seguí navegando en esa idílica oscuridad, entre estrellas fugaces y nebulosas que se arremolinaban en todas partes. 

—Te diré que…que estamos hechos del mismo polvo de las estrellas…no somos parte del universo… 

Escuchaba las palabras y se me partía el alma, sentía un nudo en la garganta, uno que no me dejaba respirar, las lágrimas brotaron por si solas, gravitando en medio de la nada, esas palabras del doctor me llegaban al corazón y a mi endeble alma. 

—Te amo…cuídate…cuídate hijo… 

Estas últimas palabras las escuché como un susurro, un arrullo de estrellas que me llenaban de amor, paz y alegría. Por algunas cuestiones de mi vida crecí sin aquella figura paterna, aunque después por azares del destino nos habíamos encontrado, y aunque nunca me había dicho la verdad, por alguna extraña razón sentía que lo había conocido en alguna parte, nunca mostro un afecto más lejos que el que ofrecía el trabajo, siempre estuvo en esa fina línea, donde cuidaba de mi con gran estima, pero nada fuera de lo normal. Y ahora su calidez y amor era la que me cubría. 

Gracias padre, gracias por todo…

Abrimos los ojos y por alguna cuestión los eventos cesaron, por unos segundos no escuchamos más que un eco cósmico que llegaba de todos lados. Era el inconfundible sonido de calma que nos decía que todo había pasado. 

Por fin estábamos a salvo… 

Incrédulo observé los monitores y efectivamente el clima, las placas tectónicas, el océano y los horrores cósmicos se habían estabilizado.

—¿Dónde, dónde está el doctor? —cuestionó girando hacia todas partes Dafne. Sin embargo, ya no había que buscarlo, ahora sabía que estaba en cada uno de nosotros. 

—Creo que paso a otra dimensión. —respondí palmándole la espalda y enseguida todos sonreímos abrazándonos por aquel triunfo que habíamos tenido. 

Trabajando en conjunto fue que lo hicimos. 

Ya no había auroras boreales, arcoíris, bruma, lluvia, ni tentáculos. El horror cósmico se había desintegrado. 

Observé el trapezoedro y en su estructura vi que estaba codificado con algunos símbolos o signos extraños y no por átomos. El alquimista se aproximó a mí y estando a un costado dijo algo; 

—“Ankrielecos”. 

De nuevo solo asentí.

La humanidad tendría un nuevo comienzo, uno donde teníamos la empatía y el conocimiento. Conocimiento por ser mejores en todos los aspectos, de ahora en adelante sabríamos el verdadero significado de la palabra humanidad, y que en la exploración del universo nos encontraríamos con muchos enigmas y muchos misterios. 

¿Cuáles serían estos? 

Tal vez el corredor infinito solo nos había mostrado la punta del iceberg, solo una efímera fracción de lo que se esconde en los lugares insondables, lugares, dimensiones, estratos, eriales, paramos que escapan a nuestra comprensión, pero que son inevitables en nuestra indagación. Que, así como pueden existir seres en otros supercúmulos y piensen que no existe vida en un planeta como la tierra, existimos. 

En ese instante nuestros sistemas captaron una señal, una que emanaba de todas partes, pero de ninguna a la vez. Con asombro pudimos salir del CERN y verlo con nuestros propios ojos, en el cielo contemplamos algo maravilloso. Era una luz de color azul, un azul eléctrico como ningún otro, era una figura que nadaba en la espuma del universo, se movía libre como el viento y nos llenaba de amor y afecto. 

—No puedo creer que bello es… 

—¿Acaso eso es? 

—Que hermoso color tiene… 

—Está lleno de magia y vida… 

—Simplemente hermoso… 

—Inmarcesible e inenarrable… 

Las palabras de cada uno de ellos resonaron mientras lo contemplamos.

El fulgor se sobresaltaba, la humanidad respiraba y el fuego de cada uno se llenada de furor con cada lagrima. Vida. Pureza. Amor y pasión. Todo entremezclado en una misma sensación. Cantando al unisón una misma unión, donde los átomos eran sistemas planetarios y donde cada galaxia era una célula de un todo en un estado perfecto evolucionado.

¿Acaso él nos había ayudado? 

¿Provenía de otro universo? 

¿Era un ser supremo? 

Tal vez si, tal vez no, no sabíamos los misterios que englobaba, solo sabía que algo en nuestro interior vibraba. Vibraba mientras contemplábamos al Leviatán Cósmico en nuestras almas o tal vez era esa mítica partícula que anhelábamos descubrir y que ahora estaba frente a nosotros, y eso era “El Alma de Metatrón”, en su estado más puro y evolucionado bañándonos con su sabiduría, magia y su fulgor ancestral y celestial. 

Epílogo

“Este es el FIN… ¿el FIN?”

El espacio-tiempo se fracturó, formándose una grieta, una cicatriz en la Biblioteca Cósmica donde yacen los átomos. Esto es solo el preludio, el comienzo de nuevas historias que, de alguna manera, se entrelazan en las estrellas, en letras fusionadas que vagan por los planetas.

Los invitamos a formar parte de este nuevo lore, que se está construyendo, o reconstruyendo, en otra dimensión. Las puertas del Multiverso están abiertas, donde los seres cósmicos claman desde la distancia y donde cada lectura aproxima susurros hacia el alma. Nuevos escritores están plasmando su alquimia con fulgor y furor, creando una danza de letras idílica. Estas colaboraciones con tinta iridiscente te dejarán perplejo y queriendo más de esos escritos incandescentes: La noche polar, La edad de bronce, El despertar de los dioses, Susurros de Arkham, y muchas más…

Pero esto, lejos de ser el final, es solo el inicio, el Big Bang de algo inédito.

La grieta en la Biblioteca Cósmica ha dejado al descubierto más de lo que nuestros ojos mortales pueden soportar. En ese abismo naciente, el corredor infinito se extiende como una arteria de posibilidades insondables. Cada fractura y cada partícula dispersa son un portal hacia historias no contadas, secretos que aguardan el toque de nuevas mentes intrépidas y corazones resueltos.

Este universo—o, mejor dicho, estos universos—se convierten en un mapa inexplorado donde cada paso, cada palabra y cada pensamiento podrían resonar a través de dimensiones desconocidas. Aquí, en el crisol de las letras y el eco de las estrellas, escritores como tú, deseosos de capturar los susurros de los dioses y la danza de los átomos, pueden hallar su camino.

El corredor se extiende, y el Multiverso nos llama.

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Edad de Bronce
Inspirados en un hallazgo arqueológico fascinante: la tumba de una pareja en Ucrania, sepultada en un abrazo eterno hace miles de años. Esta imagen, atrapada en el tiempo, despertó en nosotros el deseo de imaginar la vida, el amor y los misterios de aquellos tiempos antiguos.

En colaboración con el fundador y amigo El Poeta Oscuro, Mario Alberto Beas.

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Mario Alberto Beas

La tinta negra se fusiona con la bruna iridiscente dando origen a historias insondables en el páramo, donde los seres de otras dimensiones nos observan para transmitir el horror cósmico.

Ouraxi

Ya sea navegando por los insondables mares del terror cósmico o adentrándome en los oscuros confines de la ciencia ficción, mi pluma se niega a permanecer anclada en lo mundano.